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No se habla de otra cosa en los últimos días. En los corrillos políticos de Madrid, con la votación del decreto omnibus en el alero, ... el partido de Puigdemont ha dado una vuelta de tuerca más a esa exigencia plasmada en el compromiso de legislatura suscrito con el PSOE: el regreso de las empresas que desde 2017 dejaron Cataluña como consecuencia de la inestabilidad política generada por el procés. De momento, lo que ha quedado claro es que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha mostrado dispuesto a «favorecer» el retorno de esas firmas. Muchas de ellas, casi 900, decidieron establecerse en la Comunitat Valenciana.
La exigencia de los soberanistas encuentra la aquiescencia del PSOE, empeñado en lograr la supervivencia del acuerdo de investidura al precio que sea. Contentar a los independentistas, con todo, confronta en este caso con las regiones que, desde el procés, han acogido a todas esas empresas que decidieron abandonar Cataluña. CaixaBank y Banco Sabadell son, en el caso de la Comunitat Valenciana, dos de los casos más significativos.
Ni que decir tiene que por prestigio y por interés económico, la continuidad de estas y de todas las empresas que han llegado a la Comunitat constituye una prioridad. No debería de ser objeto siquiera de discusión entre los partidos políticos valencianos. Cuantas más empresas tengan su sede en la Comunitat, más riqueza, más oportunidades y mejor valoración de la región.
Pero ¿y la opinión de una dirigente valenciana que, al mismo tiempo, sea ministra del Gobierno de Pedro Sánchez? Efectivamente, las apreturas de este debate afectan a la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant. Como miembro del Gobierno, cabe suponer que su posición encaja con la que marque la dirección federal de su partido. Como dirigente valenciana, en cambio, podría verse tentada de asumir una postura que encajara con ese discurso que no se plantea ninguna duda sobre la conveniencia de que esas empresas -algunas ellas, líderes en su sector- sigan teniendo su sede en la Comunitat y no sean objeto de chantaje para regresar a Cataluña.
Morant no se ha pronunciado públicamente respecto a este asunto. Su entorno se ha remitido este mismo miércoles a Ferraz al ser preguntado por la posición de la ministra sobre este tema. A la pregunta de si eso significaba que la posición de la dirigente valenciana era la que marcara la dirección federal del PSOE, ya no ha habido respuesta.
Es, de hecho, un debate delicado, especialmente para Morant. Porque en ella confluyen esas dos condiciones de ministra del Gobierno de España y de dirigente del PSPV. Dos responsabilidades prácticamente obligadas a chocar en este tema, a riesgo de que, de no hacerlo, se pierda la mayoría en el Congreso de los Diputados (muy improbable) o se finiquite el discurso de defensa de los intereses valencianos.
El silencio de Morant, precisamente en plena carrera por la secretaría general del PSPV, es si cabe más llamativo. La ministra de Ciencia pasa por ser la aspirante 'oficialista' al liderazgo del socialismo valenciano. No tanto porque Ferraz la haya señalado en público de esa forma, como porque el entorno de Ximo Puig así la identifica. Y su condición de ministra, la única valenciana, permite concluir que cuenta con la confianza de Sánchez.
La ministra no se pronuncia porque en este debate tiene poco que ganar. Nada, de hecho. Si respalda la posición de la dirección federal del PSOE, proclive a aceptar las exigencias de Junts, la imagen de líder autónoma que pueda tener la exalcaldesa de Gandia se desvanece. Si rechaza ese chantaje de los soberanistas, se posiciona en contra de Ferraz, teórica plataforma que impulsa su candidatura para liderar el PSPV.
Este sí pero no destapa la contradicción que algunos dirigentes del PSPV ya habían venido poniendo de manifiesto respecto a la delicada posición de Morant para optar a la secretaría general del partido. Ese contraste de miembro del Gobierno y líder de un partido en una CCAA que difícilmente encontraría encaje en todas las ocasiones. Por ejemplo frente a este debate sobre aprobar estímulos de algún tipo para que las empresas regresen a Cataluña.
Morant no ha verbalizado públicamente su voluntad de optar a liderar el PSPV, un partido que tiene ante sí una delicada travesía del desierto tras perder la Generalitat y algunas de las principales instituciones el pasado 28-M. Aunque sí que ha incrementado su presencia en la Comunitat -volverá a hacerlo este jueves, con motivo del acto inaugural de la capitalidad verde de Valencia-. Junto a ella, los líderes del PSPV de Alicante, Alejandro Soler, y Valencia, Carlos Fernández Bielsa, miden sus opciones de alcanzar la secretaría general.
De los tres, Morant representa la opción preferida por el actual líder del partido, Ximo Puig, y por su entorno. Sería la candidata continuista, frente a los dos barones provinciales, Soler y Bielsa. El debate sobre el regreso de empresas a Cataluña puede ser una primera piedra de toque respecto a la dinámica a marcar como líder del partido. Una opción más cómoda para Ferraz, u otra que tenga más en cuenta las peculiaridades y los intereses de la Comunitat Valenciana.
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