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burguera
Domingo, 29 de noviembre 2020, 00:33
Raquel Pérez Ejerique llegó en abril a la dirección de informativos de À Punt en sustitución de Remei Blasco. Ejerique se ha dado a conocer profesionalmente por destapar la irregularidad del máster de Cristina Cifuentes. Estar en el ojo del huracán no le viene de nuevas.
-¿Dónde estaba usted el 29 de noviembre de 2013 a las 12.19 horas?
-Era jefa de Actualidad de Terra.es, trabajábamos para España y Latinoamérica. Había pocos valencianos en aquella redacción y era alucinante verlo desde allí. En general, ninguno, ni los valencianos ni el resto de periodistas, daba crédito a lo que estábamos viendo. Era difícil de creer, aunque los valencianos teníamos más contexto e intentamos explicarles aquella burrada, aquella negligencia. Recuerdo también que fui yo quien llamé a Amalia Sebastián, que entonces presentaba los informativos en Canal 9 y ahora es periodista de Deportes en À Punt. Le hice una entrevista. Ahora lo pienso y lo cierto es que nunca se lo he recordado, pero lo haré.
-Fue un poco de película.
-Fue la culminación de una concatenación de errores políticos y de gestión, algo que no debe volver a suceder, ni en una televisión pública ni en un organismo público. No podemos permitirnos que los políticos, por su propia mala gestión, acaben cerrando un servicio público esencial, como es el derecho a la información.
-El inicio de À Punt también le pilló en Madrid.
-Me interesaba como periodista y valenciana, pero estaba muy lejos, y no me refiero geográficamente, sino mentalmente. Estaba trabajando en temas de sociedad e investigación. Era consciente de las dificultades de todo aquello, de los líos políticos internos porque cada partido abandera una posición y no hay dos iguales respecto a lo que se piensa que debía ser À Punt. Conocí a personas que lo pusieron en marcha contra el tiempo y contra las circunstancias, gestionando cosas... Remei Blasco, mi antecesora, me contaba que confeccionó los pliegos del mobiliario de la redacción. À Punt nació con pocos recursos y muchas prisas.
-¿Su percepción sobre À Punt ha cambiado ahora que está aquí?
-Pues sí. Obviamente no me encontré lo mismo que las personas que tuvieron que hacerse cargo de crear una televisión prácticamente de la nada. Esto de ahora es mucho más apetecible que las circunstancias de nuestros predecesores. Es apasionante montar la BBC con el presupuesto de la BBC, pero en el caso de À Punt tengo la sensación de que fue un camino espinoso. En mi caso me he podido centrar en el contenido. Cuando venía me dijeron muchas cosas y resultaron, para mi fortuna, no ser ciertas. Me decían 'adónde vas, si aquello está lleno de funcionarios'... pero ni técnicamente es así, pues se trata de personas contratadas que deberán pasar una oposición, pero es que además hay gente muy implicada.
-¿Y por qué vino, con tanta gente diciéndole que no lo hiciera?
-Fue una decisión difícil. Era la redactora jefa de Investigación en Eldiario.es y manejaba los tiempos y los temas, un lujo para ser periodista. Me gustaba lo que hacía, pero me presento porque me parecía un reto, tener más incidencia en un medio, por no ser ya sencillamente una periodista... y además se trata de un servicio público y en mi tierra, volver a mi casa aprovechando mi experiencia en prensa, radio o televisión... y además luego recibí el apoyo de la redacción, con un 70% de aprobación, daban ganas de ir besándolos a todos. Y aquí el trato es magnífico, no sé si porque estoy acostumbrada al estilo de las redacciones en Madrid, que son más asalvajadas, con mucha ambición y pelea diaria. Aquí me han recibido además con muchas ganas de cambio.
-¿En qué consiste ese cambio?
-Hemos reorganizado la redacción. La teoría inicial es que la redacción fuese 'líquida' y todo el mundo hiciera de todo. Pero en la realidad luego, con los recursos que tenemos, no era factible, así que especializamos a los redactores en materias, y creo que funciona bien porque la información parte del conocimiento del periodista. Hemos hecho una apuesta por el deporte, que es vertebrador y necesario como un servicio público. El programa matinal ha pasado a ser un programa de televisión, y hemos intentado competir en el 'prime time' del viernes con un programa que cuenta con entrevistados de primera línea de actualidad. En Les Noticies del Matí llevamos invitados que marcan la agenda, que ofrecemos noticias a las agencias que luego se pueden ver en los titulares de otros medios…
-¿Están satisfechos con las audiencias?
-Estamos en el 3,5, y somos una televisión muy joven. Cuando se dice que Canal 9 manipulaba pero la veía mucha gente, desgraciadamente no es cierto. El día que cerró estaba al 4%, y nosotros en menos de tres años ya estamos en el 3,5... los informativos de Canal 9, desgraciadamente, no los veía nadie y su audiencia la daban series como 'L'Alqueria Blanca'. À Punt tiene una oportunidad, la de ser un referente y tirar del carro informativo.
-Hace unos meses reconoció su sorpresa al llegar al ente por el nivel de hostilidad con que se trata a la televisión. ¿Ya se ha acostumbrado?
-Estoy acostumbrada a la hostilidad, por eso estoy disfrutando. Dejé Madrid con una querella (la querella de la expresidenta regional Cristina Cifuentes contra ellos por un delito de revelación de secretos por las informaciones que destaparon el Caso Máster), que aún sigue activa, y es una hostilidad que viví con todo tipo de situaciones, así que la hostilidad no es un problema. Cuando el periodismo molesta es señal de que se está haciendo bien. Si no molesta, es que se está haciendo otra cosa. No me incomoda pero sí es verdad que esa agresividad no viene tanto de la gente que nos ve, que son cientos de miles todos los días, sino de una parte del sistema institucional mediático y político…
-Creo que es difícil entender, para la gente, por qué 57 millones de euros es poco dinero para una televisión.
-Yo nunca he trabajado en un medio con tanto dinero, pero ese dinero es poco o mucho dependiendo lo que hagas con ellos. Hacer una buena televisión es carísimo. Por eso las empresas montan webs, blogs... salvo los grandes grupos de poder, en España no hay propietarios de cadenas de televisión. Para que se ponga en marcha cualquier cosa en À Punt, físicamente no pueden haber menos de 15 personas en el control central. No se ha inventado la televisión low cost. En cualquier caso, nuestra parrilla de programación completa es de las más baratas de España. Cuesta lo que Masterchef. La televisión es cara, no lo hemos inventado nosotros. Pero hacemos 15 horas de información diaria. 55 millones sería muy caro si hiciésemos simplemente una web. Como cifra global suena…
-¿Nadie le ha llamado para presionarle o quejarse por la información?
-No.
-¿Y a su jefe (el director general, Alfred Costa)?
-Si lo han hecho, ha tenido la deferencia de no decírmelo. Aunque me lo dijera, no serviría de mucho porque tenemos un camino y un cliente, que es el ciudadano. Somos de todos sin ser de nadie. Me siento libre y trabajamos así.
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