Cantó ha hecho carrera en Madrid. Como actor y cómo político. Y aunque se vino a Valencia en 2019, nunca dejó de mirar hacia la capital, por lo que se le augura ahora un retorno. Para lo que sea. Aseguró ayer que pretende volver a «lo suyo», pero los diputados valencianos, propios y ajenos, que lo trataron durante estos últimos dos años coinciden en que Toni Cantó ha ejercido de «lo suyo» en todo momento, en mayor o menor medida. Para entender el modo en que, el hasta ahora portavoz de Ciudadanos, se ha manejado entre Valencia y Madrid basta recordar que el mismo día que se votaron los presupuestos de la Generalitat, Cantó apuró hasta el último minuto la negociación para intentar que el Botánico aceptase sus medidas, y tras fracasar, cogió un AVE a Madrid, se plantó un disfraz de camaleón, cantó y bailó en inglés, y formó parte del show televisivo con más audiencia de ese día. Ese tirón escénico y político le ha servido para participar en el drama, el auge y caída, de dos partidos en diez años: UPyD y Ciudadanos. Ya se verá si habrá una tercera parte.
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En 2011 entró en el Congreso de los Diputados de la mano de Rosa Díez y UPyD. Salió del partido en 2015, justo a tiempo para embarcarse en Ciudadanos y continuar de diputado hasta que aterrizó en la Comunitat para ser candidato a la Generalitat en 2019.
Rivales y compañeros le reconocen la capacidad de defender su posición con ahínco. Era el encargado de enseñar a sus compañeros de Cs algunos trucos de retórica en la sesiones de formación que organizaba el partido ocasionalmente. «Siempre te decía, deja al periodista preguntar lo que quiera, pero responde lo que tú consideres», recuerda un miembro del grupo de Cs en Les Corts, donde tenía buenos colaboradores, algún enemigo y también personas que le reprochan no haber sabido integrar a todos los diputados, dejando de lado muy pronto y muy radicalmente a los que no le convencían.
Compañeros y rivales coinciden en indicar que es probable que siga en política (ayer continuó haciendo tuits sobre temas diversos de la actualidad) y en que hay dos Toni Cantó. Uno es el público, vehemente, contundente, que transmite convicción. Y el otro perfil personal, razonable, educado y hasta risueño, con capacidad para dialogar y con buena conversación sobre muchos temas. Divertido, con sentido del humor y encaje de las bromas, si bien entre las diputadas de la bancada botánica generaba un importante recelo por haberse pasado de frenada en debates de corte feminista.
Cantó ejerce como un profesional de la política, en el mejor y en el peor sentido, porque a veces ha tenido que defender estrategias de acercamiento a los socialistas valencianos de las que no estaba muy convencido. Según alguno de sus interlocutores, es de los que dispara y luego pregunta. Sigue el guion público que se ha marcado previamente. Tras la salida de Albert Rivera de Ciudadanos y después algunas decisiones de Arrimadas en relación a la política nacional, Cantó se removía en la silla. Ahora se ha levantado y encaminado a un nuevo escenario, de nuevo madrileño... ya se verá de qué tipo, si interpretativo o político.
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