![El espejismo del poder valenciano en Madrid](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201809/16/media/cortadas/abalos-monton-huerta-minist-kbEF-U609376053984tC-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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La caída de Carmen Montón como ministra de Sanidad, el pasado martes, a los tres meses de haber sido nombrada, incapaz de ofrecer explicaciones sostenibles sobre su máster en estudios interdisciplinares de género en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, no sólo ha contribuido a deteriorar la imagen del Gobierno de Pedro Sánchez. La segunda dimisión de un ministro valenciano, tras la renuncia de Màxim Huerta apenas unos días después de ser nombrado como titular de Cultura, vuelve a dejar bajo mínimos la representación de la Comunitat Valenciana en el Ejecutivo central.
La expresión 'poder valenciano' hizo fortuna durante la etapa de Gobierno de Eduardo Zaplana en la Comunitat. Se ha utilizado históricamente para hacer alusión a la capacidad de influencia de esta región en la capital de España, ámbito en el que históricamente la visibilidad de los problemas e inquietudes que afectan a esta Comunitat no han gozado de demasiada trascendencia. Se entendía, por así decirlo, que esa incapacidad para hacer girar hacia Valencia las decisiones del Gobierno de Madrid tenía que ver con la escasa presencia de valencianos en el Ejecutivo central.
La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa el pasado mes de junio y la composición de su Gobierno, con la presencia de tres valencianos -los ya citados Montón y Huerta, y José Luis Ábalos como ministro de Fomento- permitió cambiar la perspectiva e intuir que el líder del PSOE querría aprovechar la complicidad con el Consell del Botànic para protagonizar una gestión en la que la 'agenda valenciana', con la financiación autonómica, la deuda histórica, la infrainversión o el déficit en infraestructuras, pasara a ser una cuestión a resolver, y no únicamente una exigencia guardada en el cajón del algún ministerio.
Tres meses después, el argumento de la destacada presencia de ministros valencianos en el Gobierno de Sánchez es historia. Huerta cayó apenas una semana después de llegar al cargo -el ministro más breve de la democracia- al trascender que había sido condenado por defraudar a Hacienda. Montón presentó su dimisión el pasado martes, tras revelarse que buena parte de su trabajo de fin de máster era un plagio. De los tres ministros valencianos sólo queda uno, Ábalos.
Fernando Abril Martorell (UCD) Agricultura 1976-77 y Economía 1978-80
Vicente Albero (PSOE) Agricultura 1993-94
Pedro Solbes (PSOE) Agricultura 1991-93 y Economía y Hacienda 1993-96 y 2004-09
Carmen Alborch (PSOE) Cultura 1993-96
Joan Lerma (PSOE) Administraciones Públicas 1995-96
Antoni Asunción (PSOE) Interior 1993-94
Federico Trillo (PP) Defensa 2000-04
Eduardo Zaplana (PP) Trabajo 2002-04
Juan Costa (PP) Ciencia 2003-04
Teresa Fernández de la Vega (PSOE) Vicepresidencia y Presidencia 2004-10
Bernat Soria (PSOE) Sanidad 2007-09
Jordi Sevilla (PSOE) Administraciones Públicas 2004-07
Leire Pajín (PSOE) Sanidad 2010-11
J. Manuel García Margallo (PP) Exteriores 2011-16
¿Se ha reducido la influencia valenciana en el Ejecutivo central? La pérdida de dos carteras ocupadas por valencianos permitiría concluir que sí, que influyentes o no en sus respectivos departamentos, tanto Huerta como Montón habrían podido mostrar alguna sensibilidad mayor hacia la Comunitat que alguien procedente de otra región. Es cierto que la cartera de Sanidad tiene buena parte de sus competencias transferidas a las CC AA y que Cultura ha sido históricamente considerada como una cartera menor. Pero la Comunitat esperaba darle la vuelta a la política de subvenciones que desde los anteriores Gobiernos se había venido sosteniendo respecto a importantes proyectos culturales. La salida de Montón deparará también, previsiblemente, el regreso a Valencia de la gran mayoría de altos cargos que la exconsellera se llevó a su ministerio.
El poder valenciano en el Gobierno de Sánchez queda ahora en exclusiva en manos de Ábalos. El ministro de Fomento es además secretario de Organización del PSOE, lo que le convierte en uno de los valencianos con mayor capacidad de influencia en el ámbito en el que se adoptan las principales decisiones políticas de este país. Encabezar la cartera responsable de las Infraestructuras fue recibido en su día en la Comunitat como una gran noticia, asumiendo que el déficit valenciano en ese ámbito era de los que requería mayor atención por parte del Ejecutivo central.
La política de nombramientos del ministro -con un constante goteo de incorporaciones de cargos de la Comunitat a su departamento- parece confirmar esa mayor sensibilidad en un ministerio de tanta trascendencia como Fomento. En todo caso, el Gobierno valenciano ya ha anunciado que trasladará a Pedro Sánchez -el presidente Ximo Puig anunció una reunión con él para la primera semana de octubre- las reivindicaciones históricas de la Comunitat, y que su tono de exigencia será el mismo que el mostrado con el último Gobierno del PP.
La capacidad de influencia ante el Ejecutivo central no depende, en exclusiva, del número de ministros. La casuística revela que la Comunitat Valenciana ha logrado discutibles réditos tanto con Gobiernos en los que la presencia valenciana era mínima o nula como en los que era significativa. Mariano Rajoy apenas contó en sus Ejecutivos con la presencia de José Manuel García Margallo, que pese a no nacer en la Comunitat sí que ha ejercido cierto papel de cuota valenciana. Los casos de corrupción que desde 2009 han salpicado al PP de la Comunitat terminaron conduciendo al presidente del Gobierno a construir un cordón sanitario que dejó la representación valenciana en su Ejecutivo bajo mínimos.
El dato permitiría concluir que el poco peso valenciano en esos Gobiernos explicaría algunas decisiones de ese Ejecutivo -que dejó pendiente la reforma de la financiación y cuyo porcentaje inversor en la Comunitat se quedó lejos de lo esperado-. Por contra, la presencia de hasta tres valencianos en alguno de los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero -Teresa Fernández de la Vega y Pedro Solbes coincidieron primero con Jordi Sevilla, y después con Bernat Soria- tampoco, contribuyó, sin ir más lejos, a que el sistema de financiación aprobado en 2009 acercara a la Comunitat a la media en financiación per cápita.
La relación de valencianos que han ocupado algún ministerio desde la llegada de la democracia alcanza la cifra de 17. Y de ellos no son pocos los que, pese a nacer en la Comunitat, no han mantenido una relación con esta tierra más allá de ser eso, su lugar de nacimiento. De la misma manera, algunos ministros no nacidos en la Comunitat -el caso de Eduardo Zaplana es el más evidente- pueden considerarse como valencianos porque buena parte de su trayectoria política se ha desarrollado en esta región.
Entre esos ministros valencianos con trayectoria política en la Comunitat se encuentran, además del que fuera expresidente del Consell con el PP, el actual ministro de Fomento, José Luis Ábalos, el también expresidente de la Generalitat Joan Lerma, el que fuera titular de Interior, Antoni Asunción, la exministra de Cultura Carmen Alborch y las extitulares de Sanidad Leire Pajín y Carmen Montón. Y de ellos, únicamente Alborch tuvo una presencia prolongada en el Ejecutivo durante la etapa de Felipe González -de julio de 1993 a mayo de 1996-. Los otros, ninguno superó los dos años.
Del resto, Fernando Abril Martorell, vicepresidente segundo con Adolfo Suárez, nació en Valencia y fue elegido diputado por esta circunscripción, aunque el que fuera líder regional de UCD también fue presidente de la Diputación de Segovia. El exministro Juan Costa nació en Castellón y también fue elegido diputado por esa circunscripción, aunque su actividad política no se desarrolló de manera principal en la Comunitat.
El resto de ministros valencianos -Teresa Fernández de la Vega, José Manuel García Margallo, Pedro Solbes, Bernat Soria, Vicente Albero, Federico Trillo y Jordi Sevilla- nacieron en la Comunitat o lograron escaños por circunscripciones valencianas, pero no desarrollaron una labor política en esta región. Y a Màxim Huerta ni tan siquiera se le conocía trayectoria política hasta su breve designación como ministro.
De manera que la visibilidad valenciana en los Gobiernos desde la Transición ha sido más bien escasa. Y la reivindicación de un mejor trato, permanente.
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