![La tentación de pensar que Morant es Illa](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/05/13/1475531499-RHvVCa1oqaNIFpxAVy59YCJ-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Salvador Illa fue ministro de Sanidad en la peor etapa de la pandemia del Covid. Le tocó ni más ni menos que comparecer casi a diario ante los medios de comunicación para informar del imparable avance del número de afectados, de las muertes, de las dificultades para encontrar material de protección para los sanitarios, de la incertidumbre generalizada.
Pedro Sánchez decidió que quién se había encargado de dar la cara en nombre del Gobierno en una situación tan delicada, además consiguiendo transmitir un elevado nivel de humanidad, era el indicado para encabezar la respuesta del PSC al independentismo en Cataluña. Cuando Pere Aragonés decidió adelantar las autonómicas a este 12 de mayo, terminó de confirmar el acierto de la apuesta de Sánchez por Illa. 42 escaños, primera fuerza política y único candidato con opciones de ser investido presidente.
Diana Morant es ministra de Pedro Sánchez. Y ha sido el presidente del Gobierno y líder del PSOE el que ha decidido que era la persona adecuada para encabezar el socialismo valenciano y hacer frente al Consell de PP y Vox.
Morant es la dirigente del PSPV que mejor puede representar la figura del presidente del Gobierno, en términos similares a cómo Illa lo hacía con Sánchez. El entorno de la ministra respira este lunes más tranquilo, convencido de que el resultado en Cataluña muestra el acierto de la apuesta por quien ha representado las políticas del Gobierno central.
Sánchez, capaz de darle la vuelta a las elecciones generales después de la derrota en las autonómicas del 28-M. El mismo Sánchez capaz de propiciar la primera derrota del independentismo en más de 40 años en Cataluña. Con un Sánchez así, recuperar la Comunitat Valenciana no debe costar.
Sin embargo, establecer ese paralelismo entre Morant e Illa puede resultar ficticio. Ni su gestión al frente de sus respectivos ministerios resulta comparable, ni la acción del Gobierno de Sánchez hacia una y otra CCAA guarda parecido alguno. Y, desde luego, el PSPV está muy lejos de parecerse al PSC.
Para empezar, Morant sigue teniendo serias dificultades para superar esa barrera de invisibilidad que le siguen dando las encuestas del CIS. Un nivel de desconocimiento que, desde su confirmación como líder del PSPV en el congreso de Benicàssim, puede haberse corregido parcialmente en la Comunitat. Pero que todavía le sitúa lejos de unos niveles medios de notoriedad.
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Sin nivel de popularidad, la valoración de su gestión en el ministerio resulta mucho más complicada, no siendo además titular de un ministerio de los llamados 'de Estado'. Morant logró sacar adelante la ley de Ciencia, y es verdad, ha sabido evitar charcos en las siempre complicadas aguas de la política nacional. Pero esa doble condición de ministra y líder del PSPV le impide participar en el día a día de la política valenciana, misión que recae mucho más en la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, y en el portavoz parlamentario, José Muñoz.
La gestión de Sánchez hacia la Comunitat Valenciana tampoco ha sido la misma que con Cataluña, por mucho que el Ejecutivo se empeñe en sostener lo contrario. Que la Comunitat dispone de «todas las infraestructuras soñadas», como se ha dicho desde la administración central en alusión a la ampliación del puerto o al desarrollo del corredor, choca con realidades como una red de Cercanías tercermundista, un paso a nivel, el de Alfafar, que acumula muertes y cuyo soterramiento no llega, y las ya habituales reivindicaciones de la agenda valenciana -financiación, agua, inversiones, dependencia..-.
Cataluña, por contra, ha venido logrando prácticamente respuesta afirmativa a todas y cada una de las reivindicaciones que han planteado los independentistas, entre otras razones porque Sánchez los ha venido necesitando para disponer de mayoría en el Congreso.
Y el PSPV no es el PSC. Ni la relación de uno y otro con el PSOE es comparable. Los socialistas catalanes son un partido federado con el PSOE, pero independiente de éste. Su fortaleza especialmente en la provincia de Barcelona -que es además el núcleo de población principal en Cataluña- guarda poca relación con la tradicional debilidad del PSPV en la ciudad de Valencia.
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El socialismo valenciano es PSPV-PSOE. Del viejo PSPV de Vicent Soler, Ramón Marí o Francesc Signes queda poco más que el recuerdo. El socialismo valenciano no sólo no reivindica ningún tipo de autonomía frente a la dirección federal del PSOE -como sí hace el PSC, motivo que le permite construir un discurso con el que logra robar votos a los independentistas-, sino que cuando ha acariciado abrir debates de ese tipo, como ha hecho Ximo Puig en alguna ocasión, los ha acabado abandonando por razones de coyuntura política.
Y por otro lado, el socialismo valenciano no llega 'remontando' electoralmente como el PSC -que ha pasado de los 17 escaños de Iceta en 2017, primero a los 33 y ahora a los 42 con Salvador Illa-, sino que viene de perder unas elecciones, las autonómicas del 28-M. El caso equiparable en el PSC, tras perder la presidencia de la Generalitat, es el de otro exministro, José Montilla, que en 2010 se dejó más de 200.000 votos para perder la presidencia que él mismo había ejercido hasta ese momento, tras la etapa de Maragall.
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