david gómez
Jueves, 11 de marzo 2021, 18:34
Corría la primavera de 2015 cuando el PP presentó sus candidaturas al Ayuntamiento de Murcia y la Asamblea Regional para las elecciones municipales y autonómicas de ese año. En ninguna de las dos listas aparecía el nombre de Ana Martínez Vidal, que había sido concejal popular en el consistorio de la capital.
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Ni pidió explicaciones ni se las dieron. Tampoco cuando no fue recuperada por Pedro Antonio Sánchez para el segundo escalón del Gobierno regional, como sí ocurrió con otros ediles de Miguel Ángel Cámara que, como ella, no continuaron con José Ballesta. Seis años después, Ana Martínez Vidal, que lleva tatuada en una mano la palabra 'karma', está a un paso de convertirse en la persona que acaba con Ballesta, con Fernando López Miras (heredero de PAS) y con 26 años consecutivos de gobiernos del PP.
La protagonista de la maniobra política que ha sacudido la Región (y se ha extendido por España como una cepa del coronavirus) nació en Valencia el 31 de octubre de 1978 y vivió sus primeros años en Gerona. Su familia se afincó en Murcia cuando tenía cuatro años, formándose en el colegio Jesús y María. Mientras que hoy el feminismo lucha por impulsar el acceso de las mujeres a las titulaciones científicas y técnicas, Ana Martínez Vidal fue pionera en romper ese techo de cristal con 18 años, cuando decidió seguir la tradición familiar y estudiar Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad Politécnica de Valencia. En esa época, además de como azafata en ferias para sacarse algún dinero para sus gastos personales, trabajó como alumna en prácticas en la dirección de obra del Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena.
Acabada la carrera, realizó proyectos para la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS). Poco tiempo le dio para ejercer de ingeniera en el sector privado, pues a los 32 años se metió en política. El mayor éxito del que presume de su etapa en La Glorieta es la iluminación exterior de la Catedral. También tuvo algún que otro lío que le hizo pisar los juzgados, por el caso de los ruidos de la calle Pérez Casas. Esta causa se archivó. A Cs se afilió en 2018. Su nombre se barajó como 'número uno' al Ayuntamiento de Murcia, aunque finalmente fue en la lista autonómica, de número tres, a la sombra de la candidata Isabel Franco. Pero pronto la dirección nacional puso sus ojos en ella. Sus ahora socios del PSOE se referían a ella como «la popular portavoz». Cuando fue elegida líder regional de Cs, los socialistas se sumieron en la decepción. Ahora, optará a la presidencia regional.
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