Gan Pampols: Una misión para un valiente

Sin 100 días de gracia ni nada similar, sin tiempo de adaptación, ni plazos para otra cosa que no sea intentar sobrevivir a una tarea titánica, la de la reconstrucción de una enorme zona devastada por la dana. Ese es el desafío al que se enfrenta Francisco José Gan Pampols, con un estupendo pasado militar y con un turbulento presente político.

«No sabe dónde se ha metido», resume el síndic de Vox sobre el el vicepresidente segundo de la Generalitat y conseller para la Recuperación. Huye de etiquetas políticas, pero el escenario bélico entre el Gobierno y el Consell y el desolador panorama que sufre casi un millón de valencianos en municipios afectados por la dana le obligan a moverse en un barro político de proporciones tan gigantescas como el que, desgraciadamente, ha arrasado con la provincia de Valencia, su economía, su infraestructura, sus infraestructuras y, sobre todo, la vida de 223 personas, y otras tres desaparecidas.

Gan Pampols se convirtió en alto cargo de la Generalitat el pasado 25 de noviembre. A sus 66 años, el militar y licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la UNED estrena en la Comunitat su currículum político. No es su primer contacto con los valencianos. Fue jefe del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad en la Comunitat entre 2017 y 2020. Por eso, cuando se conoció su nombre como vicepresidente, distintos ex altos cargos del PSPV (que durante aquellos años estaban al frente del Consell) admitieron que era un perfil de muy alta cualificación. Sin embargo, la valía militar y personal de Gan Pampols no le ha servido para desvincularse de la trifulca política.

Su sueldo (y especialmente las extrañas maniobras en la oscuridad orquestadas desde el Consell para retribuirle debidamente), su agenda (inspeccionada al milímetro), su conocimiento de la situación, su capacidad de adaptación a la Administración autonómica y sus procelosos procedimientos son puestos en solfa por la oposición. Gan Pampols está acostumbrado a situaciones extremas, tanto por su profesión (militar en lugares verdaderamente peligrosos, desde Bosnia hasta Afganistán) como por su pasión (alpinista que ha pisado las «tres cimas de la Tierra»: el Everest en 1992, el Polo Sur Geográfico en 1995, y el Polo Norte Geográfico en 1999), ahora se enfrenta a una tarea igualmente extrema.

Encabeza una vicepresidencia encargada de liderar la recuperación tras la dana, una misión para la que la Generalitat tiene muy escasos mimbres económicos y hasta administrativos. En su nueva vida, el que fuera teniente general ha esgrimido un discurso casi anti político, o más bien anti políticos. Pretende no verse sometido a directrices e intereses de partido, una intención tan encomiable como complicada. Además de la presión por lo mucho que debe intentar hacer, Gan Pampols deberá lidiar con la presión que ejercerá sobre él la oposición y las inercias propias de la política, obviamente más llevadera que una guerra pero que también minan los espíritus más resistentes.

El vicepresidente ya se ha sometido a una inmersión en espacios como Les Corts, donde se le ha visto particularmente incómodo. Es más que probable que Gan Pampols supiera que no llegaba a la Generalitat para hacer amigos, pero apenas un mes después de llegar al cargo ya tiene la completa seguridad de que se enfrenta a enemigos poderosos, no necesariamente personas, ni partidos, sino un compendio de circunstancias a priori desfavorables para que logre completar una misión que solo podía aceptar un valiente.