![Elecciones en la Comunitat Valenciana | Un año para medir el desgaste del tripartito y el efecto Feijóo](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202204/23/media/cortadas/srgarcia-feijoointerior-U140293760930Zs-RZvQPVr9NvqeF8h5is1dq8H-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Queda un año, quizá un año y un mes, para la celebración de las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana. Probablemente, Ximo Puig llamará a las urnas el mismo día que se celebrarán las elecciones municipales, el 28 de mayo de 2023. Queda ... por tanto poco más de un año para saber si la izquierda mantiene la hegemonía electoral de que dispone en la Comunitat desde hace siete años o si, por el contrario, el centro derecha recupera la mayoría de la que dispuso de forma ininterrumpida durante dos décadas, entre 1995 y 2015.
El escenario político valenciano pondrá a prueba el impacto de algunos factores determinantes que, poco después, y si Pedro Sánchez no adelanta comicios, condicionará el resultado de las generales. El impacto de la crisis económica derivada de la invasión rusa de Ucrania y de las consecuencias de la pandemia, el efecto Feijóo en el electorado de centro derecha, las crecientes contradicciones entre los socios de Gobierno, tanto en el Ejecutivo central –el envío de armas a Ucrania, por poner un ejemplo– como en el propio Consell, la incorporación de Vox a gobiernos regionales, tal y como ha ocurrido en Castilla y León y quizá en Andalucía, el desgaste generado por las investigaciones judiciales que afectan al tripartito valenciano, y en especial la que puede llevar a la imputación de la líder de Compromís Mónica Oltra... Toda una serie de factores de cuya evolución a lo largo de los próximos doce meses dependerá el resultado de la cita en las urnas. Anticiparlo en este momento, con todos esos factores por definir, resulta imposible.
El tripartito valenciano que preside Ximo Puig encara este último año de su segunda legislatura con algunos condicionantes que complican la reedición de su última victoria electoral. Si la legislatura de 2011 a 2015 se vio marcada por las causas judiciales que afectaron a cargos del PP –la corrupción se convirtió en factor determinante para la derrota de los populares–, la actual legislatura ha visto cómo esos procesos en los tribunales de justicia comienzan a extenderse sobre cargos de PSPV y Compromís. Una peligrosa dinámica que puede acabar propiciando el proverbial desencanto del electorado progresista.
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BURGUERA Mar Guadalajara
El caso que más expectación ha generado es, qué duda cabe, el que afecta a Mónica Oltra. La investigación que afecta a la vicepresidenta y líder de Compromís por el ocultamiento y la dejación de responsabilidades que su conselleria hizo del caso de los abusos de su exmarido sobre una menor tutelada por la Generalitat la deja ya a las puertas de la imputación –el juez que instruía la causa ya ha pedido al TSJ que investigue a la líder de Compromís–. Oltra, la que fuera referencia de la transparencia y de las exigencias éticas al PP durante su etapa en la oposición, se ve ahora señalada justamente por hacer todo lo contrario de lo que exigía a los populares. Con el agravante añadido de ser un caso de máxima sensibilidad, como son los abusos sexuales, y de que el condenado sea su exmarido.
La evolución del caso Oltra es seguida con lupa desde el tripartito valenciano. También la de la investigación de las subvenciones a Francis Puig, el hermano del presidente de la Generalitat. Las dos causas ponen el foco de forma directa o indirecta en el presidente y la vicepresidenta del Consell.
Las investigaciones judiciales pueden suponer un desgaste para la izquierda valenciana. Y no es el único. Socialistas, Compromís y Unides Podem parecen tener cada vez menos interés por disimular sus discrepancias respecto a algunos proyectos clave. La aprobación de la tasa turística, con el entusiasmo de los nacionalistas y la cautela de los socialistas, se ha convertido en uno de los últimos choques entre los socios del Botánico. Sólo la ciudad de Valencia parece dispuesta a poner en marcha una medida que, a la vista de crisis económica y del incierto panorama financiero, tiene mucho de inoportuna y poco de meditada.
La tasa turística se suma a la ampliación del Puerto de Valencia, a las soluciones al caos de Cercanías, a la celebración de la Copa Davis, al debate de la financiación o al cambio de estación de destino del AVE a Madrid. Choques cada vez más reiterados entre los socios del Botánico que empañan el impacto de decisiones económicas positivas como la instalación en Sagunto de la gigafactoría de baterías de Volkswagen.
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La izquierda valenciana vive además pendiente de la partida de ajedrez que juega Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno ya ha amagado en varias ocasiones con dar el impulso definitivo a su nuevo proyecto político. Bendecida por los sondeos que la sitúan como una de las políticas mejor valoradas, Díaz tiene en contra no sólo la ausencia total de aparato, sino también el cada vez más evidente rechazo del Podemos de Pablo Iglesias.
El horizonte del proyecto político de Yolanda Díaz influye de forma directa en Oltra, porque la líder de Compromís fue una de las primeras en compartir protagonismo con aquella a la hora de medir los apoyos para lanzarse a la piscina electoral. Diaz ha seguido maniobrando para comprobar si hay agua como para lanzarse, mientras que Oltra parece mucho más pendiente de su horizonte judicial.
¿Y el centro derecha? La designación de Alberto Núñez Feijóo como nuevo presidente nacional del PP ha propulsado a los populares en las encuestas hasta el punto de recuperar todo el terreno perdido durante la guerra fratricida mantenida por Pablo Casado con los barones territoriales. El liderazgo del dirigente gallego parece haber contribuido a reanimar a la militancia popular, que llegó incluso a salir a la calle para exigir explicaciones al equipo de Teodoro García Egea por el pulso que mantenía con Isabel Díaz Ayuso.
Feijóo ha abierto una nueva etapa en la que el PP parece decantarse por suavizar su perfil. «No vengo a insultar a Sánchez, vengo a ganarle» ha dicho el nuevo líder popular, que en alguna reunión de la dirección de su partido ya ha advertido de que la intención del PSOE no es aislar a Vox, sino al propio PP, consciente de que el objetivo de los socialistas no es tanto la formación de derecha populista como señalar al PP por llegar a acuerdos con el partido de Santiago Abascal. Las cuatro mayorías absolutas de Feijóo en Galicia hacen confiar a un partido que vuelve a verse con opciones de llegar a la Moncloa.
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Vox, con su entrada en el Gobierno de Castilla y León, inaugura una nueva etapa en su actividad política. La gestión y las decisiones que adopte desde ese Ejecutivo la formación de Abascal serán observadas con lupa desde la izquierda, que necesita que Vox lleve a posiciones radicales al PP para poder sostener que esa dinámica se acabaría trasladando al Gobierno central.
Partida de ajedrez en la que puede participar también el PP andaluz de Juanma Moreno, adelante o no sus elecciones, porque los sondeos vaticinan la victoria del barón popular, pero alejan las opciones de una mayoría absoluta. Que Moreno se plantee ese adelanto electoral es probablemente la prueba más evidente de cómo el PP ha recuperado el pulso. Feijóo ha llegado a ironizar con el hecho de que hasta el CIS vaticine el incremento de apoyo de los populares.
Las expectativas del PP valenciano se ven incuestionablemente condicionadas por la mejora que las encuestas ya vaticinan para el PP de Feijóo. La formación que lidera Carlos Mazón ha salvado el relevo en el liderazgo nacional del partido que ha resuelto la caída de Casado y Egea, las dos personas que más fuerza hicieron para que el presidente de la Diputación de Alicante llegara al liderazgo regional.
Salvado el debate orgánico con el aterrizaje de María José Catalá en la dirección nacional y la consolidación de Esteban González Pons como uno de los hombres fuertes del equipo de Feijóo, el PP valenciano ha venido haciéndose fuerte en el control y vigilancia de una gestión, la del Consell de Puig, condicionada por un horizonte económico de crisis, las discrepancias en el tripartito y causas judiciales como la de Oltra. La apuesta del líder del PP valenciano por la política fiscal y la bajada de impuestos, en línea con las propuestas de otros barones populares, no ha tenido el eco esperado. Pero decisiones como la tasa turística, dejar escapar la Copa América o patinazos como el del decreto de medidas frente a la crisis por parte del tripartito le facilitan el camino.
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