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La vicepresidenta Mónica Oltra, en su escaño de Les Corts. ivan arlandis

La marcha de Marzà eleva la presión sobre Mónica Oltra

A la espera del pronunciamiento sobre su imputación y con Bravo enseñándole la puerta de salida, la líder de Compromís ve más cuestionado su liderazgo

JC. Ferriol Moya

Valencia

Jueves, 12 de mayo 2022, 12:45

Mónica Oltra guarda silencio. A la líder de Compromís y vicepresidenta del Consell no le ha oído valoración alguna de las palabras que pronunció esta semana Gabriela Bravo, en las que de forma más o menos explícita le abría la puerta de salida del Consell ... . Tampoco consta valoración alguna de la decisión de Vicent Marzà de abandonar la conselleria de Educación para dedicarse al partido, Compromís, que ella lidera. Oltra observa, pero no se pronuncia. Otros cargos de la coalición y su entorno más cercano son los que se encargan de las réplicas.

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Oltra no atraviesa su mejor momento político. No es algo nuevo. De hecho viene de bastante atrás. La segunda legislatura del tripartito valenciano le ha sentado fatal a la líder de Compromís. La condena a pena de prisión a su exmarido por el caso de abusos a una menor tutelada de la Generalitat fue primero un terrible golpe personal y familiar, y después se ha convertido en una crisis política de grandes dimensiones. Y aún pueden crecer.

El TSJ valenciano tiene sobre la mesa la propuesta de un juzgado para imputar a la vicepresidenta del Consell. La gestión de la conselleria que dirige -Igualdad- se encuentra bajo sospecha después de que seis jueces y un fiscal pusieran en cuestión cómo gestionó el departamento que dirige el caso desde el momento en que la joven denunció los hechos.

Oltra, la dirigente política que encarnó en primera persona la lucha contra los casos de corrupción que sacudieron al PPCV en su última legislatura, frente a una situación más grave. Ya no se trataría de una prevaricación, sino de encubrir supuestamente un delito de abusos sexuales en el que el abusador, además, era su exmarido. La líder de Compromís, la principal referencia política a la izquierda del PSPV, entre la espada y la pared, con su futuro político en manos de un tribunal. Del más alto tribunal de la Comunitat.

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Pese al silencio, hasta la vicepresidenta del Consell es consciente de su delicada situación política. Si el alto tribunal decide aceptar la propuesta de imputación, sea únicamente de su persona o de toda la causa, su situación política se verá aún más debilitada. Lo sabe Oltra, lo sabe el presidente Ximo Puig, y lo sabe la consellera de Justicia, Gabriela Bravo.

El tripartito no está en condiciones de aguantar como miembro del Consell a un cargo imputado. El mismo tripartito que dijo reparar la 'hipoteca reputacional' no se lo puede permitir. Bravo habló el martes de dimitir «si se compromete a la institución». La propia expresión utilizada parecía referirse a la situación judicial de Oltra y a su eventual imputación.

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La dimisión de Marzà hecha más leña sobre ese incendio. El conseller de Compromís más cercano a Puig decidió este miércoles dejar su puesto, sólo unas horas antes de que el jefe del Consell mueva las fichas que tiene pendientes tras la salida de Manolo Mata de la portavocía de Les Corts. Unas horas antes de esa crisis -que parece dirigirse al fin de semana- y unas horas después de que Bravo volviera a señalar a Oltra.

Una salida para «fortalecer el partido», dijo Marzà, que es tanto como reconocer que el partido, Compromís, necesita fortalecerse. ¿Está débil? La respuesta a esa pregunta dirige de nuevo el foco sobre Oltra, tanto por su responsabilidad al frente de la coalición como porque es precisamente ella la que parece sufrir la mayor parte de esa debilidad.

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Marzà, además, ha evitado esperarse a que Puig aborde los cambios a los que le ha obligado el adiós de Mata. Se fue a la sede de su partido y oficializó su salida junto a Àgueda Micó. Se trata de un tema de partido, más que del Consell. Mensaje para la líder, que es Oltra. «No patrimonialicemos los puestos«, proclamó.

En las filas socialistas, la percepción de que Oltra se ha convertido en un lastre para las opciones de la izquierda valenciana de revalidar su mayoría en 2023 comienza a extenderse. La dirigente valenciana, la gran referencia electoral de Compromís, la artífice de que un proyecto político a la izquierda del PSPV dejara de tener un apoyo relativo -los diez escaños de EU en 1995- para tener un respaldo significativo -19 diputados en 2015-, considerada ahora como un estorbo. Primero para el PSPV; después, parece que para algunos compañeros de su propia coalición. El movimiento de Marzà se interpreta en esa clave.

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¿Y ahora qué? El silencio de Oltra no debe de interpretarse como una muestra de debilidad. Máxime mientras no se conozca la decisión del TSJ valenciano. La vicepresidenta defiende la gestión de su departamento y no se da por aludida de los reproches que aparecen en las sentencias en las que se condena a su ex. No se moverá de ahí, previsiblemente, ni no hay novedad judicial. ¿Y si la hay? La presión ha comenzado a aumentar sobre la líder de Compromís para que se aparte. Otra cosa es si esa presión le hace mella, o si acaba obligando a Puig a adoptar una decisión drástica. Todo ello, probablemente, a menos de un año de las elecciones.

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