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F. M.
Valencia.
Viernes, 9 de febrero 2018, 01:28
El Consell de Transparencia adolece prácticamente desde su nacimiento de los medios con los que debería dotarse a esta institución para que su funcionamiento fuera el adecuado. Una circunstancia que ha venido provocando un considerable retraso en la resolución de las reclamaciones presentadas. El colapso de la institución arranca del «pecado original» de una ley que asigna al ente unas competencias mayúsculas sin prever una dotación en consonancia.
El Gobierno valenciano, que no demuestra demasiadas intenciones de potenciar este instrumento de control -incómodo por sus propias funciones-, atendió las primeras quejas de los consejeros y aportó una serie de medios que están resultando completamente insuficientes a la vista de los resultados.
La puesta en marcha de la Oficina de Incompatibilidades debería servir para descargar de competencias al consejo (según fuentes del departamento de Manuel Alcaraz). Pero por el momento no consta que ese nuevo organismo haya permitido dotar de agilidad al Consell de Transparencia para llevar a cabo sus funciones.
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