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¿Qué España queremos? | 5
Josep Vicent Boira: «Hubo un tiempo en que la definición de España era plural y el Rey era el Rey de las Españas»Secciones
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¿Qué España queremos? | 5
Josep Vicent Boira: «Hubo un tiempo en que la definición de España era plural y el Rey era el Rey de las Españas»Josep Vicent Boira (Valencia, 1963) es el comisionado del Corredor Mediterráneo. Y antes fue secretario autonómico de Territorio y Vivienda. Pero si nos hemos citado en la redacción de LAS PROVINCIAS es por su condición de geógrafo. Y porque es uno de los intelectuales más reconocidos e influyentes en una tierra en la que no sobran las cabezas pensantes.
-La primera es igual para todos: ¿qué es para ti España?
-Es curioso porque yo cuando he encontrado España es cuando no estaba en España. He tenido oportunidad de vivir durante un cierto tiempo en dos países, que son Italia y Estados Unidos, y ahí es donde muchas veces encontré España. Cuando viajaba a Italia, me daba cuenta de que yo quería ser como los italianos, quería que mi país fuera como Italia. Me hice la promesa de trabajar a favor de que España se homologara a Italia y al resto de países europeos. El compromiso con el Corredor Mediterráneo va por ahí, por esa idea de ser parte de Europa. Luego, en Estados Unidos, estando una tarde de verano en un pueblecito de Ohio, me sorprendió la bandera de los Estados Unidos en una piscina. Y siempre pensé que España debería aspirar a ese patriotismo, que llamé el patriotismo de piscina, pero no despectivamente sino con la idea de que los Estados Unidos se reconocen en los elementos integradores, como una piscina pública y abierta a todos. Me gustaría que en España la gente se reconociera en una bandera integradora.
-Si en España a alguien se le ocurre poner una bandera en el jardín lo acusan de facha...
-Eso es lo que nos tiene que hacer reflexionar acerca de si lo que hemos hecho está bien o no. En Estados Unidos, el patriotismo se asocia a esa bandera, pero porque el país ha dado los pasos para que la bandera se asocie a la integración. Ayer mismo (la entrevista tiene lugar el 16 de enero), en Estados Unidos era festivo, era el día de Martin Luther King. Su trabajo por los derechos civiles y por la integración venía representado en esa misma bandera.
-¿España es una nación?
-Es una pregunta… (duda).
-No es una pregunta trampa.
-(Ríe) Es una pregunta que me gustaría resolver con las explicaciones que damos a los alumnos en las clases de Geografía Política. Nunca les he dicho cuál es la definición de nación sino que hay muchas situaciones en el mundo en el que los estados y las naciones conviven. Cuando se celebra en rugby el trofeo de las siete naciones, hay naciones que no tienen Estado, y en cambio están jugando. Y hay estados, como Gran Bretaña, que no tienen una selección nacional. Con lo cual al menos les situamos en una visión plural de la realidad. En el caso de España, no puedo desligar mi respuesta de lo que es la historiografía. Hubo un intento de crear una nación en España, a partir del siglo XIX, sobre las bases de una determinada inspiración política. Pero en otros momentos España ha tenido otra forma de gobernarse y de organizarse.
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Pablo Salazar
-¿Te sientes más cómodo con la idea de una España plurinacional?
-Hace poco hemos hecho la exposición sobre cartografía y me llamó la atención un atlas, de Juan Blaeu, editado en 1672, dedicado al Rey de las Españas. Esa concepción es la que me representa. Como geógrafo, lo que he visto es que hubo un tiempo en que la definición de España era plural, y el Rey era el Rey de las Españas. El Rey gobernaba territorios diversos bajo una misma jurisdicción.
-Antes de entrar en la Historia hablemos de Geografía. Si vemos un mapa de Europa, es fácil encontrarle una lógica a España, incluso a Iberia, la unión de España y Portugal. No así a algunos proyectos de Estado, como el País Vasco o Cataluña.
-En Geografía sabemos que hubo una escuela determinista y una posibilista. La determinista señalaba que el medio físico determina la acción humana. Luego apareció otra escuela que señala que el medio físico posibilita la acción de los humanos. Creo que estamos más en esta visión del posibilismo. Efectivamente la península Ibérica a lo largo de la Historia formó diferentes realidades, algunas políticas y otras no. Hispania en época romana, por ejemplo. En el siglo XVI había visiones, con reinos con soberanías diferentes, de algo que se llamaba España pero más en el sentido geográfico o territorial que en el político. En el juego de las escalas, esa reflexión que haces sobre España la podría hacer yo también sobre Europa. Porque si te vas a un territorio mucho más amplio, Europa también es una unidad geográfica, y por tanto ¿dónde situamos esta realidad política? Eso es posibilismo, donde cada uno lo quiera poner. Volvemos a la primera pregunta, para mi Europa es nuestro destino.
-Vamos a la Historia. ¿Cuál es el momento fundacional español? ¿Covadonga, los Reyes Católicos, la Guerra de la Independencia…?
-Es una buena pregunta, más para un historiador que para un geógrafo. Pero si tuviera que decir una fecha es a partir del siglo XIX y de ciertos elementos como la Constitución de Cádiz, el liberalismo, la creación de las provincias en 1833… Que por cierto, hubo en las conferencias de las jornadas de cartografía una que señaló un tema que me interesó profundamente. Este decreto de Javier de Burgos crea las divisiones internas, que son las provincias, pero curiosamente estas provincias no rompieron las fronteras exteriores de los reinos de España. De tal manera que es cierto que el territorio valenciano se dividió en tres provincias pero más o menos correspondió a la realidad del Reino de Valencia histórico. Lo mismo pasó en Cataluña, en Andalucía, en Castilla… Esta división la hacen no ya los conservadores, sino que era heredera de Calomarde y los más tradicionalistas del Estado español. Incluso entre ellos hubo la pervivencia, la idea que nos ha llegado hasta hoy, que existían estas realidades geohistóricas que eran los antiguos reinos peninsulares. Pero me gustaría que alguien me contestara por qué no pasó lo que pasó en Francia, que los antiguos reinos fueron divididos en provincias, olvidándose de su memoria física. En España eso no pasó. Y no fue porque se resistieran las fuerzas nacionalistas en el siglo XIX, porque no existían. Se resistió, incluso desde posiciones tradicionalistas, porque creo que hay algo de verdad en la existencia de estos territorios que proviene de su propia constitución como estados.
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Pablo Salazar
-No eres nada jacobino.
-Para nada. Hay una máxima en geografía y es que cualquier relato remite a un mapa. A mi lo que me preocupa de España es que un relato centralista remite a un mapa centralista. Un relato en el que Madrid prima, remite a una España radial. Y uno de los objetivos de mi trabajo ha sido superar la España radial, porque no nos interesa ni a España ni particularmente a los valencianos. Debemos apostar por otros mapas.
-Luego iremos con la España radial pero acabemos antes con el repaso histórico. ¿La Guerra de Sucesión ha sido mitificada por los nacionalistas?
-Probablemente sí, pero es cierto que por otra parte hay algunos elementos que nos sitúan en un debate que no es puramente dinástico. Recuerdo una obra de teatro que se representó con éxito en la Valencia austracista, estamos hablando de 1705 o 1706. Uno de los personajes, que representa al Duque d'Anjou, uno de los militares que acompañaba a Felipe V, hace un discurso y habla de «altivos catalanes y osados valencianos». Y acto seguido dice, «os vamos a castigar». No dice a los partidarios de los Austrias, no, utiliza unos topónimos y unos antropónimos que son catalanes y valencianos, y esto es lo que en aquel momento se vivía. Yo creo que quien sufrió más las consecuencias de aquella guerra fue el Reino de Valencia, más que Cataluña. El Reino de Valencia no recuperó nunca su derecho foral, Cataluña sí, y Aragón también. Hubo algo que iba más allá de una pura concepción dinástica en ese enfrentamiento.
-¿Y por qué teníamos que conservar los Fueros, que al fin y al cabo no eran más que unos privilegios? Desde una concepción unitaria no tenían sentido.
-Jaume I cuando llega aquí habla del Llibre dels Privilegis y habla del Privilegis del Regne, entendidos como una salvaguarda de su manera de ser. Eran privilegios, efectivamente, pero tenían que ver con la constitución civil del Reino, no eran privilegios de clase. Eran la salvaguarda contra el despotismo. Al Rey le molestaba mucho tener que venir a jurar los Fueros, porque significaba que cualquier acción que tomara debía contar con el vist i plau de sus ciudadanos.
-No eres jacobino. No sé entonces si formas parte de esa corriente que asegura que a España le hubiera ido mejor si la invasión francesa se hubiera prolongado en el tiempo, si nos hubiéramos afrancesado.
-No, no, no. Yo no voy por la vida comprando el pack de los austracistas… y llegando a la configuración nacionalista del territorio. Yo hubiera sido un afrancesado a principios del XIX, me hubieran exiliado de España, probablemente. Esa época la he estudiado como geógrafo y una de las personalidades que más me atraen es el mariscal Suchet, que fue el gobernador de Valencia. En año y medio la Administración francesa revolucionó la ciudad. Por ejemplo, construyó el Parterre o la Glorieta, vacunó a la población, sacó los cementerios del centro, disolvió la Inquisición, publicó Voltaire... No compro el pack, examino cada momento de la Historia.
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Pablo Salazar
-Damos un salto en la Historia. ¿El franquismo sigue condicionando la vida pública y el problema identitario español?
-Ahhh… (suspiro, no sé si de resignación). El franquismo para la ciudad de Valencia fue una catástrofe. Valencia siempre fue una ciudad muy libre, que es algo que deberíamos recuperar. Cuando el franquismo llegó en el año 39 a Valencia se encontró una ciudad que había sido capital de la República. Era una ciudad acostumbrada a los grandes debates: el blasquismo, Llorente y LAS PROVINCIAS, la Exposición Regional… Era una ciudad muy abierta que desde finales del XIX hasta principios del XX eclosionó, era efervescente. Esos años, desde 1909 hasta el 36, era una ciudad muy viva, muy de agitación, a veces excesiva y violenta, otras no. El franquismo intentó que todo esto se domara, se tranquilizara, y propuso una modernización autoritaria de la ciudad. Y lo consiguió. La ciudad se modernizó, pero con un fondo autoritario. No duró tanto. Hacia el año 67, 68, empezó a resquebrajarse. Y ahí es donde se sitúa el papel que LAS PROVINCIAS tiene en temas como el cauce del Turia o El Saler, que es inconcebible que en una ciudad todavía del régimen, con Franco vivo, los movimientos sociales, pero también la prensa, LAS PROVINCIAS, fueran capaces de enmendarle la plana a los grandes planes que el franquismo tenía para la ciudad. En esos años pasaron algunas cosas. Entiendo tu pregunta pero déjame que la explique en este sentido y que la contextualice como creo que hay que hacerlo. Que es que Valencia a finales de los sesenta y los setenta volvió a ser, y no estoy hablando ideológicamente sino social y cívicamente, volvió a ser la ciudad anterior al franquismo. Es una gran lección que nos tendría que enseñar cuál es la mejor Valencia que se puede ofrecer hoy, que es esta ciudad efervescente.
-Pero me refería a que hay españoles de izquierdas que no se sienten representados por los símbolos nacionales.
- Claro, pero hay un pecado original, que es quién monopoliza estos símbolos.
-¿La Constitución del 78 está superada, hay que actualizarla, mejor no tocarla…?
-Ufff, bueno… creo que todavía da para mucho.
-¿Y el modelo autonómico te parece acertado? Esta es una pregunta casi de geografía…
-A mi sí. Enlazo con una respuesta anterior. En el XIX se tomó una decisión estratégica, y no la tomaron los nacionalistas sino los conservadores. Que fue mantener las fronteras de los antiguos reinos históricos de España. El título VIII de la Constitución es herencia de la decisión de un ministro tradicionalista que se llamó Calomarde. Eso lo que me dice es que hay un hilo. Incluso los sectores conservadores siempre pensaron que España era la agrupación o la unificación de estos reinos históricos. Y de ahí que pervivieran. No son un invento de la Transición.
-Hablemos de mapas. ¿Tiene sentido promover la coordinación entre comunidades autónomas que en un pasado lejano formaron parte de una Corona desaparecida? Y no hablo de infraestructuras.
-Hablas de Cataluña…
-Sí, de Cataluña, Valencia… de esos proyectos que se promueven y suenan a països catalans.
-Tienen sentido pero no por herencia histórica sino porque hay problemas materiales que hoy podemos compartir y resolver conjuntamente. Por eso, cuando presenté un libro que se llamó 'La Commonwealth catalano-valenciana', que fue... (duda).
-Polémico.
-Sí, polémico, especialmente y como suele pasar, para aquellos que no lo habían leído (se ríe), porque el que lo leyó sabe que no hay ni una sola expresión que remita a la idea de països catalans. Es más, el propio título de la Commonwealth hablaba del bien común, de aquello que nos une y que es evidente que hay elementos materiales que unen la Comunitat Valenciana con Cataluña, empezando por el Corredor Mediterráneo, las relaciones comerciales… algo que los empresarios entendieron bien. Esa es la perspectiva que tiene sentido, los intereses materiales por encima de la fantasía política sobre unos inexistentes països catalans que ni Cataluña se cree.
-Has hablado antes del papel de Madrid. ¿Existe madrileñofobia en algunos sectores de la sociedad valenciana, en políticos e intelectuales?
-Y deportivos. ¿Qué ocurre cuando va el Real Madrid a jugar a Mestalla? No se le recibe con grandes aplausos. Para algunos, Madrid, incluso Barcelona, han tenido un papel que ha marginado a la tercera ciudad. Parecía que en España sólo existían las medallas de oro y de plata, y no la de bronce. Algo de eso hay en un cierto resentimiento respecto a la prepotencia de lo que es Madrid.
-¿Es Madrid una aspiradora? (Puig dixit).
-Sí, creo que sí, pero no sólo de recursos. Lo que más me preocupa es que es una aspiradora de atención. Política y social. Cuando llega un puente, los periodistas siempre hablan de las entradas y salidas de Madrid. Hace poco se hizo una exposición sobre Jorge Juan que estaba en el Museo Naval, en Madrid. No tiene ningún sentido que se hagan todas estas cosas en Madrid. Hay una excesiva atención a lo que pasa en Madrid. Y esto se traduce en la tensión política. Me da la impresión de que España se contagia de la tensión electrizante que hay en Madrid y sus calles. Más que captar los recursos, me preocupa que Madrid capte excesivamente nuestra atención.
-¿Tiene solución el modelo radial de las comunicaciones del que hablabas antes?
-Sí, se llama Corredor Mediterráneo.
-¿Y el Corredor Cantábrico, no?
-Es que el Corredor Cantábrico y el Corredor Valencia-Madrid es Corredor Mediterráneo. En 2002, el Corredor Mediterráneo quedó excluido del mapa transeuropeo de transportes. Con Loyola de Palacio como comisaria en Bruselas. Y no fue hasta 2011-2012 que el Corredor consiguió entrar en la red transeuropea de transportes. Esa estructura radial comienza a resquebrajarse por la vía de los hechos y de la unificación política, social y económica con el resto de Europa, a partir de 2011. Antes era un deseo, ahora empieza a ser una realidad. De tal manera que ahora aparecen potentes ejes, como el Mediterráneo, o en un futuro, cuando esté electrificado, el Corredor Sagunto-Teruel-Zaragoza, o cuando tengamos una autopista ferroviaria entre Valencia y Madrid que concentre todo el tráfico entre el Puerto de Valencia y el centro peninsular, incluso más allá, estoy hablando del Atlántico, de Portugal. No es sólo Madrid, es que la cornisa atlántica podría bascular hacia el Corredor Mediterráneo como el gran camino, como fue en su época la Vía Augusta, el gran camino de conexión con el resto de Europa. El Corredor Mediterráneo tiene algo de epopeya, porque rompe la España radial, que es una estructuración anacrónica.
-La última, ¿te molesta cuando dicen que Valencia es el Puerto de Madrid?
-No, en absoluto. No me molesta porque es la realidad, es el puerto que está más cerca del centro peninsular, que tiene una mejor conexión ferroviaria. Y hay otro motivo por el que no me molesta y es que el Corredor Mediterráneo va como un tiro. En esta concepción de la España en red, que es la que defiendo, contra la España radial, cabemos todos.
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