Saturnino Suances, hermano de la diputada Elvira Suances, fue el abogado que asesoró a Joaquín Barceló cuando comenzaron los problemas en Andorra a raíz de la investigación al BPA por participar en actividades de blanqueo. Suances se defiende a sí mismo en la causa de ... Erial. Su declaración no fue breve. Todo lo contrario. Cada pregunta se solventaba con un largo parlamento pese al ruego del tribunal de que fuera conciso. El expresidente Zaplana intermedió con Suances para que arreglara, en la medida de sus posibilidades, el bloqueo de las cuentas en el país vecino. En total, se había congelado una cantidad de cinco millones de euros.
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El acusado ha precisado que toda la información que disponía de Andorra se la facilitó Joaquín Barceló, presunto testaferro de Zaplana. Pero también colaboró en esta tarea el otro testaferro Fernando Belhot y el asesor fiscal de Zaplana, Francisco Grau. «No sabíamos nada del procedimiento», ha lamentado. Esto fue en septiembre de 2016. Barceló tenía dos quejas, la falta de colaboración de Grau y de Belhot, ha resumido el abogado.
Existe un correo en el que Grau expresa su malestar al haber sido relegado de las gestiones por el propio Suances. En las indagaciones del propio abogado, descubre que Belhot también está sometido a una investigación en Andorra y que eso es lo que puede perjudicar los fondos de Barceló. Al parecer, Barceló tenía 99.000 euros bloqueados en una cuenta que no podía mover. «El problema era que Belhot no quería dar más información de Imison», sociedad que supuestamente había contagiado el patrimonio del amigo del exministro. «Nunca he facturado a nadie. Lo hizo mi despacho. Fueron unos 18.000 euros que pagó Barceló».
Joaquín Barceló ha vuelto a declarar este miércoles, pero como responsable de las sociedades investigadas en la causa. «Nunca me consultaron». El testaferro apuntó directamente al asesor Francisco Grau. Las preguntas de su letrado han ido dirigidas, de nuevo, a acreditar el origen de los fondos. El abogado ha mostrado el sinsentido que tiene que Barceló esté 'peleando' 90.000 euros en Andorra y muestre su malestar por lo que considera una «injusticia» cuando supuestamente, según la versión de Zaplana, tiene millones en Luxemburgo.
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De igual modo, compareció de nuevo Juan Francisco García para comentar el papel de Dobles Figuras, sociedad con la que se iba a dedicar a la consultoría. Este nuevo interrogatorio permitió, con la autorización del tribunal, un 'segundo turno' de declaraciones. Y el momento fue aprovechado por el letrado del expresidente para situarlo, una vez más, ante el micrófono.
Se le preguntó, como no podía ser de otra forma, por la reunión de los supuestos amaños que reveló su jefe de gabinete. «Jamás hablé con Juan Cotino en esa reunión. Si la acusación da tanta importancia a mis agendas podrá comprobar que no existe esa reunión». De nuevo, su letrado, en una acertada maniobra, profundizó en este segundo interrogatorio. «No tuve conocimiento de la operación», indicó respecto a los pagos de las mordidas. Además, subrayó que no tenía relación con Juan Cotino.
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«La última vez que me reuní fue en 2003 en un acontecimiento en Valencia con mucha gente. Desde entonces hasta mi detención no hay más encuentros». El expresidente ha revelado el motivo de ese distanciamiento: «Nos llevábamos fatal porque yo rompí relaciones con el Gobierno de Camps. Cuando supestamente me dan una remuneración yo no tengo ninguna relación». El exministro ha señalado que sólo cuando salió de prisión recuperó aquella sintonía que tenían anteriormente.
Elvira Suances, otra de las comparecientes, se acogió a su derecho a no contestar al fiscal Anticorrupción. Se concentró en el cuestionario de su letrada. Suances ha querido aclarar que no fue diputada mientras Zaplana fue presidente de la Generalitat sino posteriormente cuando este se va al Gobierno central. «Jamás he participado en las licitaciones que ahora se están investigando». Ha aprovechado para desligarse de todos los acusados de quienes ha dicho que no ha mantenido relaciones comerciales ni económicas con los acusados o las empresas bajo sospecha. «Nunca he hecho gestiones con autoridades de Andorra ni financieras», ha precisado respecto a las acusaciones de que medió para desbloquear los fondos de Barceló. La acusada ha rechazado que conociera a Fernando Belhot, el supuesto testaferro del exministro. «A Barceló lo conozco desde hace más de 20 años». Con Zaplana mantenía «una relación personal afectiva».
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Suances explicó el destino de los muebles de la casa de Zaplana en Madrid. «Cuando me voy a vivir a Barcelona, mis muebles y parte de mi ropa las llevo a esa casa». Y una vez el exministro abandona ese residencia, los muebles vuelven a manos de la diputada. «Siguen estando en mi casa». Tampoco «eran de gran valor».
La acusada ha recordado la entrada de registro en su vivienda. «Leyeron más de 100 cartas», ha recordado. Llamaron a la juez porque habían descubierto «un hallazgo casual». Luego, se devolvió esa misiva. En esa comunicación se traslada el temor por parte del exministro de que hubiera sido grabado por el comisario Villarejo. De hecho, que este caso procediera de uno de esos audios. El polémico agente policial declarará como testigo en este vista para acreditar supuestamente la existencia de una trama para terminar con Eduardo Zaplana.
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Pedro Romero era el peluquero de Eduardo Zaplana. Tenía dos sociedades con las que efectuaba diferentes inversiones. Royal Mediterránea consiguió la licencia para explotar dos hoteles en las proximidades del parque Terra Mitica. Rafael Santamaría era su socio. Y él fue quien se encargó de todos los trámites administrativos, ha indicado. Romero conocía a Zaplana de la peluquería, en realidad, tenía cinco salones de belleza. «En absoluto medió en la adjudicación», ha asegurado. «Zaplana no era un amigo, era un conocido, un cliente distinguido. Si fuera mi amigo, tendría 50.000 amigos».
«Soy como el marido engañado, el último que se entera». Romero ha defendido su absoluto desconocimiento de por qué existían unas cartas fiducia que le daba parte del negocio a Costera del Glorio, sociedad de Barceló y, por extensión, según la tesis del fiscal, de Eduardo Zaplana. «No sé nada de esto», ha subrayado. Además, resaltó que las cartas fiducia contienen numerosos errores materiales. «Eso no tenía ningún recorrido».
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Edgar Bataouche era socio de dos empresas. Una de ellas era la que tenía los dos áticos que se compraron en Altea por parte de una de las empresas vinculadas a Barceló. No ha sabido responder por qué en un documento de la comercializadora ponía «ático Zaplana». «Ellos iban mucho juntos», dijo en referencia a Barceló y el exministro.
El empresario ha negado que recibiera más de 100.000 euros en efectivo por esta operación. En cambio, ha admitido la reunión con Zaplana y Barceló en un hotel -hay testimonio gráfico- para aclarar si se podía dar una solución al problema que arrastraba la construcción de los pisos, lastrados ya por la crisis económica. Al final, la empresa entró en concurso. Otro empresario los compró al banco y los terminó «muchos años después».
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Ángel Salas es otro de los acusados de perfil bajo que se ha visto en el banquillo en este procedimiento. Tenía varias sociedades dedicadas a la promoción inmobiliaria y alguna con relaciones con Costera del Glorio. El fiscal le preguntó acerca de un ingreso de 40.000 euros en una de sus mercantiles. Estuvo con Fernando Belhot en la visita a uno de los terrenos que se habían adquirido como inversión.
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