Una sanchista de la primera hora
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La valenciana logró cautivar a los tres últimos secretarios generales del PSOEPERFIL ·
La valenciana logró cautivar a los tres últimos secretarios generales del PSOER. GORRIARÁN
MADRID.
Miércoles, 12 de septiembre 2018, 00:23
Cuando el 28 de septiembre de 2016 dimitieron 17 miembros de la ejecutiva del PSOE para forzar la caída de Pedro Sánchez, Carmen Montón, secretaria de Igualdad, se mantuvo fiel al secretario general. Desde entonces, su vínculo es de acero. Tenía un papel difícil porque su jefe natural, Ximo Puig, estaba en la operación derribo que capitaneaba Susana Díaz, pero se mantuvo fiel al 'sanchismo'.
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Su ejercicio de equilibrio es digno de estudio. Respaldó a Sánchez contra el criterio de Puig, y un año antes había apoyado a Puig para que se convirtiera en el líder de los socialistas valencianos contra la opinión de Sánchez. Nadó, guardó la ropa y obtuvo recompensa doble, consellera de Sanidad de la Generalitat Valenciana con Puig y ministra del ramo con Sánchez. Acertó en sus apuestas.
Alfredo Pérez Rubalcaba reparó en aquella diputada de aspecto frágil y voz juvenil, y se la llevó a la comisión ejecutiva federal del PSOE como vocal. Con Pedro Sánchez ascendió a secretaria de Igualdad. La guerra fratricida de los socialistas de hace dos años parecía haber puesto fin a su meteórica carrera. Ximo Puig le puso además la cruz por no plegarse a sus órdenes. Pero la entonces consellera de Sanidad salvó su cabeza. Entre su gestión destacó la batalla contra la privatización de la sanidad pública, la recuperación de la sanidad universal recortada por Rajoy y la liquidación de los copagos farmacéuticos. Se convirtió en la bestia negra de la medicina privada y de los laboratorios.
Sanidad era uno de los pilares del proyecto de Sánchez y la reclamó a su lado para alivio del presidente de la Generalitat Valenciana. Estaba considerada una de las ministras más progresistas, su intensa actividad en las fiestas del orgullo gay dio fe de su compromiso con el colectivo LGTBI. Vivía días de vino y rosas hasta que afloraron los detalles de un máster que hizo porque quería especializarse en igualdad. Era un mérito curricular más que ha acabado por dinamitar su carrera política.
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