![Un hombre, desnudo en su juicio | Un joven acude desnudo a su juicio en la Ciudad de la Justicia de Valencia](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202209/27/media/cortadas/DESNUDI-RqPqSSLiMTAS9aAfxGyGmWM-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Septiembre suele ser un mes ligeramente más agradable que las temperaturas de agosto, lo que todavía le permite a Alejandro Colomar practicar una de sus aficiones: el nudismo. El joven, un informático de Aldaia, se presentó este martes, sin componente textil, en la Ciudad de la Justicia de Valencia. No tardó en concentrar las miradas de curiosos, pero también de la Guardia Civil, que se interesó por su desinhibida presencia en el exterior del complejo. Fue la nota de color del día, inmerso en el tedio del caso Alquería.
El joven estaba citado en el Contencioso número 2 por la impugnación de una multa. Precisamente, una sanción por ir desnudo por la calle. «Las recurro todas desde que conocí que no es ilegal. No es la primera que gano», presume de manera espontánea. Su abogado aclara que les dieron la razón por vulneración de Derechos Fundamentales. Es decir, que en ninguna Ley se recoge que sea delito ir desnudo por la vía pública. «Esto tendría que estar castigado en las ordenanzas municipales, pero casi ninguna lo recoge».
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Colomar tiene una indudable ventaja para vivir en cueros: el teletrabajo. El hombre, de 28 años, presta sus conocimientos de informática para una empresa americana. Tampoco debe tener apuros económicos porque este trasiego judicial no le resulta gratis. Es un «fanático naturista», lo define su defensa. Sin embargo, su afición – «sólo me visto si hace frío»– también le ha generado otras consecuencias, estas de índole penal.
De momento, arrastra una condena, pendiente del Tribunal Supremo, por el hecho de desobedecer la orden de un policía de que se vistiera. Conviene precisar que estaba en la comisaría. También tiene abierto otro procedimiento, en este caso, por la denuncia de un colegio por pasearse desnudo por las inmediaciones. Son estas fórmulas, la del exhibicionismo obsceno o la desobediencia, los argumentos que parecen utilizarse para castigar la conducta del informático. Su defensa, en cambio, sostiene que se trata de una manifestación de su «libertad ideológica». El importe de las multas suele variar. «Mira, esta es la primera que me pusieron, de 100 euros. Ahora ya me ponen más dinero», comenta junto al complejo judicial.
El empeño de Colomar es obtener un pronunciamiento favorable y demostrar que la Administración se equivoca con este tipo de sanciones. La vista se celebró ayer en el juzgado. Finalmente, depuso su actitud y entró vestido a la sede judicial. En su mochila, llevaba ropa para una emergencia.
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