Día intenso en el juicio de Erial. La fase de informes siempre permite algo de manga ancha a las acusaciones, menos a las defensas. Y si la exposición de la única acusación dura más de tres horas y media, de manera ininterrumpida, pues todavía ... se presta más al juego, a los reproches más o menos encubiertos. Todo depende siempre del carácter del fiscal y de la notoriedad o relevancia pública del acusado. Si se trata de un político, se lanzan más mensajes.
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La jornada se fue calentando. Al principio, el fiscal sorprendió cuando le hizo un reprocha de carácter personal al exministro: «Quería que declarara en primer lugar para ver si tenía la honradez de reconocer su parte ante los amigos», admitió. «Todos son filántropos en esta causa», proclamó más adelante para evidenciar la falta de lógica de las actuaciones de los protagonistas del sumario.
Hubo momentos incluso en los que resultó difícil contener la risa. A mitad mañana, y como resumen de lo expuesto hasta ese momento, soltó: «Zaplana siempre ha necesitado dinero…También en 1992». Se refería a las conversaciones interceptadas en el caso Naseiro, anuladas por el Tribunal Supremo, donde un alto cargo, Vicente Sanz, admitía que estaba en política para forrarse. Una frase tradicionalmente atribuida al expresidente, pero que, en realidad, tiene la autoría de Sanz. La de Zaplana aludía a su deseo de conseguir dinero para comprarse un Opel Vectra. Finalmente, cuando fue detenido, tenía dos Audis Q7. La realidad superó las expectativas.
La formalidad se iba relajando a medida que avanzaba la mañana. Cerca ya de las dos de la tarde, el fiscal despreció las supuestas malas relaciones entre Juan Cotino y Eduardo Zaplana, un argumento del expresidente para descartar que el empresario pudiera pagar comisiones en plena lucha en el PP entre los partidarios de Francisco Camps y el exministro.
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«Las mulatas cuando son de bandera confunden el corazón con la billetera», lanzó el fiscal. La idea era desligar las relaciones personales del negocio. El dinero manda siempre, vino a decir. Se da la circunstancia de que la estrofa aparece en una canción de Joaquín Sabina ('Con un par') que el músico dedicó en su momento al Dioni, el hombre que robó un furgón blindado con cerca de 300 millones de euros y se fugó a Suramérica. Más de la mitad del dinero nunca se recuperó. Posteriormente, según una información de El Español, el abogado del delincuente, que fue condenado a más de tres años de cárcel, denunció al célebre cantautor.
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