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A. G. R.
Miércoles, 12 de septiembre 2018
Carmen Montón (1976, Burjassot) ha tenido una carrera vertiginosa en el mundo de la política. De concejal en Burjassot a diputada en el Congreso en apenas cuatro años (1999 a 2004). Su escalada en puestos de responsabilidad le llevó a la Conselleria de Sanidad, pero todavía le aguardaba un reto de mayor envergadura: ser ministra.
Sin embargo, esta velocidad al quemar etapas en el mundo laboral no tiene su correspondiente reflejo en el ámbito académico. La ministra no obtuvo su licenciatura en Medicina hasta el 13 de septiembre de 2010, según ha podido comprobar LAS PROVINCIAS. Esto supone que cuando finalizó sus estudios superiores contaba con 34 años de edad. Una edad significativamente alta si tenemos en cuenta que los licenciados obtienen sus títulos con unos 23 años. Al parecer, fue la asignatura de Pediatría la que se le atragantó. Tampoco pareció importarle demasiado esta cuestión porque la valenciana nunca ha ejercido su profesión. Desde su juventud sintió la necesidad de implicarse en la actividad política. Se afilió a las Juventudes socialistas y fue concejal en el Ayuntamiento de su localidad natal. Allí ya recibía remuneración económica por la asistencia a los plenos. Sin embargo, su verdadero salto se produce en 2004. En la capital de España, Montón se mueve bien y rápido. Logra buenas relaciones con dirigentes socialistas de peso. Su conexión con José Bono resulta determinante para su devenir político.
Su papel en las Cortes ha estado centrado fundamentalmente en leyes de marcado carácter social, como la del matrimonio homosexual o trabajos sobre las técnicas de reproducción asistida. También ha sido coordinadora del programa electoral del PSOE y ha tenido incluso participación en organismos internacionales.
La dimisión de ayer no es un episodio nuevo en su familia. Su marido, Alberto Hernández, ya se vio obligado a tomar una decisión similar cuando fue nombrado gerente de Egevasa, la empresa mixta dedicada al suministro de agua. Las críticas se hicieron insoportables y la propia vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, subrayó que no era algo «ético ni estético».
Su etapa en la Conselleria de Sanidad deja algunas luces para su partido y algunas otras sombras para la Justicia. El PSPV presume de la reversión del Hospital de Alzira y su regreso a la Generalitat al igual que de la extensión de la sanidad pública valenciana. Sin embargo, la Fiscalía Anticorrupción abrió recientemente unas diligencias de investigación para aclarar si en el centro hospitalario se fraccionaron contratos una vez las instalaciones fueron dirigidas por la Conselleria de Sanidad.
En el Palau de la Generalitat se guardó ayer un significativo silencio acerca de la tesitura de la exconsellera. No se olvida que apoyó a Sánchez cuando Puig y el resto de los barones socialistas defendían a Susana Díaz.
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