José Luis Vera, el que fuera jefe jurídico de Divalterra, no pasa por su mejor momento. Por un lado, parece ser la cabeza de turco que han elegido los acusados del caso Alquería a la hora de derivar su responsabilidad en la polémica ... contratación de directivos. No hay declaración en el juicio en la que su nombre no aparezca con mayor o menor intencionalidad.
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La repetición parece situarse lejos de una casualidad. Por otro lado, su delicada situación en el caso Azud, donde se le apunta como posible conseguidor de contratos para el PSPV, también está generando un evidente desgaste personal. En esa tormenta mediática y personal, Vera ha querido redactar unas líneas para LAS PROVINCIAS, harto de la presión a la que se está viendo sometido. Lo hace después de su declaración como testigo en el caso Alquería.
A finales de septiembre -revela Vera- «los procesados y sus testigos afines se reunieron y diseñaron una estrategia común para defenderse en el gran juicio». Esta la basaron en dos pilares. «Por un lado no contestar al fiscal y, por otro, culpar del desaguisado a Vera. Jorge Rodríguez -presidente de la Diputación entonces- y Ricard Gallego, su jefe de gabinete, convencieron a todos de culpar a Vera como el autor intelectual de la denuncia dejando a los verdaderos denunciantes como muñecos en manos mías». Todo esto, según el testigo, tenía un objetivo: «convertir un tema judicial en una pugna política».
Este supuesto plan coincide con un periodo de baja de Vera, de cerca de 18 meses. «Y entonces les cae del cielo mi detención en el caso Azud. Aquel día cuentan que brindaron «con champagne del caro». «Era el momento para «mermar la credibilidad», admite.
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El exjurídico resume que sólo tuvieron que echar sobre él «capazos de estiércol». Para que la idea fuera exitosa también, según el relato de Vera, tuvieron que hacer de él una persona importante. «Magistrado, un gran currículum, jurista, azote de la corrupción y además con una excelente relación con el fiscal de la causa». Vera resume la situación en una cuantas palabras. «Estiércol y alabanzas ha sido su estrategia». «Me contrataron para sacar del atolladero a la empresa de más de 700 trabajadores. Pero pese a esta labor, todos, al parecer, le acusan a él. «Según ellos yo di el visto bueno a sus tropelías tomando café». Frente a esta supuesta aprobación destaca Vera la importancia de los cargos de quienes presuntamente fueron engañados, como presidentes de la Diputación, vicepresidentes, jefes de gabinetes y tres gerentes.
«Parece que se olvidan del reparto partidista que sólo ellos y sólo ellos hicieron. 3 más 1 para PSPV y cuatro para Compromis». El argumento de Vera se enfrenta aquí con cierta posición ilógica de los procesados. «Ellos no sabían nada, no hicieron nada, fue todo un señor que contrataron para llevar la causa Imelsa». Un asunto en el que se investiga, por otra parte, al expresidente de la Diputación Alfonso Rus. No parece Vera preocupado en exceso con la estrategia porque esta vía supone, por otro lado, «admitir la ilegalidad de las contrataciones» al culparlo a él.
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