Lunes, 3 de septiembre 2018, 00:56
Los pasillos de Les Corts empezaron a registrar algo de actividad el pasado viernes, cuando el presidente Puig explicó en la diputación permanente la gestión del incendio de Llutxent y escuchó también las recriminaciones del PP y Ciudadanos. Pero la inmensa mayoría de políticos valencianos regresa hoy al trabajo. Y en la Cámara valenciana, justo una semana después.
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El debate de Política General del próximo 11 de septiembre marcará un inicio de curso señalado por la incertidumbre del final de la legislatura con numerosos frentes abiertos. Entre ellos, un incierto horizonte electoral -municipales, autonómicas y europeas- aunque Puig se inclina por no anticipar las elecciones. Las dudas se observan en los partidos que se asociaron en el Consell, PSPV y Compromís, y que junto a Podemos firmaron el pacto del Botànic. Pero también en el PP valenciano y en Ciudadanos aparecen algunos síntomas de difícil tratamiento.
PSPV
Tocar poder. El PSPV se encuentra con la ventaja de estar en el Gobierno central y en el autonómico, «da credibilidad electoral» .
Las diputaciones. El partido cree que se debe vender mejor el trabajo en la Corporación y más frente al «postureo de Compromís», que está en contra de estos órganos provinciales.
Temor a Compromís. La cercanía de las elecciones hace temer a los socialistas por las maniobras de su socio.
Corrupción. El caso Crespo Gomar, el de Bankia y la detención del expresidente de la Diputación juegan en su contra.
Puig no vende su gestión. El presidente de la Generalitat está opacado por la figura de Oltra.
El PSPV de Ximo Puig afronta la recta final de la legislatura con un gran debe en su contra y por el que Compromís le pasa factura: la financiación autonómica. El anuncio del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado junio de que no se iba a reformar el reparto de fondos a las comunidades autónomas fue un torpedo en la línea de flotación del socialismo valenciano, aunque después la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, matizara que se empezaría a hablar en septiembre, como se encarga de enfatizar el conseller del ramo Vicent Soler. Pero la realidad es que la afirmación del nuevo inquilino de La Moncloa tumbó, al menos de manera inmediata, la principal demanda de Puig durante años. Difícil imaginar un peor arranque.
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El último desencuentro del PSPV y Compromís la semana pasada, cerrado en falso el pasado miércoles, fue, de hecho, por la financiación. Desde la coalición de Oltra insisten en que esa es «la prioridad» y «la espada de Damocles del Consell». «Es fundamental que se aborde y se cierre una financiación justa para los valencianos antes de finalizar la legislatura», señala un alto dirigente de Iniciativa, partido de Compromís.
Ese último enfrentamiento hace temer a dirigentes socialistas que conforme se acerque la cita con las urnas el distanciamiento de los nacionalistas sea mayor y la gobernabilidad en el Consell más difícil. «Pero nadie ha defendido esta cuestión -la necesidad de financiación- más alto que nosotros. Y lo seguiremos haciendo. Ahora bien, somos conscientes de que eso implica a todas las autonomías y no es cuestión de 24 horas de negociación. Y eso Compromís lo sabe», responden cargos de Blanquerías.
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El hecho de que sea la vicepresidenta la portavoz del Gobierno valenciano provoca que otros cargos del PSPV consideren que Puig «no sabe vender su gestión al frente de la Generalitat». En este sentido, es necesario -según otros partidarios- que se sepa explotar el «programa» del PSPV porque a lo que se aspira en el futuro es a un Consell sólo con los socialistas.
Los casos de corrupción, como que apunta a una presunta financiación ilegal -aunque el delito habría prescrito- y el de la detención de Jorge Rodríguez siendo presidente de la Diputación, o el de Bankia en el que está relacionado un exdirigente socialista como José Cataluña, también son puntos débiles. No obstante, desde el PSPV se indica que «hemos dejado atrás la vergüenza, la corrupción de la etapa del PP». Otros confían en que una pronta resolución de ambas investigaciones -el cierre de los pesquisas sobre las finanzas y el supuesto amaño de contratos - y el levantamiento del secreto en el caso de Rodríguez despejen el horizonte judicial. «Bien para saber que no hay nada o bien para tomar las medidas que corresponda». Hay dirigentes que, por otra parte, apuntan como «un asunto grave a nivel interno» que Puig no tenga delfín que lo suceda en el partido. «¿Qué sucedería si perdemos las autonómicas?», se preguntan. Jorge Rodríguez ha enterrado ya cualquier aspiración.
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Entre los puntos positivos, que los socialistas «tocamos poder» en el Gobierno central y el autonómico «y eso da credibilidad». «El efecto Sánchez nunca nos va a perjudicar», sostienen. Carlos Fernández Bielsa, secretario de relaciones institucionales, destaca como una oportunidad que el Ejecutivo de Sánchez «es sensible a la situación de discriminación y vulnerabilidad que arrastran la Comunitat» en referencia a la infrafinanciación.
COMPROMÍS
1. Normalidad. «Pintaban un panorama apocalíptico pero se ha demostrado que no. No quitamos banderas de España ni la foto del Rey. Ha habido normalidad».
2. Financiación. «El principal problema. Es fundamental que se aborde y se cierre antes de acabar la legislatura». Redoblarán su presión a los socialistas.
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3. Relación con el PSPV. Obligados a entenderse para reeditar el pacto, la relación «no pasa por el mejor momento. Se tiene que acostumbrar a tener socios».
4. Distinguirse. «Estamos acostumbrados a gestionar la pluralidad y seguir haciendo que la diversidad (en el Consell) se note».
En Compromís reconocen que su relación con el PSPV «no atraviesa el mejor momento», aunque «ha sido correcta y cordial, y seguro que lo seguirá siendo porque vamos a revalidar el pacto y estamos obligados a entendernos». Tratan de quitar hierro a la tensión. «Aunque estemos de acuerdo en lo sustancial, es normal que haya pluralidad, diversidad de opiniones porque no siempre pensamos lo mismo y vamos a seguir haciendo que la diversidad se note», afirman. Lo que la formación nacionalista presenta como una virtud es visto en el PSPV con temor.
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Las discrepancias entre socios, que sería un punto negativo, para Compromís no lo es. «Estamos acostumbrados a gestionar la pluralidad y hemos hecho de ella un valor y en el Consell también lo es», incide un responsable. El liderazgo de Mónica Oltra es el principal valor de la coalición, aunque hay quienes reflexionan acerca de qué sucederá si al final los escaños no suman con el PSPV y Compromís se queda fuera del Consell.
PODEMOS
1. Exigir más al Consell. Podemos quiere hacerse ver y planteará exigencias al Consell, especialmente en los presupuestos, en materia de empleo, vivienda y para acabar con los barracones.
2. Agenda progresista. Falta de nervio en la gestión del Consell. Podemos ha sido casi un espectador. Ya hay diputados que exigen que marque una agenda progresista del próximo Botànic.
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3. Riesgo de desmovilización. Si el pacto del Botánico sigue el mismo camino hay riesgo de que la qente que se movilizó en 2015 esté insatisfecha y no vote.
4. Falta de estructura. El partido trabaja en crear una estructura de la que carece, especialmente en el ámbito municipal.
5. Pacto con Sánchez. Sacar rédito al acuerdo de apoyo al PSOE en el Gobierno.
El tercer integrante del pacto del Botànic, Podemos, quiere elevar la tensión ante el horizonte electoral. Les ha faltado exigencia en buena parte de la legislatura, circunstancia que quieren cambiar para reivindicar que pueden ser decisivos. «Tenemos una situación muy buena para que el Consell cumpla objetivos que hasta ahora no ha cumplido, como en empleo y vivienda», señaló un alto cargo. «La gestión de los barracones en Educación es una vergüenza», incide un diputado. «Es el momento de ser exigentes», añade.
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La falta de estructura local es un handicap que arrastra la formación de Iglesias. La negociación con EU para concurrir juntos a las elecciones les puede facilitar la situación, aunque trabajan para tratar de no depender de ellos.
PPCV
1. Liderazgo claro. Isabel Bonig inicia el curso con el liderazgo consolidado y como candidata a la presidencia de la Generalitat.
2. Valencia y España. El mensaje más claro que el PPCV hace llegar es la defensa de la Comunitat integrada en España.
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3. La corrupción. No hay una dictamen definitivo. Altos dirigentes la consideran un escollo que les aleja de la gente. Otros creen que está superada y que en época de prosperidad el mensaje que más interesa es el de las propuestas a los ciudadanos.
4. División en la provincia de Valencia. La fractura persiste y hay malestar no sólo en Valencia. Un partido dividido no gana elecciones.
5. No hay efecto Casado. La elección de Pablo Casado como presidente del PP no se ve en las encuestas.
Uno de los pocos referentes que le quedan al principal partido del panorama político valenciano, el PP, ve positivo que la presidenta de su formación, Isabel Bonig, se haya consolidado como dirigente, y que, según ellos, haya calado en la sociedad el mensaje de que es «la única formación que le pone freno a que la Comunitat Valenciana entre a formar parte de los 'països catalans'». Pero apuntan, además, que ahora el «el escenario y el discurso» han cambiado por completo y el PSPV ya arrastra «material sensible», en referencia a la corrupción. Lo que evidencia la «hipocresía» que han exhibido desde hace años.
Entre los aspectos negativos, al menos cuatro dirigentes populares observan una terna: la división del partido en la provincia de Valencia, que hará daño en las urnas. De hecho, todavía es una incógnita quién será el candidato al Ayuntamiento de Valencia con todos los concejales salvo Eusebio Monzó investigados en el caso Taula. Por otro lado, al parecer, «todavía no se ha notado el 'efecto Casado' en las encuestas». Esto genera preocupación, reflexiona un antiguo dirigente autonómico que no entiende cómo sube la intención de voto al PSOE «cuando está vendiendo humo y lleva una política errática en inmigración, junto al viaje privado de Sánchez y su mujer al FIB en avión oficial, la subida de impuestos, eludir por decreto el voto del Senado sobre los presupuestos o el pacto con los independentistas». No temen un posible adelanto electoral, convencidos de que su electorado se moviliza de manera más efectiva ante un escenario como ese. En cualquier caso, preparan un sondeo en el que tratarán de confirmar esta tesis.
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CIUDADANOS
1. Un partido de centro. Mantienen con orgullo ser de centro, «con propuestas en las que creemos, realizables y abiertos al diálogo».
2. Una opción limpia. Se consideran una opción «sensata y limpia», sin mácula de corrupción, lista para gobernar en 2019 con partidos constitucionalistas.
3. Un referente nacional. Albert Rivera es el referente de Ciudadanos en el conjunto de España. El partido en la Comunitat no dispone de un líder claro como Inés Arrimadas en Cataluña.
4. Inexperiencia en gestión. Consideran un hándicap que los vean sin experiencia de gestión. «Demostraremos que somos buenos».
En Ciudadanos consideran como ventaja que son «una opción sensata y limpia para gobernar en 2019». ¿Con quién? Hay que esperar el resultado. Pactaremos con partidos constitucionalistas».
La formación naranja está satisfecho de tener «un referente nacional», pero la Comunitat no tiene a su Inés Arrimadas. El voto a Ciudadanos ha sido hasta ahora un apoyo a Albert Rivera a la espera de la confirmación y crecimiento de Toni Cantó. Positivo también es que se les considere como «una piedra en el zapato, un adversario incómodo para derecha e izquierda».
El inconveniente, «que nos vean como que no tenemos experiencia de gestión, pero demostraremos en 2019 que somos muy buenos gestores».
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