No lo hará inmediatamente sino en una semana. Pedro Sánchez anunció ayer en Bruselas, a su llegada a la reunión extraordinaria del Consejo Europeo para ... abordar las necesidades de seguridad y rearme de Europa tras el acercamiento de Donald Trump a Vladímir Putin, que tiene intención de llamar al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y a todos los grupos parlamentarios, a excepción del de Vox, Santiago Abascal, para «intercambiar opiniones y reflexiones sobre los desafíos que tiene Europa y cuál es el planteamiento que tiene el Gobierno» el próximo jueves, 13 de marzo.
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El presidente del Gobierno informó además de que comparecerá ante el pleno del Congreso de los Diputados a finales de este mes para dar cuenta tanto de lo tratado en la cita mantenida ayer como de las cumbres de líderes internacionales en las que ha participado a lo largo de las últimas semanas en París, Londres y Kiev, en medio de las presiones y extorsiones del presidente estadounidense a Volodímir Zelenski para que se siente a negociar la paz en los términos que impongan Rusia y Estados Unidos.
El principal partido de la oposición ya le venía reclamando desde hace varios días que diera el paso de explicar en la Cámara baja «los compromisos que está dispuesto a asumir en inversión en defensa y ayuda militar».
A diferencia de otros jefes de gobierno europeos, muy explícitos y directos en sus mensajes a la ciudadanía sobre la gravedad del momento que vive Europa con el enemigo a las puertas y su aliado histórico convertido en un tercero hostil, Sánchez se ha mostrado hasta ahora comedido. Al margen de sus ruedas de prensa tras algunas de esas reuniones multilaterales, y en las que también ha evitado el tono de alarma y urgencia que se transmite desde otras capitales, sus principales referencias al excepcional contexto global han tenido lugar en actos del PSOE como un tema de confrontación política más.
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Socialistas y populares están, en este asunto, muy alineados. Pero la pugna y doméstica y las estrategias nacionales han tapado hasta ahora sus coincidencias. Sánchez ha tratado incluso de vincular al primer partido de la oposición con las posiciones de Trump por su relación con Vox. Feijóo lo presenta como un presidente maniatado por unas alianzas políticas que casan mal con los llamamientos al rearme de la UE. Y lo que dio a entender ayer el jefe del Ejecutivo es que, aunque lo llame, no tiene la más mínima intención de otorgarle un trato deferente, por más que se trate del líder de la principal partido del país y de que, llegado el caso, su apoyo puede ser necesario para tomar decisiones trascendentes en defensa.
Con un socio de coalición, Sumar, contrario al aumento del gasto militar y unos apoyos parlamentarios con posiciones antibelicistas, el presidente del Gobierno camina con pies de plomo. Hasta ahora, se mantenía en el compromiso de 2022 de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar para 2029 y evitaba hablar de la participación en una eventual fuerza de interposición en Ucrania. Ahora, fuentes gubernamentales ya decían que se intentará llegar a esa cifra cuanto antes.
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A Sánchez no se le han oído declaraciones como las que el miércoles, en un mensaje televisado, pronunció Emmanuel Macron, quien incluso ha puesto estos días sobre la mesa el debate de la disuasión nuclear: «La amenaza regresa desde el este. La inocencia de los últimos 30 años, desde la caída del muro de Berlín, ha llegado a su fin». O como las del primer ministro británico, Keir Starmen hace cuatro días: «Estamos en una encrucijada histórica. Este no es momento de palabras, es momento de actuar».
Ayer, insistió en que el apoyo de España a Ucrania es firme y recordó el acuerdo para entregar 1.000 millones de euros en ayuda militar al año durante diez años. Pero alegó, una vez más, que, frente a las «especulaciones» sobre qué se va hacer en «una tregua, un alto fuego o en un potencial acuerdo de paz», hay que ser conscientes de que «hoy la guerra continúa». Y pese al riesgo de retirada total de Estados Unidos de Europa y la OTAN antes incluso del verano, adujo que ni siquiera se sabe aún cuál será exactamente el papel de la primera potencia mundial como para ponerse a hablar de envío de tropas.
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La ministra de Defensa, Margarita Robles, confirmó ayer, en todo caso, que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), el almirante general Teodoro Esteban López Calderón, asistirá a la reunión convocado en Paris el próximo martes, con con los jefes de Estado Mayor europeos para debatir un posible despliegue de fuerzas de paz.
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