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Ximo Puig, este sábado, en su despedida ante el Comité Nacional del PSPV IRENE MARSILLA

Puig abre su sucesión sin dimitir para que en el PSPV no pase «lo de siempre»

Acuerda con Ferraz adelantar el congreso a antes de primavera y tratar de armar una mayoría de unidad en torno a Morant

M. Hortelano

Valencia

Sábado, 16 de diciembre 2023, 19:55

Su salida era un secreto a voces, pero no por ello, menos importante para una federación que todavía no se ha despertado del mal sueño que supuso la noche de las elecciones autonómicas y municipales. Un partido que, además, tiene mucha experiencia enterrando a sus ... líderes de manera abrupta y que ha hecho de la guerra de guerrillas su especialidad a lo largo de las últimas tres décadas. Sin embargo, entretenidos en la tarea de gobernar casi todas la instituciones de la Comunitat, los socialistas valencianos se habían dado una tregua en estos últimos ocho años, cuando la tarta de gestionar daba para satisfacer a todos los que participaban de la fiesta de los buenos tiempos: amigos y hasta conocidos.

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Pero la situación no daba para más. La figura de Ximo Puig, hasta hace poco el mejor activo del PSPV, había dejado de sumar, una vez despojado del traje de president, y quienes creían que su tiempo había pasado tenían prisa por desempuñar la navaja. Así que el secretario general ha precipitado su marcha de manera consensuada con la dirección del partido en Madrid, para poder taponar la herida y tratar de administrar una medicina rápida que impida que las heridas a las que se expone el partido con una nueva guerra interna lo acaben premiando con el dudoso honor de liderar la oposición durante décadas. Y para que no pase «lo de siempre», como este sábdo ha dicho el propio Puig en su discurso de despedida ante el Comité Nacional, las direcciones del PSPV y del PSOE han trabajado en una salida controlada. Casi en diferido. Porque Puig se va, claro. Pero no dimite, para que el partido no pase a ser controlado por una comisión gestora. El actual secretario general se queda hasta que haya una nueva dirección, la que saldrá del congreso extraordinario que se celebrará en el primer trimestre de 2024. Pero con un perfil bajo, con la vista puesta en París, como embajador ante la OCDE, como le ha ofrecido Sánchez.

El cónclave se hará bajo una premisa: tiene que haber una única candidatura para evitar el desgaste que siempre suponen estas cosas. El problema está ahora en el quién, no en el cómo, que está claro porque para eso están los estatutos. «Hay que armar una alternativa sólida y hay que hacerlo ya, este 2024. La renovación del PSPV exige nuevas ideas, nuevos impulsos y nuevos liderazgos. Voy a proponer la convocatoria de un congreso extraordinario», dijo Puig. «Hay que construir una alternativa potente que tiene que hacer su propio 'reset', hacer otra generación de ideas. No se trata de hacer lo de siempre», detalló. Para el todavía secretario general, el nuevo proyecto que sucederá a su actual equipo debe «superar inercias y huir de confrontaciones estériles porque es hora de unidad, responsabilidad y serenidad». Para ello, él prefiere dar ahora «un paso atrás para que el proyecto lo dé dos adelante».

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El problema ahora para el PSPV es poder articular esa mayoría en torno a una única persona, porque hasta la fecha hay tres nombres claros encima de la mesa para suceder a Puig. Dos que quieren, los secretarios generales del PSPV en la provincia de Valencia y Alicante, Carlos Fernández Bielsa y Alejandro Soler, y la ministra de Ciencia, Diana Morant, que se deja querer.

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La propuesta que se trata de consensuar desde el entorno de Puig y desde el de Ferraz es, sin duda, la de Morant. Sería, además, la primera mujer secretaria general en la historia de la federación, y el cargo más importante del partido a nivel institucional. De hecho, con la pérdida de todo el poder autonómico y provincial, el Gobierno de España, en manos de PSOE y Sumar, es el principal altavoz del PSPV, donde junto con Morant hay algunos cargos más de la federación valenciana en el segundo escalón.

El acuerdo se puede tejer, por supuesto, pero necesitará del acuerdo de las llamadas familias del PSPV, porque al fin y al cabo, al líder o lideresa del partido lo eligen los militantes en primarias. Y nada puede evitar la votación, ya incontrolable, si no se perfila una única candidatura. Y eso, a día de hoy, no es una realidad, por mucho que a Ferraz y a la dirección del PSPV les gustaría. Van a promoverla en la figura de Diana Morant, claro, pero el éxito no depende sólo del golpe encima de la mesa.

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Santos Cerdán, Diana Morant y Sandra Gómez

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, ha pasado el fin de semana en la Comunitat hablando con unos y otros para tratar de dar un relevo ordenado a Puig. «Necesitamos altura de miras, diálogo generosidad y mucha unidad. No podemos tardar 20 años en volver a gobernar. En el PSPV no sobra nadie y solo hay un objetivo: volver a gobernar en 2027», ha dicho delante del Comité Nacional. Pero no ha obviado que quien ahora manda en el partido, en parte por el impulso de esa democracia interna llevada a cabo por Pedro Sánchez, es la militancia. «Desde el PSOE respetaremos lo que los militantes del PSPV decidáis», dijo. Y con esa frase se quieren quedar quienes también quieren jugar la partida para suceder a Puig,

Un expresidente de la Generalitat que, ayer, además de despedirse, ha aprovechado para hacer autocrítica. «El responsable de no haber visto lo que iba a suceder he sido yo», dijo de lo que considera que fueron algunas de las causas de perder la Generalitat: «sobró confianza en una gestión bien hecha y faltó una visión anticipatoria de lo que era el mapa de un malestar que no tenía nada que ver con los hechos positivos que se estaban produciendo. «Ha sido un enorme honor representaros, representar al partido de mi vida y al país de mi vida. Siempre a vuestro servicio. Lo mejor está por venir», ha finalizado diciendo el socialista.

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La hoja de servicios de Puig

Puig ha sido junto con Joan Lerma el único socialista que ha logrado gobernar la Generalitat. Ayer dijo adiós a una organización que ha dirigido 4.278 días. Casi doce años en los que la federación ha pasado por casi todos los estados de ánimo.Pero, su salida era ya casi una cuestión de necesidad para una federación que ahora tiene que purgarse. La intención de Puig siempre ha sido, precisamente, la de evitar una caza del zorro que convirtiera su sucesión en un espectáculo retransmitido. Algo que los socialistas valencianos acostumbran a hacer. Pero el expresidente ha tratado de dilatar esos impulsos manteniéndose en el cargo hasta que la solución beneficiosa para todos se consensuara. No podía haber un vacío de poder que abriera la guerra por la sucesión, aunque hay destacados participantes con el uniforme de camuflaje puesto.

Puig ha sido, después de Lerma (que estuvo 18 años en el cargo) el secretario general que más tiempo ha estado en el puesto. Bajo su liderazgo, el partido ha llevado a cabo importantes transformaciones orgánicas, como la implantación de las primarias abiertas para elegir al candidato a la Generalitat por primera vez en España. Después, vinieron gestos de aperturismo, como la inclusión de numerosos independientes y sociedad civil en las listas.

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En 2015, con el peor resultado de la historia del PSPV, logró convertirse en el sexto presidente de la Generalitat gracias a un pacto con Compromís y apoyo externo de Podemos. En los últimos ocho años, compatibilizar la Presidencia de la Generalitat y el liderazgo del partido ha provocado una desatención del partido. Para el entorno del exjefe del Consell era la situación lógica porque siempre han visto el partido como una herramienta para llegar a las instituciones, desde las que transformar la sociedad.

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