Crisis en el Consell: «Recoge tus cuchillos y vete»
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La airada reacción de Mollà a su destitución pone sobre la mesa las distintas formas de asumir un cese en políticaLa políticas es ingrata, dicen algunos. Un día estás arriba y otro, casi sin darte cuenta, te han dado una patada y estás fuera. Cuando ... eso ocurre, y ocurre muchas más veces de las que nos pensamos, la forma de cómo tomárselo dice mucho. La deportividad es un valor también en este sector.
Hay quien coge sus bártulos y se va a otra parte. También hay quien opta por guardar silencio, bajo esa premisa de que quien hoy es tu enemigo, mañana puede ser tu aliado, y deja que la tormenta escampe. Y luego está quien no puede evitar reprimirse, y decide romper con todo, señalar a un culpable y centrar sobre él todo su odio.
Mireia Mollà fue destituida el pasado martes como consellera de Agricultura. La decisión, como bien se encargó de subrayar Presidencia de la Generalitat, la adoptó Puig a propuesta de su vicepresidenta Aitana Mas. Mas y Mollà pertenecen no sólo a Compromís, sino también a Iniciativa, el partido de... Mónica Oltra.
De las razones y las consecuencias de la salida se ha escrito mucho. Desde el entorno de Mas se apunta al «personalismo» de Mollà. Desde el de la ya exconsellera se ve la mano oculta de Oltra. Todo ello en público, bien aireado. Un drama para esa coalición a cinco meses de que se disuelvan Les Corts y se convoquen elecciones (si no antes).
En el caso de Mollà, además, se ha producido una situación que, por novedosa, resulta aún más llamativa. La ya exconsellera, hija del veterano Pasqual Mollà, ha concedido diversas entrevistas a medios de comunicación en la que ha mostrado su rechazo evidente a la decisión adoptada.
En realidad, que uno esté en contra de que lo echen resulta lo más razonable. Lo que choca es que además emprenda una especie de campaña justiciera contra quien ha adoptado esa decisión, olvidando quizá que ese tipo de puestos se ocupan porque alguien lo propone y que, en ningún caso son heredados.
La forma de Mollà (de los Mollà) de reaccionar a la destitución de la ya exconsellera ha sido radical. Mireia Mollà ha hablado de «cainismo» en declaraciones a Levante-EMV. También ha considerado que no era el momento de tomar una decisión así, entrevistada en la Cadena Ser. Pasqual Mollà ha asegurado «no reconocerse» en esta Iniciativa que toma decisiones de esta manera.
La actitud de respuesta a ese «recoge tus cuchillos y vete» que hizo famoso el cocinero Chicote en un espacio de televisión marca la personalidad de cada uno. No se han escuchado resproches ni críticas de otros consellers que han dejado el cargo en el Gobierno valenciano. Ni con Puig ni con los anteriores presidentes de la Generalitat.
Cuando Pedro Sánchez decidió acometer un profundo cambio en su Gobierno y en el partido, con el relevo de varios ministros, tampoco se escucharon reproches. El valenciano José Luis Ábalos, quizá el relevo más sonado (por lo inesperado) guardó un discreto silencio que a penas ha roto desde entonces en alguna entrevista. Y en ellas no se le ha escuchado un sólo reproche al líder de su partido. En todo caso, ha dicho, agradecimiento por haber podido desempeñar esa responsabilidad.
¿Por qué en unos casos se opta por la crítica y en otras por la elegancia? Dirigentes de diversas formaciones políticas vienen a coincidir en que la cultura de partido tiene mucho que ver con ese tipo de respuestas. «Pensar que el cargo es propiedad de uno, en lugar de una decisión que adopta otra persona, lleva a este tipo de equívocos», señala un edil.
En realidad, que Mónica Oltra en su día o Mireia Mollà esta misma semana reaccionaran como lo hicieron a su salida -la exvicepresidenta dimitió, pero ante los medios de comunicación no obvió las presiones que había recibido para obligarla a hacerlo- supone el primer contrapié serio para Iniciativa y para Compromís, una coalición que desde su nacimiento en 2010 no ha dejado de crecer y de conquistar nuevos espacios políticos. «No estaban acostumbradas a la derrota», se señala.
Otra fuente remarca que cuestionar una decisión de este tipo «te inhabilita para el futuro», entre otras razones porque «esto no va de temas personales, va de política». «Y no es lo mismo ser un político que un funcionario de la política», se remacha.
Desde otro espacio político progresista se considera que la actitud de Mollà viene a demostrar que «no hay cultura organizativa como para valorar que de esta forma le estás haciendo daño a tu organización». Por no hablar del hozironte electoral inmediato. De hecho, esa fuente recuerda la referencia de Alfons Puncel, subsecretario de Mollà que decidió dejar el cargo tras el cese de la consellera, aludiendo al «yo o el caos» que se extrae de algunas decisiones políticas. «Cuando uno juega al personalismo, es difícil no perder el filtro», se concluye.
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