Chequeo a las consellerias: Arcadi España, el 'hereu' se lo empieza a creer

Dirigir la conselleria de Hacienda de una CCAA quebrada es un regalo envenenado. 53.000 millones de deuda, más de 2.000 millones de déficit cada año y un patrimonio negativo multimillonario suponen un lastre para la carrera política de cualquiera. A lo que puedes aspirar es a subsistir. Y en eso está Arcadi España: sacar adelante una reforma fiscal –aunque ha pasado bastante inadvertida–, los presupuestos pactados con los socios del Botánico para 2023, mantener contra viento y marea (y el Gobierno de Sánchez) la reivindicación de una nueva financiación autonómica, la condonación de la deuda y el fondo de compensación transitoria, el respaldo a las reivindicaciones del sector cerámico y las simpatías con Carlos Sanjuán y su lucha contra la exclusión financiera, su implicación personal y política con su comarca...

Puig eligió a su Arcadi España de apagafuegos para un departamento que sólo es noticia por situaciones como la actual, cuando los gastos superan con mucho a los ingresos y del mantenimiento de los primeros depende un pacto de Gobierno y las posibilidades de mantener la mayoría electoral. Inteligente sin llegar a la brillantez de su padre, Arcadi España Piera, del titular de Hacienda muchos constatan una voluntad cada vez más evidente por franquear esa distancia que hasta ahora mantenía con el partido, con las agrupaciones y con los militantes. El 'hereu' que le suelen llamar los que quisieran que no lo fuera es cada vez más consciente de que puede serlo. Su capacidad de oratoria ha mejorado varios lustros, igual que su voluntad de mostrarse cercano, de apartar cualquier sombra de ambición política –apartar la sombra no significa que no la tenga–. «Es más accesible ahora que es conseller que cuando ocupaba la dirección de gabinete de Puig», admiten en el partido.

La carrera de España está más que unida a la del president. A Puig lo conoció cuando éste ejercía de periodista y llevaba una revista local en Carcaixent, contratado precisamente por el padre del ahora conseller. Al gabinete de Rodríguez Zapatero llegó de la mano de Enrique Guerrero -también natural de Carcaixent y vinculado familiarmente al ahora conseller-. Con Puig de president se incorporó a su gabinete. Y desde allí es desde donde ha conseguido ser el candidato para todo del president -para la ejecutiva federal, para delegado del Gobierno y hasta para ministro-.

Sus críticos le reprochan que no haya acompañado nunca la teoría política que predica y que tan bien maneja de la necesaria práctica que dan las citas electorales –el 28-M va a ser prácticamente su primera vez–. Quienes también aspiran al trono que ahora ocupa Puig concluyen que el desapego del partido de España (Arcadi) le jugará en contra. De ahí, quizá, ese cambio de actitud. Para ello, probablemente, el encargo de acudir de apagafuegos a una conselleria como Hacienda. El jefe de gabinete parece decidido a convertirse en político de verdad. Estar en la dirección federal del PSOE le puede ayudar, aunque esa presencia no le haya sido de ninguna utilidad, por ejemplo, para presionar a la hora de exigir la reforma del sistema de financiación. 'Ir pa ná es tontería', se suele decir. Estar para lo mismo, otro tanto.