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Vicente Barrera, futuro vicepresidente de la Generalitat tras el pacto alcanzado entre PP y Vox, es un nombre conocido en la sociedad valenciana. El nuevo número dos del Consell ha sido durante años uno de los iconos del toreo mundial y nada menos que ... el heredero de una estirpe de matadores que comenzó con su abuelo paterno y que estuvo a punto de desaparecer. Ahora asume una responsabilidad muy diferente al dar el salto del albero de la plaza de toros a la moqueta de la Vicepresidencia.
Barrera, nacido en Valencia en 1968 (54 años), es un hombre casado y con una hija de 8 años cuyo padre había decidido no seguir el camino marcado por su progenitor. De hecho, no le transmitió nada del mundo del toreo a su hijo y le instó a que cursase la licenciatura de Derecho, que terminó, antes de plantearse siquiera seguir la senda marcada por su abuelo. Y llegó un día que, a través de su afición a la hípica que aún mantiene, se interesó por ese mundo, que terminó convirtiéndolo en nada menos que su oficio.
En agosto de 1992 se viste por primera vez de luces, aunque sus primeras apariciones crean más interés por su apellido que por sus habilidades, tal y como admiten los cronistas taurinos. Pero poco a poco mejora y se consolida como novillero para, años más tarde, convertirse en un auténtico matador de toros tras ser apadrinado por Curro Romero.
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En poco tiempo se alza como una estrella que visita las principales plazas de España e incluso es aclamado en Sevilla, algo que nunca logró su abuelo, así como en diferentes puntos de Latinoamérica. Como muchos de su profesión, sufre una decena de cogidas y tiene que ser operado en tres ocasiones por graves heridas en el párpado, el húmero derecho y los ligamentos cruzados. Tiene suerte y siempre se recupera.
Pero hace algo más de una década es consciente que tiene que parar y decide poner fin a su carrera profesional y centrarse en pasiones que habían quedado algo aparcadas, así como en negocios de su familia al otro lado del charco. Vuelve a tener más tiempo para estar con sus más allegados y pasar jornadas en la finca familiar de Ontinyent, localidad en la que tiene un importante arraigo pese a residir en Valencia y haber pasado por Extremadura y Andalucía. Siempre ha admitido ser más de campo que de playa, aunque aprecia la costa valenciana.
De forma paralela al final de su carrera y su retiro tiene las primeras apariciones políticas. Primero respalda al PP, partido con el que llevaba años vinculado. Bajo la presidencia del popular Alberto Fabra recibe la alta distinción de la Generalitat en 2011 para poco después mojarse por UPyD, la extinta formación magenta encabezada por Rosa Díez, aunque con ninguna de las propuestas políticas siente una gran implicación, hasta que llega Vox.
El proyecto de derecha populista que tiene como máximo exponente a Santiago Abascal sí convence al torero, que decide afiliarse a un partido político por primera vez en su vida. Conforme la formación crece e irrumpe en parlamentos su nombre comienza a sonar, pero Barrera nunca decide involucrarse en primera persona. Le ofrecen varios cargos de relevancia, pero los rechaza en diferentes ocasiones al preferir quedarse en un segundo plano y sólo participar en encuentros con el toro como actor principal. Pese a todo, acepta ser el número 10 en la lista por Valencia en las elecciones municipales de 2019. Un puesto honorífico sin posibilidad de salir como concejal. En 2023 repite, aunque en el séptimo, y sigue sin conseguir el acta.
Pero es esta misma semana cuando su figura vuelve a salir a escena al ser elegido uno de los negociadores para conformar el nuevo Ejecutivo valenciano PP-Vox. Su presencia sorprende desde el primer momento y cuando Carlos Flores Juberías renuncia a ser vicepresidente de la Generalitat–cargo que ya nunca ocupará al ser candidato al Congreso– comienza a captar más atención. Un proceso que llega a su final al ser encumbrado como vicepresidente. O al principio. Porque a partir de este momento comienza una verdadera trayectoria política en la que asumirá también la Conselleria de Cultura, donde se da por hecho que los toros tendrán un papel protagonista. Además, será el cargo institucional de más peso de Vox en España. Toda una declaración de inatenciones.
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