El 4 de mayo de 2017, prácticamente en el ecuador de la primera legislatura del Consell del Botánico, el presidente de la Generalitat Ximo Puig rechazaba el trato singular hacia algunas CCAA en materia de financiación autonómica. El entonces líder del PSPV cuestionaba el cupo ... vasco, el acuerdo entre el Gobierno central y el País Vasco que permite a esa región disponer de una financiación al margen de las 15 autonomías del régimen común.
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Puig dijo compartir la «indignación» que producía el acuerdo entre el Gobierno presidido entonces por Mariano Rajoy y el Ejecutivo vasco. «Lo que no puede haber es discriminación: si hay dinero para solucionar la cuestión del cupo vasco, que también haya dinero para solucionar la viabilidad del resto de comunidades autónomas», proclamó.
Aquel Puig, investido dos años antes como presidente de la Generalitat, ya era consciente del maltrato en materia de financiación autonómica de la Comunitat Valenciana. Y su entonces vicepresidenta, Mónica Oltra, lo tenía igual de claro. El modelo de financiación aprobado en 2009 y caducado desde el 1 de enero de 2014 había situado año tras año a la Comunitat Valenciana a la cola en financiación por habitante. Exactamente la misma situación que se ha venido produciendo desde entonces y hasta este 2024, año tras año.
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Puig, en aquel 2017, expresaba su preocupación porque se pudiera visibilizar «que la desigualdad ya es una norma habitual en el funcionamiento del Estado». Y eso que, tal y como subrayaba, el cupo vasco y el concierto navarro forman parte de la Constitución. El trato singular que Pedro Sánchez ve «factible» reconocer a Cataluña no goza en ningún caso de ese reconocimiento constitucional.
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«Lo que no puede haber es discriminación. Coincido, evidentemente, en el sentido de la indignación que se expresa cuando en la acción presupuestaria hay una situación discriminatoria. La Comunitat Valenciana es la que menos recibe de toda España y no tiene ningún sentido, es absurdo», clamó. «Generar esta discriminación de forma permanente lo único que genera es conflicto. El Gobierno lo que debe garantizar es equidad entre ciudadanos y que no haya conflictos», zanjó.
En octubre de 2015, en un desayuno informativo en Madrid, el presidente valenciano también proclamó que aunque respetaba el cupo vasco, el cálculo del mismo «produce asimetrías». Situaciones 'singulares', podría concluirse. Oltra, a raíz del acuerdo PP-PNV de hace dos semanas, proclamó que el cupo vasco era «como un misterio de Fátima, falta de transparencia en cómo se distribuye el dinero, nadie sabe muy bien cómo se calcula, está como en una nebulosa» y «los ciudadanos tenemos derecho a saber qué criterios se aplican a la hora de distribuir el dinero» y «por qué una comunidad autónoma puede tener 2.500 euros más por habitantes que otra».
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Era, claro está, otra situación. En el Gobierno central gobernaba el PP. Y Puig, que sólo unos días después de aquellas declaraciones viajó al País Vasco, proclamó que el cupo era un mecanismo recogido en la Constitución y que por tanto «no es un privilegio» y centró sus reivindicaciones en reclamar al Gobierno que corrija la «situación profundamente injusta» en cuanto a la financiación de las CCAA de régimen común.
¿Y ahora? Puig ya no está al frente del socialismo valenciano, y ya no es el PP contra el que hay que reclamar una reforma de la financiación autonómica. La secretaria general es una ministra del Gobierno de Pedro Sánchez, la titular de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, y respecto a la exigencia de los independentistas de recibir una financiación singular, que Pedro Sánchez ve «factible» aún no se ha pronunciado.
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Sí que lo ha hecho el portavoz parlamentario, José Muñoz, que ha venido a respaldar la posición de Sánchez por la vía de normalizar esa singularidad. «También la recibe la Comunitat Valenciana», ha proclamado. Singular, ha señalado, porque está recibiendo más fondos. Singular también, aunque eso no lo ha dicho, porque es la que menos dinero recibe.
Pero es el silencio de Morant el que más incomoda en el seno del PSPV. «Esta situación es la que provocaba recelos respecto a si una ministra podía liderar al mismo tiempo una federación socialista», se advierte. Porque de facto se cae en la contradicción de tener que defender una posición, la de Sánchez, que no sólo no genera beneficio alguno para la Comunitat, sino que lo que hace es abundar en la desigualdad entre CCAA. «Es lo contrario de lo que decía Ximo Puig», remarca un exdirigente socialista.
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