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Diana Morant y Ximo Puig, en el hotel Las Arenas. Irene Marsilla

Ferraz presiona al PSPV para que el partido apoye la candidatura de Morant

La dirección no quiere una lucha en la organización y busca que al congreso vaya una única propuesta de liderazgo

A. Rallo

Martes, 9 de enero 2024

Ferraz lo tiene claro. La organización socialista actúa ahora como cualquier gran escudería de F-1 cuando realmente se juegan algo importante en un trazado. Lo primero, el equipo. Todo lo demás, pilotos, en este caso candidatos a liderar el PSPV, supeditados al interés de ... la firma. Aquí el proceso es algo similar. El PSOE no quiere dar libertad de acción a los aspirantes. Que no se produzca batalla en el asfalto, ni maniobras arriesgadas, ni espacios para activar el DRS. Máxima tranquilidad. Que los dos coches lleguen casi de la mano a meta.

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La dirigencia del PSOE ha trasladado a diferentes responsables del partido en Valencia que no quieren un congreso con batalla sino un escenario que permita exhibir cohesión -esto lo repitió ayer mismo Ximo Puig- y, por tanto, que no haya más de una candidatura. El problema, sin embargo, es -como siempre en estos casos- el quién. Conviene recordar ahora aquel Botánico -apenas han pasado seis meses desde las elecciones autonómicas- cuando proclamaban aquello de primero el qué y luego el quién. El propio lema era ya casi una confesión de que lo realmente capital en las discusiones era el quién. Y en esas situaciones se mueve ahora el PSPV.

La candidata de Ferraz es, sin duda, Diana Morant. Lo es porque, en realidad, es a la que más conocen como ministra de Ciencia. El hecho de que sea la decisión de Ferraz -pero no necesariamente o únicamente por ese motivo- la convierten también en la apuesta del todavía secretario general Ximo Puig. 

Sin embargo, aquí, en eso del quién, parece haber espacio para la negociación. Mientras lo de la candidatura única aparece como una cuestión inamovible. Nada de sobresaltos y menos con las elecciones gallegas el próximo mes de febrero. Pero quizá sí habría margen para la negociación en ese punto, según trasladan diferentes fuentes socialistas. Y esto se traduce en que hay partido.

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Los tiempos no dejan de ser en la política un factor con un importante peso específico. Las fechas marcan, como no podía ser de otra forma, el momento de adoptar una decisión. No es lo mismo pactar con un fiscal tres meses antes del juicio que el mismo día de la vista. La presión es absolutamente diferente. Aquí sucede algo parecido. Un pacto parece hoy lejano, pero eso no significa que no pueda darse en una semanas. En este punto se subraya como clave la convocatoria del Comité Nacional, momento a partir del cual se pueden ya presentar las candidaturas.

Las fechas clave, más allá de la del propio congreso, son las primarias. Cada aspirante debe reunir al menos 380 avales, el equivalente al 2% de los militantes y afiliados del PSPV. Para ganarlas, uno de los candidatos tiene que tener más del 50% de los votos en primera vuelta o en segunda, en caso de que sea necesaria. El hecho de que sólo haya una lista ahorra esta batalla orgánica, aunque la formalidad de convocar las primarias deba hacerse de igual modo.

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El expresidente Ximo Puig anunció ayer que la Ejecutiva que se aplazó el pasado lunes –se hizo fundamentalmente por la falta de un candidato de consenso- será convocada justo dentro de una semana, el próximo día 15. «Será entonces cuando se establezca el calendario», adelantó el todavía secretario general. El dirigente socialista compareció ante los periodistas tan sólo 24 horas después de esquivar a los medios tras una reunión en la sede del PSPV donde fueron dos diputados quienes comparecieron.

El partido busca ya un local con capacidad para 1.000 personas para celebrar el congreso a finales de febrero

La hoja de ruta se mantiene. Puig apuesta por el congreso para el mes de febrero por «razones operativas», pero también podría darse en marzo. «Depende de una cuestión logística y de las propias festividades de Valencia y Castellón», reflexionó. También hay dificultades logísticas a la hora de elegir el emplazamiento. «Tiene que albergar a más de mil personas», recordó.

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El todavía secretario general de los socialistas confirmó que se buscan locales en Valencia y Castellón, aunque desveló que por «motivos de recorrido histórico» le gustaría que fuera en esta última provincia. En definitiva, la reunión se hará donde sea viable. Y Valencia cuenta con más opciones precisamente por esa capacidad logística.

Morant confía en que el horizonte se despeje de rivales. Unas primarias pueden suponer un riesgo demasiado grande

Puig no quiso posicionarse públicamente acerca de los candidatos o de la posibilidad de una lista única. «Esa no es mi misión ahora. Quiero que lleguemos en las mejores condiciones posibles y luego que decidan los militantes. Me gustaría la mayor cohesión posible para evitar los errores del pasado, que se impusiera la visión de un partido al servicio de la sociedad y más competitivo para representar a la sociedad valenciana». Evitó dar su apoyo explícito a la ministra Diana Morant pese a que la exalcaldesa de Gandia cuenta con el apoyo, en privado, de la dirección valenciana.

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Existen expectativas de que se pueda alcanzar un acuerdo en el seno de los socialistas. «Ha pasado un mes desde el comité y con todas las fiestas de Navidad, pero hay espacio para hablar, dialogar desde la tranquilidad y la serenidad y pensando siempre en el interés general.

En la ecuación de los pactos y la posibilidad de una única candidatura resulta crucial Alejandro Soler, líder de los socialistas alicantinos y con buenas relaciones con el secretario de organización, Santos Cerdán. Tampoco se puede olvidar a Carlos Fernández Bielsa, el alcalde de Mislata y líder del PSPV en la provincia de Valencia en una eventual alianza que pueda establecer con Soler para lograr el apoyo mayoritario de la militancia.

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Morant confía en que se despeje el horizonte de rivales para dar un paso adelante. Presentarse a unas primarias con esos rivales puede suponer asumir un riesgo demasiado grande en caso de derrota. Un punto de inflexión que puede condicionar próximos retos de su carrera política.

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