La dana cogió a la derecha valenciana en el poder. Las elecciones autonómicas y municipales de 2023 habían puesto punto y final a la hegemonía electoral de la izquierda en la Comunitat. El PP, en solitario o gracias a acuerdos con Vox, se hizo con ... la presidencia de la Generalitat, las tres diputaciones provinciales, la alcaldía de Valencia y las de las principales capitales de la Comunitat. La decisión de Vox el pasado verano de romper los acuerdos con el PP en gobiernos autonómicos no alteró el panorama. El Consell 'sólo del PP' presidido por Carlos Mazón seguía avanzando en las encuestas, y ni siquiera iniciativas legislativas tan polémicas como la de Concordia alteraban esa hoja de ruta. El PP aparecía como un partido de gobierno serio, y Vox sufría cierto desgaste, quizá por la aparición de otras formaciones como la de Alvise en las europeas.
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Ese escenario ya es historia. El 29 de octubre abre un nuevo terreno de juego para la legislatura, un antes y un después para un Consell que hasta ese día tenía su principal preocupación en recuperar la Copa América para Valencia. Ni el Consell ni el Ayuntamiento se plantean ya tal cosa. Ahora sólo hay dana. Y todo lo que ha ocurrido desde esa fecha, y lo que ocurrirá en adelante, vendrá marcado por la tragedia que dejó esa riada. La dana ha dibujado un nuevo escenario en la derecha valenciana. La velocidad de crucero de la que disfrutaban los populares hasta esa fatídica fecha ha desaparecido.
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De hecho, lo que se ha comprobado desde entonces ha sido una sucesión de patinazos y errores incomprensibles en la mayoría de los casos. La lentitud para comunicar la comida de Carlos Mazón con una periodista ese 29 de octubre, la torpe explicación de la entonces consellera Salomé Pradas sobre el sistema Es Alert, la incomprensible polémica sobre los sueldos de los altos cargos tras el fichaje de Francisco José Gan Pampols –incomprensible y finalmente innecesaria–, la desafortunada declaración de Nuria Montes, primero, y de la senadora Teresa Belmonte, después. Una sucesión de errores de bulto, que han arruinado la imagen de pretendida solvencia que se atribuía al Consell. Y Mazón, obligado a dejar en el aire su candidatura a presidir la Generalitat en 2027.
Lo que ha ocurrido desde entonces es un giro de guion en el desarrollo de la legislatura cuyo desenlace está por ver. El PP que parecía poner rumbo hacia la mayoría absoluta vive un estado de shock en el que se le ven todas las costuras. Los silencios de algunos, la indiferencia de quienes creen que la situación no tiene arreglo, el «vamos a hacernos los muertos» de algún otro, un partido debilitado, retraído de la calle por las multitudinarias manifestaciones pidiendo la dimisión de Carlos Mazón.
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El escenario ahora es otro. La gestión de la dana y la sucesión de platinazos –en homenaje a Ignasi Pla– han derivado en la consolidación política de Vox. El exsocio de Gobierno, siempre tajante en sus posiciones políticas, a la que romper con el PP en el Consell le ha salvado de sufrir desgaste alguno por lo ocurrido, y que encuentra en el discurso de su líder, Santiago Abascal, y en la solvencia de su portavoz parlamentario, José María Llanos, argumentos suficientes como para consolidarse en este escenario. Alguna encuesta publicada en las últimas fechas apunta a un trasvase de votos del PP a Vox, o en su defecto, a una reactivación del apoyo a la formación de derecha populista mientras el respaldo a los populares se agrieta.
El fichaje de Gan Pampols como vicepresidente para la reconstrucción busca no sólo recuperar la moral de una mayoría social popular decepcionada con los políticos, sino también, enviar un mensaje hacia ese votante de Vox que tiene en el PP a un partido demasiado acomplejado como para tomar decisiones en situaciones críticas. Vox ha sugerido en los últimos días un giro de guió al mostrarse singularmente crítico con el teniente general en la comparecencia de éste ante Les Corts. Y otro tanto ocurrió con la de la responsable de Justicia, Nuria Martínez. El partido de Abascal, que ni cuando abandonó el Consell en verano mostró un perfil demasiado crítico hacia el PP, parece querer hacerse de notar ahora, quizá con la intención de trasladar a los populares que los votos de los diputados de Vox, aún siendo exactamente los mismos que hace tres meses, tienen ahora más peso político.
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En manos de Vox, sin ir más lejos, estará el futuro de esa proposición no de ley presentada por Compromís y que pide la dimisión de Mazón como president de la Generalitat. Vox se siente fuerte, consciente de la debilidad del PP valenciano y convencido al mismo tiempo que la izquierda valenciana no está en condiciones de recuperar la hegemonía electoral. Por su parte, el papel real de Gan Pampols en la reconstrucción es de momento una incógnita.
A quienes hasta ahora sí se está viendo codo con codo con Mazón es al presidente de la Diputación, Vicent Mompó, a la vicepresidenta primera Susana Camarero y a consellers como el de Medio Ambiente, Vicente Martínez Mus. Mompó, como el presidente de la Diputación de Alicante Toni Pérez representan la necesaria garantía orgánica con la que Mazón puede dedicarse a gestionar la reconstrucción sin temor a que su propio partido le haga la cama. La tentación inicial de la calle Génova parece haber desaparecido, a la espera de cómo se desenvuelve el president en ese empeño por liderar la recuperación (y no volver a presentarse en caso de no hacerlo).
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Un escenario en el que, de producirse, todo el partido miraría hacia la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, única diputada autonómica a la que se le atribuyen las condiciones necesarias para asumir ese papel. Catalá disfruta de un escenario razonablemente tranquilo en el Ayuntamiento de Valencia. El portavoz de Vox, Juan Manuel Badenas, ha bajado varios decibelios de la beligerancia que hasta hace unos meses mostraba hacia la líder popular. Y Catalá también ha entendido que la situación de Badenas, imputado por un presunto delito de odio al atribuir a un migrante la autoría de un crimen, permite una situación más llevadera en el consistorio. De manera que el horizonte para la derecha valenciana se ha ajustado bastante con la dana.
Mazón ha resistido, pero si quiere volver a avanzar tendrá en algún momento que volver a pisar la calle con normalidad. Y en concreto, acercarse a la zona cero de la dana, por donde no se le ha vuelto a ver desde hace tiempo. Mazón tiene además sobre la mesa la urgencia de reforzar su núcleo más cercano. La gestión de la dana ha destapado las carencias de un equipo en el que sólo parecen jugar un papel clave media docena de personas. Y ese dato, para un horizonte de viento a favor, puede ser suficiente.
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Pero con toda la maquinaria de Moncloa en frente, y con Sánchez decidido a tumbarlo, el líder del PP valenciano necesita mucha más acción política y mucho más argumentario para darle la vuelta a ese relato que le quiere señalar como único responsable. La suerte, para el jefe del Consell, es que el socialismo valenciano atraviesa uno de esos desiertos de los que le suele costar tanto salir.
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