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Joan Llinares, director de la Agencia Antrifaude, en su comparecencia en Les Corts. Iván Arlandis

Un informe interno de Antifraude ya alertó a Llinares en enero de la tensión en la Agencia

El Comité de Ética advirtió antes de los acosos archivados y los expedientes a empleadas de la necesidad de mejorar el clima laboral y de la saturación de las quejas anónimas

Burguera

Jueves, 16 de noviembre 2023, 01:03

Joan Llinares, director de la Agencia Antifraude, mostró en Les Corts un gran enfado este martes al dar cuenta de su gestión del «famoso caso de acoso sexual», tal y como lo calificó para subrayar su hartazgo por las informaciones sobre una investigación archivada ... sin más resultados que dos perjudicadas: las dos funcionarias expedientadas, acusadas por Llinares de filtrar la información que publicó este periódico sobre los acosos, y tratadas por el director de la Agencia con escaso miramiento. «Una es delegada sindical y la otra no es nada», señaló, antes de hablar de «la tercera», otra trabajadora de baja que denuncia su situación en Les Corts. Llinares pasó de puntillas sobre un ambiente laboral malo. Y es que, ya comentó la diputada de Compromís Isaura Navarro en la comparecencia (y se constata por la rotación de funcionarios en los puestos de trabajo) que la tensión interna en la AVAF es notable. Antes de la comparecencia, antes de la investigación y antes de la encuesta interna que obligó a la presencia de Llinares en Les Corts, el propio Comité de Ética de la AVAF recomendó en enero tomar medidas para mejorar la relación interpersonal en la Agencia. Los escritos de los sindicatos en Antifraude lo advirtieron después. No obstante, para Llinares, según dijo en Les Corts, la actividad sindical no sirve de nada a la hora de proteger a los funcionarios, un argumento que impactó a la bancada de la izquierda en la Cámara mientras la derecha observaba en silencio.

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A la comisión parlamentaria asistieron para apoyar a Llinares miembros de ese Comité de Ética al que se refirió Navarro. Ese comité ya emitió una resolución con recomendaciones para mejorar el clima laboral. Lo hizo en enero, antes de detectarse los supuestos acosos, investigarlos y acabar expedientando a las funcionarias alegando Llinares un quebranto de la confidencialidad que cuestiona tanto el PSPV como Compromís. Llinares denunció una «campaña» en la que vinculó a un sindicato y al abogado Manolo Mata (exsíndic del PSPV), secundados mediáticamente con el fin de que la derecha (con mayoría en Les Corts) cierre la AVAF. Vox admitió su disposición a eliminar la Agencia, no así el PP. El TSJ, que ha fallado en contra de las sanciones propuestas por Llinares a una de las funcionarias, no fue incluido en el contubernio. Ni el Comité de Ética, que en enero recomendó «implementar medidas encaminadas a mejorar las relaciones interpersonales».

La resolución 1/2023 del comité se originó por una serie de denuncias que propiciaron tres expedientes, todos archivados. Las quejas se dirigían contra una directiva de la Agencia, acusándola de trato despectivo y autoritario. El comité rechazó las quejas en una resolución que trasluce la agitación interna en AVAF.

«Se recomienda que se implementen las medidas ya propuestas por el grupo de trabajo de riesgos psicosociales de la AVAF, según su sesión de 5/05/2022 (algunas de ellas ya implementadas); así como otras», insiste el comité, que detalla la necesidad de definir «una estrategia de clima laboral de la AVAF, acorde con sus principios y valores (recogidos en su Código ético y de conducta), cuyos resultados sean monitorizados, dentro de lo cual deberá darse un papel fundamental a la formación».

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Respecto a esa formación, el comité insta a mejorar los conocimientos sobre la gestión de recursos humanos, la selección de personal, la asistencia psicológica, la actuación frente a conflictos laborales y monitorizar el clima laboral.

Respecto a los riesgos psicosociales, UGT y CCOO recordaron hace un mes mediante un escrito en Les Corts que en marzo reclamaron a la AVAF que realice una evaluación de riesgos psicosociales.

En el medio centenar de puestos que configuran la Agencia se ha registrado una treintena de cambios en apenas cinco años, una rotación no demasiado habitual. En cuanto a la fuga de directivos, hace años que Llinares la atribuyó a la alta exigencia que se reclama en Antifraude. El director, en referencia a la última funcionaria que ha remitido un escrito a Les Corts exponiendo su situación, aseguró que pretendía ser ubicada en un puesto «más confortable».

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La dureza de Llinares hacia sus empleadas (dos expedientadas y una de baja) le fue afeada por Navarro al recordar la importancia de aliviar una «situación compleja» y preguntarse «de dónde venían esos mensajes (de contenido sexual que propició la investigación luego archivada), si esa persona continúa en la Agencia… solo sabemos que hay expedientes a dos funcionarias pero no sabemos si esa persona que envía los mensajes sigue ahí. Lo mejor sería averiguar por qué se llega a esa situación y qué ambiente de trabajo hay en la agencia».

Anónimos para todo

Uno de los pilares de la actividad de Antifraude es el fomento de la protección de los funcionarios que denuncian malas prácticas en la Administración. Para salvaguardarles aboga por el anonimato de las denuncias, lo que parece ser el pan de cada día en la Agencia, como si alguien tuviera miedo a ser represaliado.

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La última recomendación que en enero realizaba el Comité de Ética consiste en instar a la dirección de la Agencia a que se recuerde a la plantilla que el comité no está «para la manifestación anónima de conflictos derivados de relaciones interpersonales. Ello habida cuenta del daño reputacional que se puede causar con denuncias de esta naturaleza a las personas afectadas; así como de la desvirtualización que puede hacerse del valioso instrumento que supone el buzón interno de denuncias con la utilización desnaturalizada del mismo».

Llinares, por su parte, durante su comparecencia en Les Corts citó y dio relevancia a un anónimo (otro, que también es casualidad) donde se rebajaba la importancia del posible acoso sexual que en algún momento alguien (dos funcionarias, también anónimas) manifestó en esa encuesta interna preceptiva para elaborar el plan de igualdad de la AVAF. El PSPV le reprochó a Llinares que utilizase «un anónimo para descalificar denuncias anónimas de acoso sexual», lo que en definitiva era un síntoma de que «algo falla» en la AVAF, donde se exige tal confidencialidad que hasta UGT y CCOO denuncian la infiltración en las cuentas de correo sindicales, algo que Llinares niega.

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