El Gobierno valenciano siguió anoche con gran expectación el resultado de las elecciones catalanas, consciente de que un nuevo reparto de papeles en el escenario de la autonomía vecina podía suponer la apertura de una etapa en algunos de los temas más cruciales para la Comunitat, al menos antes de la pandemia.
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Las fuerzas del Botánico se jugaban algo tan importante como tejer una alianza y recuperar la complicidad institucional con un Gobierno, el de la Generalitat de Cataluña, con quien la relación lleva congelada desde que la deriva independentista pusiera en cuarentena los lazos económicos y políticos entre ambas regiones. Y es que en los seis años del Consell del Botánico en la Comunitat, y en los anteriores de la izquierda en la Comunitat, con Joan Lerma en los 80 y 90, nunca se ha producido una coincidencia de ejecutivos de izquierdas en ambas administraciones que diera lugar a una mayor complicidad. De hecho, en esta última etapa, con Carles Puigdemont y Quim Torra como principales exponentes institucionales del independentismo, la relación llegó incluso a quedar en suspenso. Con el sustituto en funciones, y ahora probable presidente, Pere Aragonés, ya hubo un acercamiento hace unos meses.
Sin embargo, con el resultado de anoche, habrá que esperar la postura que a partir de ahora adoptará el nuevo Govern, ya que están abiertas distintas posibilidades de formar mayoría parlamentaria. Con los datos en la mano, la principal novedad llega casi por la vía de la diplomacia. Los nuevos equilibrios en Cataluña marcan al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, un mensaje claro. Los coqueteos con Ciudadanos podrían tener los días contados en la Comunitat, de cara a un futuro rédito electoral, dada la irrelevancia del partido naranja. De hecho, fuentes socialistas ven más una oportunidad en la que el PSPV centrifugue el centro político que en la Comunitat había colonizado ahora Cs, como ha hecho el PSC de Salvador Illa.
En clave orgánica, el buen resultado del exministro de Sanidad aunque sea poco probable la posibilidad de gobernar, también beneficia a Puig. El líder del PSPV habría preferido un gobierno del candidato del PSC, pero su llegada al poder lo hubiera devaluado como barón de referencia en el PSOE, ya que Illa habría sido el presidente socialista del territorio más grande.
Ahora, el Consell deberá buscar la complicidad con el nuevo Govern que finalmente se haga con el mando para hacer un frente común en temas de tanta relevancia como la reforma de la financiación, o el corredor mediterráneo, si el nuevo Gobierno catalán decide volver a incluirlos en la agenda de prioridades, por encima del ideario independentista como único eje del programa.
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