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Joan Lerma (Valencia, 1951) es senador del PSOE y llegó a ser ministro de Administraciones Públicas con Felipe González en la Moncloa. Pero por ... encima de todo fue el primer presidente de la autonomía valenciana, entre 1982 y 1995. Ahora, a sus 70 años y aún en activo, observa el panorama político con la experiencia de más de cuatro décadas entre hemiciclos y despachos oficiales.
-¿Usted cree que le ha ocurrido como a Felipe, que con el paso de los años su mandato está siendo más valorado de lo que lo fue entonces?
-Creo que procuré gobernar para todos, seguramente algunos no estaban de acuerdo simplemente por ser del PSOE. Pero al menos al principio tuvimos unas mayorías muy amplias, uno de cada dos ciudadanos o más nos votaban. Y cuando perdimos las elecciones, la gente estaba mayoritariamente de acuerdo con nuestra gestión, otra cosa son las circunstancias que había, y es que teníamos una crisis económica muy acusada, y se tendía a castigar a quien estaba gobernando.
-A su gestión se le achacó falta de empuje, de liderar un proyecto ilusionante. Llegaron los fastos del 92 y Valencia no contaba, fue famosa la pintada 'España 92, Valencia 0'. ¿Cree que eran justas aquellas críticas?
-Lo que creo es que hubo un proyecto ilusionante en el que participó mucha gente, votantes o no, de toda una generación que apostó por la modernización. Y lo que ocurrió, insisto, es que sufrimos una crisis económica muy fuerte. No hubo valoración a la baja, gobernamos un primer mandato con mayoría absoluta, un segundo mandato con mayoría relativa y un tercer mandato otra vez con mayoría absoluta, así que no había un apoyo decreciente. Ahora, lo que dice usted, simbólicamente fue así, en un momento de crisis global parecía que se gastaba mucho dinero en otros sitios y aquí no, y eso es lo que la gente sintió y por eso no nos votó. Pero si comparamos aquella época con la actual, nuestros votantes, perdiendo, eran muchos más que con los que ahora gobernamos.
españa 92, valencia 0
-¿Una comunidad, una ciudad, necesitan un modelo? Y en caso afirmativo, ¿lo tenía entonces la Comunidad Valenciana?
-Tenía un modelo muy claro. Las comunidades autonómicas se habían hecho a imagen y semejanza sobre todo de Pujol, de Cataluña, y esa era una situación que a mi no me gustaba. Yo estaba convencido de que lo que teníamos que hacer no era estar permanentemente protestando contra el Gobierno central, que era lo que se me achacaba, sino desarrollar un modelo propio. No un modelo de confrontación sino de colaboración. Pero teniendo siempre presente que nosotros teníamos una especificidad y es que la nuestra era una autonomía que aunque pasaba por ser una de las punteras de España, cuando acudías a los índices de realidad teníamos mucha gente que estaba en muy mala situación. Estábamos en la media nacional en cuanto a renta pero carentes de muchos servicios. Teníamos baja productividad y competíamos con salarios bajos. Teníamos que competir con más productividad y más capacidad intelectual. Necesitábamos una modernización de nuestra sociedad, y eso no te lo da gobernar contra Madrid, te lo da trabajar en la educación, en la investigación, hacer más ciencia, potenciar las universidades... Eso es lo que hacía yo, y para eso necesitaba recursos, porque el Estado tenía poca inversión pública en la Comunidad. Confiaban en que la economía privada funcionaba. Las transferencias, nos dieron lo que tenían, pero tenían poco. Poco en comparación con otras comunidades. Necesitábamos invertir en lo que el Estado no había hecho, y para eso era la autonomía, no sólo para recuperar señas de identidad, que también.
-Sin embargo, el debate de la infrafinanciación no estaba entonces sobre la mesa.
-No, sí que estaba, pero lo que ocurrió es que cuando nos hicieron las transferencias el Estado nos transfirió lo que tenía, que era poco. Teníamos una importante actividad industrial privada y una buena educación privada, y por eso el Estado había invertido menos. Cuando nos transfieren las competencias, nos transfieren los institutos, que son pocos. No es que nos dieran poco dinero, es que había pocos institutos, y había que hacer más, y a eso nos dedicamos. Había mucho que hacer también en transportes y comunicaciones. Todo el mundo piensa que el metro de Valencia existe de toda la vida, y no es verdad, existe gracias a la autonomía.
-He escrito alguna vez que la ley más importante de la autonomía valenciana es la Llei d'Ús i Ensenyament del Valencià, aprobada en su mandato. Casi cuarenta años después ¿cuál es su valoración de esta norma, es positiva o se fue demasiado aprisa?
-No. Es una ley que hace referencia a la identidad valenciana y salió adelante sin votos en contra. Estábamos en una situación adecuada, de madurez, de consenso, sabiendo que teníamos que experimentar pero sabiendo también que la lengua es un elemento para integrar, no para enfrentar a los ciudadanos. Le dimos a la lengua el rango de oficial, que es lo que nos permitía la Constitución y el Estatuto. A partir de esa ley se implantó la enseñanza del valenciano para todos los ciudadanos y durante muchos años hemos convivido pacíficamente con las dos lenguas y ya hay más de una generación que ha aprendido a leer y a escribir en valenciano.
el caso del hermano de ximo puig
-Vamos del pasado al presente. ¿Está agotada la legislatura, lastrada por el caso Oltra y por el caso del hermano de Puig?
-Una de las cosas que diferencian a una dictadura de una democracia es la presunción de inocencia, uno lo es hasta que se demuestre que es culpable. En el caso del hermano del presidente hay más montaje político que otra cosa. Se dice, es que es empresario, pero eso no es ningún crimen, arriesga su dinero y eso hay que valorarlo. En las actividades que desarrolla hay que reconocerle que es un dinamizador de las comarcas del interior...
-Pero no se cuestiona su actividad empresarial (le interrumpo) sino haber recibido subvenciones públicas indebidamente, y en ocasiones de varias administraciones por lo mismo.
-Es un tema que habrá que demostrar y ver en qué se han gastado esas subvenciones, que es algo fácil de comprobar.
-¿La dimisión era la única salida que le quedaba a Oltra tras ser imputada?
-Sí, un tema que tiene que ver con la protección de menores ningún juzgado lo iba a cerrar. Todo ello, con independencia de que sea inocente.
-¿Hizo Puig lo que tenía que hacer o le faltó contundencia?
-Oltra necesitaba tiempo para reflexionar y Compromís también. No era una cuestión del president. Y así ha sido, cuando reflexionaron vieron que no había otra salida. Es imposible comunicar una acción de gobierno si todos los viernes te están preguntando de lo mismo, de tu caso.
CASo OLTRA
-¿No debería haber pedido disculpas a la menor, no le ha faltado empatía hacia la víctima?
-Cuando uno considera que las acusaciones son injustas y que no ha hecho nada malo es muy complicado aconsejarle acerca de cómo tiene que comportarse. Creo que ha hecho lo que pensaba que tenía que hacer. Y si se demuestra que es inocente podrá volver a la actividad política.
-¿Pueden tener estos casos y otros repercusión electoral?
-No lo pienso. Tiene un efecto muy importante, y es que muchos de ellos los ha montado el PP, con una finalidad, que nos olvidemos de su gestión, donde se han probado muchas cosas. Debería centrarse más en presentar alternativas a la sociedad.
-Hablábamos antes de modelos, ¿no le da la impresión de que ahora vamos dando bandazos, con los los grandes eventos, por ejemplo, que empezaron rechazando y ahora vuelven a gustar? Por una parte, bandazos, y por otra, discrepancias, como en el tema del puerto.
-Los grandes eventos no los inventó el PP, ya existían, lo que hay que ver es su rentabilidad social y económica. En la etapa del PP hubo algunos eventos positivos y otros que resultaron demasiado caros para la sociedad. Compromís y Podemos, que después de años de oposición se incorporaron al Gobierno, ya se han dado cuenta de que pueden tener una rentabilidad, y eso es positivo. Tenemos un gobierno de coalición con tres partidos, dos de ellos que nunca habían gobernado, con tres propuestas diferentes, y es normal que surjan discrepancias, especialmente cuando se acercan las elecciones. Pero hay cosas que hay que abordar con una solución constructiva, como el puerto de Valencia. El puerto es clave para la ciudad, la comunidad y para toda España, y hay que potenciarlo. Si alguna cosa supone un riesgo hay que plantearlo pero para solucionarlo, no para paralizarlo. La solución no puede ser dejar de hacer los proyectos, tal vez en algún caso pero no en éste.
ampliación del puerto
-¿Es por tanto partidario de la ampliación del puerto?
-Evidentemente. Además, lo que podría haber afectado a las playas del Sur de Valencia ya está hecho, lo que se tiene que hacer a continuación difícilmente va a incrementar esa afección. Podemos desarrollar hacia el Norte el puerto sin hacer una entrada Norte, utilizando el ferrocarril, que puede liberarnos de contaminación y puede ser una gran ayuda para Valencia y también para el puerto de Sagunto.
-¿Se habla ya muy poco de la infrafinanciación, no?
-No. Teníamos un sistema para revisarlo cada cinco años. Pero llegó el Partido Popular y se congeló, como se ha congelado ahora la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Cualquier solución pasa por que el Estado incremente la financiación. Pero eso requiere meter en el sistema unos 18.000 millones de euros más para las autonomías, y eso no es fácil.
-¿Cómo le suena el discurso de la descentralización que repite machaconamente Puig?
-Me suena bien. Hemos dado un impulso a España gracias a la descentralización autonómica. Todos hemos crecido mucho más que si siguiéramos con una España centralizada. Hay muchas cosas que no tienen por qué estar en Madrid, y no me refiero exclusivamente a direcciones generales sino a organismos como el Tribunal Constitucional, o el Senado. En Alemania, el Banco Central no está en Berlín, está en Francfort. Y esas cosas, más que desunir, unen, porque todos nos sentimos parte de un proyecto global.
-¿No hay una obsesión con Madrid, con el Madrid de Ayuso?
-No. Hemos sido muy prudentes con el caso de Madrid, porque además somos conscientes de que hay muchos madrileños relacionados con la Comunidad, que tienen casa aquí. Otra cosa es criticar una gestión determinada. Muchas críticas que se hicieron durante la pandemia se ha demostrado que eran ajustadas a la realidad. Y después, la receta tradicional de cobrar menos impuestos no es un invento de la presidenta madrileña, es la receta tradicional de la derecha en todo el mundo. Lo que no se dice es la segunda parte, la de ofrecer menos servicios públicos. Bajas los impuestos a los que ganan más y ofreces peores servicios a los que menos tienen.
¿madrileñofobia?
-Hablemos de elecciones. No debe de estar contento con el resultado de las andaluzas...
-La valoración, obviamente, es muy negativa. El presidente andaluz ha consolidado una imagen de moderación, y eso le ha beneficiado. Lo han juzgado por lo que ha hecho, pero no por todo lo que ha dejado de hacer.
-¿Ve un Botánico III?
-Las encuestas de Valencia siempre están muy ajustadas y así va a ser. Las diferencias entre bloques son escasas. En la derecha y en la izquierda ha habido fraccionamiento, y lo que ha sido clave para el multipartidismo ha sido la mala gestión que de la crisis de 2007-2008 hizo la Comisión Europea, aquello de gastar menos a toda costa, la política restrictiva. Con la pandemia ya no se ha actuado así. Con otras políticas no hubiera habido ni ascenso de la extrema derecha ni multipartidismo y no habría que pactar a tantas bandas para gobernar.
ACUERDOS CON BILDU
-Ya que cita la extrema derecha, una pregunta con toda la mala intención: si Vox, que está a la derecha del PP, se dice que es la extrema derecha, ¿los partidos que están a la izquierda del PSOE serán la extrema izquierda, no?
-Así lo consideran los ciudadanos cuando los entrevistan para las encuestas, de 1 a 10, 10 es la extrema derecha y 1 es la extrema izquierda.
-Pero ¿por qué entonces el PP no puede pactar con esa extrema derecha, como llaman a Vox, cuando el PSOE está gobernando con la extrema izquierda, aunque no llamen así a Podemos?
-De lo que se trata es de que todos los partidos que son legales lo siguen siendo mientras respetan las reglas del juego. Nosotros no podemos gobernar con Vox no porque sea de extrema derecha sino porque dice que la violencia de género no existe, quiere cargarse las autonomías, quiere quitar de la Constitución la diferencia entre nacionalidades y regiones... Y sin embargo, el PP ya está gobernando con ellos en Castilla y León, o tiene su apoyo en otras regiones.
multipartidismo
-Y el PSOE ha llegado a acuerdos con Bildu, un partido que repugna a la inmensa mayoría de los ciudadanos.
-Acuerdos parlamentarios. La Constitución se hizo para que quepa el mayor número de ciudadanos. A Bildu, que entonces era una terminal de la violencia de ETA, le dijimos que si asume los comportamientos democráticos cabe en el sistema, defendiendo lo que sea, pero pacíficamente. Han demostrado sobradamente que lo están haciendo.
-Hace unas semanas se celebraron los 40 años del Estatuto de autonomía con un lema, 'Fent país', que molestó a toda la oposición parlamentaria. ¿Le gustó ese lema? ¿No quedó parcial, partidista?
-Partidista, no. La derecha, en este caso arrastrada no por Vox sino por el PP, sobreactúa, porque también podía haber dicho cuál era el problema, a lo que tenía que referirse para que fuera más integrador. Yo hubiera escogido no un lema como el que se eligió, 'Fent país', sino algo más relativo a los ciudadanos, '40 años conviviendo juntos', o trabajando juntos, algo así, que no hubiera habido pretexto, aunque no estoy seguro de que el PP no hubiera buscado otro. Porque tampoco es que al final tengan mucho que celebrar como partido con la existencia de la autonomía... Vox porque no la quiere, y el PP porque la autonomía le salió del alma, tuvo que ir muy, muy, muy arrastrado, como todo el mundo recordará.
-En todo caso, hubiera sido mejor 'Fent comunitat' que 'Fent país', ¿no?
-Cualquier cosa, hay muchas cosas que podían haber estado perfectamente.
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