BURGUERA
Lunes, 14 de febrero 2022
Los resultados en Castilla y León obligan a sacar la calculadora. La calculadora buena, la que suma decimales y permite hacer fracciones y derivadas compuestas. La fuerza de los bloques de izquierda y derecha continúan siendo muy parejas en la Comunitat. La victoria ... del PP en tierras castellanoleonesas no va en consonancia con la inercia arrolladora que parecía haber adquirido la marca popular tras la convulsión del pasado verano. Díaz Ayuso arrasó en Madrid y Génova evitó que los socialistas y Ciudadanos les birlasen el gobierno de Murcia. Mañueco ha ganado por la mínima. El adelanto electoral no le ha dado el margen que estimaron en la sala de máquinas de Pablo Casado. Lo que ha ganado por el centro (los votantes de Ciudadanos) se le ha ido por la derecha (Vox). Así las cosas, en la Comunitat, Carlos Mazón, presidente del PPCV, tiene que abrir su mano izquierda y centrar la mirada mientras tapona la banda diestra si quiere volver a la Generalitat.
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Los populares valencianos, si quieren gobernar, no sólo tienen que ganar las elecciones autonómicas valencianas. Ya lo hicieron en 2015. Y se fueron a la oposición. Mazón necesita contar diputados suficientes como para convertirse en presidente del Gobierno valenciano solo o, posiblemente, en compañía de otros, Vox. Sin embargo, el partido de Abascal puede facilitar y acompañar, pero también molestar, competir y hasta amenazar este escenario de futuro para el PP.
Hay una distinción importante entre el sistema de recuento de sufragios y asignación de escaños en Castilla y León respecto a la Comunitat. Allí se rebañan las papeletas hasta el hueso. Aquí muchos votos acaban en un limbo del que se beneficia el ganador de los comicios. Al hemiciclo castellanoleonés llega un procurador de Ávila con el 1,1% de los votos totales computados, menos de 14.000 de las papeletas depositadas en la cita con las urnas del pasado domingo. Con un porcentaje algo superior (1,5%) y menos de 20.000 votanes a su favor, SoriaYa contará con tres escaños.
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En la Comunitat, o alcanzas el 5% de representación a nivel global o te quedas fuera de Les Corts. Esa diferencia en el recuento beneficia a quien gana las elecciones, que se apropia de los diputados que fluctúan. Además, cuanta más distancia se obtiene respecto al segundo partido más votado y, especialmente, en relación al tercero, más ventaja para el ganador. Así las cosas, el PP se ve obligado a realizar cálculos relativamente más complejos en la Comunitat, pero que básicamente apuntan a que precisa ganar con holgura, que el voto del bloque de la derecha se fragmente menos que el de la izquierda y que su potencial socio (Vox) disponga de un músculo que le sirva de muleta. Pero que no sea una muleta demasiado alta ni demasiado pesada, que sea ligera.
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Mazón soñará con una mayoría absoluta, y no hay que tildar de iluso al que tenga una ilusión, pero la cúpula del PPCV es consciente de que ese plácido escenario está lejos del resultado probable en 2023. El PSPV recibió en 2019 un total de 637.000 votos por los 504.000 valencianos que apoyaron la candidatura encabezada entonces por Isabel Bonig. Ciudadanos obtuvo 466.000 votos y Vox casi 279.000 sufragios. Los populares hacen guiños de todo tipo a los naranjas.
La idea del PP es captar la mayor cantidad de simpatizantes de Ciudadanos. El objetivo, no sólo pulverizar los 133.000 votos de margen de la victoria de Puig sobre Bonig, sino mucho más, lograr que, al menos, dos tercios de los votantes valencianos de Cs (unos 300.000 votos) recalen en el PP y rozar así los 800.000 sufragios. Y a la vez, que el crecimiento de Vox (si continúa la tendencia apuntada en Castilla y León, que no en Madrid, donde sólo mejoró en un diputado respecto a las elecciones de 2019) no sea a su costa.
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Los populares confían en que la irrupción del partido de Abascal en la Comunitat durante los últimos comicios (logró 10 diputados en Les Corts) tenga un margen de mejora moderado dentro de un año. Fuentes del PP, no obstante, apuntan a que los voxistas lograron esos resultados sin apenas estructura interna y con un candidato (José María Llanos) poco conocido, algo que quizá cambie y mucho si la cabeza electoral de Vox en la Comunitat es conocida. Así, la opción voxista puede pasar de ser un complemento a una complicación.
Los analistas populares valencianos entienden que lo más razonable es considerar que muchos de los 150.000 votantes desencantados con Cs han preferido la papeleta del PP, que a su vez ha sufrido una hemorragia hacia Vox. Ese desvío del eje en Castilla y León, más hacia la derecha, es lo que el PP de la Comunitat pretende que no se repita en el bloque de la derecha valenciana, los votos que ahora sustentan la oposición al Botánico en Les Corts. Si Mazón centra su discurso, puede perder votos por su electorado más a la derecha. Si el candidato popular contenta a sus simpatizantes más conservadores, puede quedarse sin capacidad de atracción para los desencantados de Ciudadanos. Y ahí está el dilema.
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Noticias de las elecciones en Castilla y León
Miguel Ángel Alfonso
Javier Arias Lomo
Antonio Corbillón
Alfonso Fernández Mañueco ha vencido al socialista Luis Tudanca por la mínima y dispone de dos procuradores más en el hemiciclo autonómico con sede en Valladolid. En torno al PP se ha producido un intercambio de papeles. Ciudadanos logró en 2019 un total de 13 escaños y ahora ha pasado a 1. Vox recibó hace tres años 75.000 sufragios (un diputado) y ahora ha saltado hasta los 13. Algunas lecturas realizadas desde la izquierda pretenden explicar esto como un trasvase puro y duro del naranja al verde. La lógica política permite entender que el trasvase es menos simple.
Se han volatilizado en tres años 175.000 papeletas de electores que no han acudido a las urnas, lo que en Castilla y León supone un 15% menos de votantes. El PP cuenta con tres diputados más a pesar de haber recibido 54.000 votos menos aproximadamente. El trueque entre Vox y Ciudadanos tampoco es exacto.
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La número dos del PP en la Comunitat y síndica popular en Les Corts, María José Catalá ha sido la encargada de hacer un balance de los resultados electorales. Catalá enfatiza que sus compañeros en Castilla y León están en su derecho de «abrir la ronda de negociaciones oportunas» tanto con Vox como con el resto de partidos con representación, insistiendo en que «los ciudadanos votan y esas son las reglan del juego».
Catalá ha subrado que su partido registra «mejores resultados que el PSOE, Unidas Podemos y Ciudadanos», lo que ve como un mensaje a Sánchez de que «está perdiendo todas las elecciones» y que lo mismo pasará en Andalucía. Dicho esto, ha garantizado que si la situación fuera similar en la Comunitat también hablarían con todos los partidos porque «es la responsabilidad del PP: Merecen ser escuchados y no hay que excluir a nadie si nos autoproclamamos demócratas».
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En el entorno del jefe del Consell, Ximo Puig, están convencidos de que, en las próximas elecciones autonómicas, el Botánico cuenta con dos factores de popularidad que les permitirá mantenerse al frente de la Generalitat. Desde Presidencia consideran que Ximo Puig es ahora mismo un valor por sí mismo, una garantia nominativa más apreciada por los electores valencianos incluso que la opción PSPV-PSOE. Se trata de un análisis muy presidencialista, pero es el que se hace en los despachos del Palau. Por otro lado, se augura que volver a celebrar las elecciones en mayo (en 2019, Puig adelantó las elecciones a abril) y hacer coincidir los comicios municipales con las candidaturas a la Generalitat, fortalece el voto de todo el bloque de la izquierda en su conjunto, principalmente el del PSPV y Compromís. La coalición nacionalista cuenta con una base de simpatizantes locales muy consolidada que, por otro lado, asegura la ya de por sí conocida marca electoral que supone la presencia de Mónica Oltra.
El síndic del PSPV en Les Corts y número dos de los socialistas valencianos, Manolo Mata admite que la jornada electoral se zanja con un resultado negativo «para los socialistas», y ha incidido en que el auge de Vox «arrastra al PP a ciertas posiciones», si bien el escenario en Castilla y León «no es extrapolable». «El objetivo es claro: Vox quiere cargarse al PP y luego a la democracia, por ese orden», ha añadido Mata, para quien el tripartito debe «continuar resistiendo y seguir gobernando para la gente normal».
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