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La entrada de la Ciudad de la Justicia.

Otro lío del magistrado recusado en el caso Zaplana: ahora sostiene que la Policía agredió a un sobrino

José Manuel Megía Carmona declara como testigo en un juicio, pero sus compañeros de la Audiencia no dan valor a su testimonio

A. Rallo

Valencia

Domingo, 21 de abril 2024, 19:41

Los últimos meses de José Manuel Megía Carmona en la Ciudad de la Justicia distan de ser un periodo de tranquilidad, de plácida espera ante una jubilación que ya asoma en el horizonte. El magistrado vivió unos meses inesperadamente convulsos después de que fuera recusado ... por uno de los letrados del caso Erial, la investigación abierta a Eduardo Zaplana por una fortuna oculta en el extranjero y cuyo juicio se celebra estos días.

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El abogado Vicente Grima, que representa a Vicente Cotino en el sumario, no quería que Carmona estuviera en el tribunal y menos todavía como ponente, la persona encargada de elaborar la sentencia. El inicio de las hostilidades entre ambos se remonta a hace dos décadas cuando el letrado lo denunció por un delito de cohecho a cambio de supuestas rebajas de pena a un acusado. Una acusación gravísima para un profesional de la Administración de Justicia. El TSJ, no obstante, archivó el caso por falta de indicios para continuar con el procedimiento.

Tras la polémica, el magistrado concursó a un juzgado de Lo Penal de Valencia y se alejó de sus compañeros de la sección Cuarta, presidida por Pedro Castellano, hasta que recientemente acudió a una vista como testigo. Su testimonio, sin embargo, no fue acogido con demasiado entusiasmo por el tribunal, según una sentencia adelantada por el diario Levante EMV.

Los magistrados absolvieron a los dos policías acusados, uno de ellos defendido por el letrado Noel Pont, de agredir al cuñado y sobrino del propio Megía. Lo más sorprendente del asunto es que el magistrado aseguró al tribunal que uno de los policías le mostró los nudillos y presumió: «Mira cómo tengo las manos de cómo le he dado». Pero la sentencia no aborda la veracidad de ese testimonio.

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Megía tuvo un papel protagonista en el incidente. Sus familiares, al parecer, tuvieron un altercado con dos agentes de la Policía Nacional. Uno de ellos, el de mayor edad, llamó al magistrado al ver el comportamiento de los agentes con su hijo. «Le están dando una paliza a mi hijo». «Grábalo», le aconsejó el magistrado en la confianza de poder utilizar como prueba el vídeo.

Más tarde acudió a la comisaría de Gandia y mostró su carné de juez para interesarse por los motivos de la detención. Le acompañaba su hija, que es abogada. Allí, siempre según su testimonio, pudo escuchar cómo uno de los agentes soltó: «a mí los jueces me la soplan». Tras confirmarle el arresto de sus familiares se le comunicaron los motivos: atentado y amenazas.

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La Audiencia ha absuelto a los dos agentes de la ristra de delitos por los que estaban acusados, entre ellos, el de detención ilegal, maltrato, lesiones y contra la integridad moral. La sentencia recoge que no ninguno de los querellado compareció en el juicio para ratificar su testimonio. En el caso del padre porque había fallecido. Pero el hijo no compareció al no estar citado por las partes. Esto hizo que no se pudiera evaluar la declaración acusatoria con las circunstancias de inmediación y contradicción. Además las lesiones de las víctimas eran de carácter leve, perfectamente compatibles con un arresto con cierta resistencia, pero muy lejos de una agresión como la que describieron los perjudicados.

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