El anuncio de que los siete etarras con delitos de sangre que forman parte de las listas electorales de Bildu renunciarán al cargo si ... son elegidos no ha aplacado los ecos de un hecho que desde hace días se ha convertido en el eje principal de la campaña electoral. Varios barones socialistas, los principales presidentes autonómicos de ese partido, han mostrado en mayor o menor medida su rechazo a la presencia de expistoleros de ETA en las listas del partido que dirige Otegi. Alguno de ellos lo ha hecho en presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, toda una demostración de cómo el partido observa con preocupación el impacto electoral que puede tener en el 28-M la decisión de los socios de Sánchez y la tibieza con la que fue recibida en las filas socialistas. Todos, en mayor o menor medida, han venido a coincidir en la crítica a esa decisión. Eso sí, unos con bastante más énfasis que otros. De hecho, ha habido incluso quien ha preferido señalar al PP por la utilización electoralista de las víctimas, pese a que es Bildu quien lleva a los exetarras en sus listas y que ha sido una asociación de víctimas, Covite, el que denunció este hecho.
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Ximo Puig se refirió el lunes a este hecho. Y lo hizo para subrayar que el PSOE «ha estado siempre con las víctimas». Y para añadir: «Lo que no vamos a hacer jamás es utilizarlas como ya están denunciando las asociaciones de víctimas del terrorismo». El líder del PSPV no llegó a referirse a la presencia de exterroristas de ETA en las listas de Bildu. A cambio, sí que censuró la «actuación ignominiosa» de la banda. Eso sí, Puig lamentó que «la derecha en demasiadas ocasiones pone interés electoralista por encima de la dignidad». Las palabras de Puig están en línea con las pronunciadas por Pedro Sánchez, que también el lunes se refirió a que el PP, cuando no tiene propuestas o la campaña electoral no le funciona, saca a ETA. El líder del PSPV se pronunció en estos términos, eso sí, después de que el candidato del PPCV a la presidencia de la Generalitat, Carlos Mazón, le reprochara su silencio respecto a este asunto.
La posición de Puig es, no obstante, la menos contundente de las mostradas por los principales barones del PSOE. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, fue el primero en pronunciarse, ya el fin de semana pasado, y lo hizo ante Sánchez para proclamar: «Yo, con los asesinos de ETA, ni a la vuelta de la esquina». Page exhibió su habitual contundencia incluso cuando el discurso oficial de Ferraz iba en la dirección de guardar silencio sobre las listas de Bildu y esperar a que pasara la tormenta. «Cuando los independentistas buscan arrimar el ascua a su sardina, es decir, que el resto no tengamos lo mismo, yo siempre levantaré la voz. Y si esos independentistas, además, en algún momento han utilizado una pistola, con más motivo«, añadió.
Page encabeza probablemente esa parte del PSOE que ha entendido poco y mal que Sánchez haya pactado con independentistas para sostener su Gobierno. El presidente de la Junta de Extremadura y líder del PSOE extremeño, Guillermo Fernández Vara, tampoco dejó dudas sobre su posición. Fernández Vara señaló a finales de la semana pasada que le producía «repugnancia» ver a etarras en listas electorales, y añadió que era un hecho que «ni lo concibo ni lo entiendo». «Todo lo que tenga que ver con lo que significó y representó una etapa tan oscura, por suerte ya superada en nuestro país, pero una etapa muy oscura, a mí me produce repugnancia», zanjó.
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