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La izquierda valenciana entra en convulsión

La pérdida de poder institucional abre brechas entre los hasta ahora socios y anticipa un verano de intrigas orgánicas en PSPV, Compromís y Podemos

Domingo, 25 de junio 2023, 01:19

El poder es el mejor pegamento. Disponer de él, de la influencia y especialmente del presupuesto, es el que garantiza la cohesión de cualquier coalición. ... Eso sí, cuando se pierde, cuando las urnas deciden que toca cambiar de ciclo, entonces llegan las crisis, los 'sálvese quién pueda' y las luchas internas.

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La izquierda valenciana no sólo se dejó el 28 de mayo el Gobierno de la Generalitat y de los princiales ayuntamientos de la Comunitat. Ni siquiera perdió únicamente casi 180.000 votos y los seis diputados menos que representan ahora la suma de PSPV y Compromís respecto a la que tenían esos dos partidos y Podemos hasta la cita electoral. Las formaciones progresistas de la Comunitat inauguraron una travesía del desierto que, en política, viene siempre acompañada de crisis orgánicas, de relevos en direcciones y ejecutivas, y en ocasiones, hasta de refundaciones.

De ese proceso no se está librando ni siquiera el PSPV, y eso que el partido que lidera – cuatro escaños más–. La pérdida de la presidencia de la Generalitat, acompañada del retroceso en el poder local, ha dejado tocado al socialismo valenciano y a su líder, Ximo Puig, que no termina de tener claro si coger rumbo a Madrid como senador territorial o quedarse en Valencia para tratar de pilotar su sucesión en el PSPV. Porque ni tan siquiera la posibilidad de que Pedro Sánchez lograra mantenerse en la Moncloa –ganar las elecciones es un objetivo fuera de todas las encuestas– está claro que el PSPV vaya a evitar el congreso extraordinario.

La decadencia del líder

Puig ha comprobado en las últimas semanas las consecuencias orgánicas de su derrota electoral. Primero, con los escarceos de sus dos principales líderes provinciales, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler. Y segundo y más significativo, con su pérdida de influencia en la calle Ferraz. Como si la salida de la presidencia de la Generalitat acarreara también la de la consideración como referente del partido. Bielsa y Soler desafiaron a Puig con unas propuestas de listas para Congreso y Senado que Puig no podía aceptar. Y después de cambiarlas, comprobó cómo la dirección federal del PSOE daba parcialmente la razón a los dos líderes provinciales y devolvía a listas algunos de los candidatos 'borrados' por Puig. Una desautorización en toda regla y, lo que es peor, toda una brecha abierta en el socialismo valenciano en plena campaña electoral que, afortunadamente para el PSPV, ha acabado tapando esa falta de posición única del PPsobre los pactos con Vox.

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El socialismo valenciano se conduce de nuevo, salvo decisión en sentido contrario de Sánchez si es que éste sigue al frente del PSOE tras el 23-J, a la interinidad propia de los procesos orgánicos. Los barones provinciales han movido ficha; Puig sigue tratando de dominar el tablero para que Arcadi España pueda dominar el juego; y José Luis Ábalos gana visibilidad e influencia a la velocidad de la luz, decidido a recuperar el terreno perdido tras su caida en desgracia hace ya dos años.

El socialismo valenciano intuye la llegada de una nueva etapa y toma posiciones. Los pactos que hace ahora un año y medio parecían firmes, como el que alcanzaron los afines a Puig con Bielsa para que éste se hiciera con la presidencia provincial, no sólo han caducado ya, sino que se han vuelto en contra del aún presidente en funciones de la Generalitat. Había que apartar como fuera al abalismo, y ahora el alcalde de Mislata divisa ya la presidencia de la Diputación y pone proa hacia la secretaría general, para ocuparla o, como poco, para ser determinante en la decisión de quién debe asumirla. El otro gran barón provincial, Soler, también prepara ese proceso orgánico, aunque con mucha mayor discreción. Objetivos comunes, al menos por el momento.

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Y luego están las relaciones con el resto de la izquierda. «Volvemos a 2007. Es como si nadie hubiera aprendido nada. En el PSPV están como en las guerras entre Alarte y Puig, y Compromís con el resto de los que están a la izquierda de los socialistas se sienten tan incómodos como cuando Oltra y Morera rompieron con Gloria Marcos», explica un asesor del tripartito.

Compromís, «manos libres»

La explicación del PSPV sobre lo que ha pasado en la Mesa de Les Corts ilustra perfectamente el estado de desbandada que se instalado en la izquierda de la Comunitat. Los socialistas han decidido no ceder a Compromís uno de los dos miembros de la Mesa que lograrán gracias al peso de sus 31 diputados (por 15 de los nacionalistas), porque, tal y como explicó Carmen Martínez, PSPV y Compromís tenían «un pacto de gobierno», no de oposición. «Las relaciones están rotas», admite un negociador de Compromís, mientras que otros miembros de la coalición se preguntan con quién tienen que negociar o buscar algún tipo de coordinación para asuntos que a largo plazo pueden generar importantes problemas. «En Compromís somos muchos los que estamos más a gusto a la contra», explica un asesor, que vaticina que la exclusión de la Mesa deja «manos libres» a Compromís porque cualquier decisión que se tome en Les Corts supondrá una decisión de un órgano en el que no están representados, «y en alguna ocasión el PSPV acabará en el mismo saco que PP y Vox».

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La situación judicial de Oltra ha sido aprovechada por los nacionalistas de Més y ha alterado los equilibrios internos

Sin embargo, antes de empezar a despachar tuits y reactivar las cuentas falsas para retomar la actividad de trolls, en Compromís deben ajustar unas cuantas piezas que por ahora están desencajadas. El grupo parlamentario es un buen ejemplo del problema de equilibrios internos que sufre la coalición, que pretendía contar el lunes pasado con la configuración de portavoces adjuntos ya zanjada. Sin embargo, no es así.

La preponderancia de los nacionalistas, liderados por Joan Baldoví, sin contrapesos como el de Oltra, que compensaba la supremacía interna de los nacionalistas en función de su mayor tirón electoral, ha propiciado que el debate en el seno del grupo de Compromís se haya dilatado.

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Otro asunto pendiente de resolver es el modo en que va a establecerse de manera definitiva la relación entre PSPV y Compromís. Los socialistas buscan una vuelta al status quo previo a 2015, cuando el partido de la rosa contaba con una representación netamente superior al resto de formaciones de la izquierda. En 2011, el PSPV contaba con 33 diputados frente a los 11 que sumaban entre Compromís y EU. Ahora el reparto es 31-15, algo más nivelado, mientras que en los ayuntamientos la colaboración es aún más necesaria. Sin embargo, la coordinación municipal ha sido prácticamente nula.

Podemos, sin referentes

En Podemos la situación es, si cabe, incluso más complicada. El partido ha quedado reducido a la mínima expresión tras la debacle que le ha dejado fuera de Les Corts y, a nivel municipal, los resultados no han sido mejores. Sus candidaturas tan sólo obtuvieron una treintena de concejales. Además, ni siquiera son todos propios ya que más de la mitad son de EU.

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En este contexto, el partido ha quedado descabezado esta semana. El que ha sido su máximo dirigente, el vicepresidente Héctor Illueca, ha confirmado que deja la política y, a nivel orgánico, Pilar Lima, hasta ahora coordinadora autonómica, ha confirmado su dimisión. Su salida se daba por segura, pero aboca a la formación a un congreso después del verano para elegir una nueva dirección.

Al batacazo electoral de Podemos se suma la marcha de Illueca y Lima. Y mientras, Sumar no despeja incógnitas

Tradicionalmente estos cónclaves han sido verdaderas guerras internas para hacerse con el poder y han terminado con purgas. La duda ahora es cómo se afrontará la cita en un momento en el que la formación es prácticamente inexistente.

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Por el momento nadie se ha posicionado para tratar de liderar el partido ya que los esfuerzos aún se centran en lamerse las heridas. Porque no sólo han sido fulminados en las elecciones municipales y autonómicas sino también en las generales, aunque aún no hayan tenido lugar. Yolanda Díaz ha contado con Compromís y Esquerra Unida para su candidatura pero no con ellos, que han quedado excluidos y sólo han visto como dirigentes críticos morados han entrado por la cuota de Sumar. Y ni han tenido fuerzas para alzar la voz.

En EU, por su parte, también están en proceso de reconstrucción. En realidad, el liderazgo de Rosa Pérez Garijo está en discusión desde hace meses. Cinco miembros de la comisión ejecutiva de Esquerra Unida dimitieron de sus cargos orgánicos sin alegar ningún motivo. Unas dimisiones que se sucedieron al cese de Cristian Veses como subsecretario de la Conselleria de Transparencia que dirige Garijo y que no justificó más allá de querer realizar un cambio en la gestión, y que fue interpretado a la interna. La salida de Garijo como coordinadora e EU es probable, pero no inmediata. La todavía consellera ha logrado ganar tiempo precisamente por el adelanto de las elecciones generales. Una corriente interna ya reclamó su dimisión a través de un comunicado casi anónimo.

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