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Zaplana, durante su declaración en el juicio. Irene Marsilla

Zaplana se desliga de sus testaferros y se presenta como un simple mediador en operaciones comerciales

El expresidente de la Generalitat insiste en su línea de defensa desde hace seis años: «Nunca he tenido cuentas en el extranjero»

A. Rallo

Valencia

Martes, 9 de abril 2024, 14:42

Eduardo Zaplana completó una declaración sin salirse ni un milímetro del guion establecido. Lo negó absolutamente todo, tal y como ha hecho desde que estallara este caso alrededor de una supuesta fortuna oculta en el extranjero procedente del cobro de comisiones. Y a ese relato, ... donde parece que existen respuestas para casi todo, fía sus posibilidades de salir indemne de todo el procedimiento judicial. Un desenlace, hoy por hoy, complicado. Zaplana rechazó que tuviera fondos en el extranjero. «Nunca» sostuvo insistentemente pese a la extrañeza que se intuía de algunas cuestiones del fiscal.

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De Fernando Belhot, supuesto testaferro uruguayo, indicó que le propuso negocios o le presentó a contactos en la sociedad madrileña, ámbito en el que estaba excelentemente relacionado. Luego, más tarde, comenzaron a sospechar de que quizá se dedicara a cuestiones «preocupantes». No quiso profundizar más. Seguro que algunas cuestiones se reservan para el interrogatorio. «Pero nunca manejó mi patrimonio», quiso zanjar.

De Joaquín Barceló, «amigo de la infancia», indicó que le ayudaba, como hacen los amigos, cuando tenía algún problema. Así ocurrió, por ejemplo, cuando este temía por el futuro de sus fondos en Andorra. Un dinero, por otra parte, de procedencia desconocida. En cambio, admitió que disfrutó de un piso en Madrid de su propiedad sin pagarle alquiler, de una embarcación e incluso ganó cerca de dos millones gracias a una operación inmobiliaria en La Finca. Se le preguntó también por unos herederos desconocidos del testamento de Barceló. Anticorrupción sostiene que detrás de todo estaba Zaplana.

El expresidente reivindicó su labor de intermediario, de gestor, de digamos comisionista ocasional y legal por participar en determinadas operaciones empresariales, pero fundamentalmente de solucionador de problemas ajenos. Y de excelente amigo, por eso Barceló le dejaba vivir en el lujoso piso en Madrid o que un empresario – «no tuve relación con él durante mi paso por la administración»- le invitara a cruceros o traslados en jet privado.

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El expresidente debe de tener unos nervios a prueba de interrogatorios. Se enfrentó al del fiscal con su versión, idéntica desde el minuto uno, que aún mantiene su vigencia porque no existe hasta el momento forma de vincular de manera directa ese patrimonio oculto con el expresidente.

Para Zaplana, lo de ayer, fue como para otros un día en la oficina. No dudó en lamentar los saltos temporales en el interrogatorio del fiscal, en reconducirle –siempre con respeto, Zaplana es un atleta social– en supuestos errores y en rechazar sus interpretaciones acerca de los hechos que constan en el sumario. «Puedo que el equivocado sea yo, pero creo que es usted», llegó a decirle.

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No entró el fiscal en el cuerpo a cuerpo de ese juego que proponía el expresidente. Quizá porque tenga poco que ganar. Sus mejores ocasiones tienen otras fechas. Hoy puede ser una de ellas, con la declaración de Joaquín Barceló, uno de los candidatos a un pacto con el fiscal. En realidad, todos, incluido el propio exministro, han descontado ya esa confesión de su depósito de inocencia. Sin duda, la que más puede afectar a la línea de defensa del expresidente.

«Ni los he visto ni es posible que hayan estado en mi poder jamás», contestó respecto a la denominada 'hoja de ruta'

La defensa del exministro trató de que su representado declarara en último lugar o que, al menos, lo hiciera tras las supuestas conformidades. En un primer calendario, Zaplana declaraba el último. Luego, este orden se modificó a petición del fiscal.

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Apenas se le preguntó por el inicio del caso, territorio alga farragoso para la Fiscalía con la denominada hoja de ruta, hallada en la anterior casa de Zaplana, en el edificio de La Pagoda, por un ciudadano sirio. «Ni los he visto ni es posible que hayan estado en mi poder jamás», indicó.

Zaplana rechazó cualquier conocimiento de las empresas del entramado. «Lo he sabido a través del sumario». Un documento clave, una hoja de un folio que se le ocupó en su maletín cuando fue detenido y donde se mencionaba a las empresas, asegura que era un «relato» para una de estas operaciones de mediación con un empresario de Murcia. «Si todo eso fuera mío, ¿para qué me lo iban a tener que explicar? Ya lo sabría yo, ¿no?», trató de hacer reflexionar al fiscal.

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Admitió su relación con Juan Cotino, exdirector general de la Policía, y que tenía relación con Sedesa. «Eso lo sabía todo el mundo. Los del Gobierno y la oposición, los de arriba y los de bajo». Pero acotó esa relación a cuestiones políticas. Se le preguntó por un supuesto correo que se cruzaron ambos. «Yo no tenía correo electrónico y creo que él, tampoco». Ahí expuso otra de las supuestas incongruencias. «No tendría mucho sentido que yo enviara un correo a la Dirección General de la Policía acerca de un presunto negocio turbio si al día siguiente me iba a reunir con él».

El resto de acusados, al parecer, se dirigen a él como jefe, le indicó el fiscal en su interrogatorio. «Ese apelativo que a usted le valió para meterme en prisión, es un apodo con el que a mí se dirigen desde que estaba en el Ayuntamiento de Benidorm. Yo todavía hoy lo utilizan y mire que mi situación es desgraciada».

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Zaplana recordó que le detuvieron en el año 2018 y que en medio del proceso pasó por una leucemia que le diagnosticaron en 2015. «Me han mirado 20 años y no tengo un papel firmado. Tengo en mis cuentas corrientes cantidades importantes que están intervenidas y si se mira mis agendas no tengo ningún tipo de gasto extraordinario. Voy al gimnasio, a trabajar, hago una vida bastante ordenada y en la cárcel presenté una auditoría donde no hay ningún gasto que no sea por transferencia bancaria, tengo todos los gastos cubiertos con mi sueldo», aseguró.

El exdirigente, que hasta ahora no había declarado en el marco de esta investigación, manifestó sus quejas acerca de las interpretaciones o transcripciones de los audios que efectuó la UCO. Por ejemplo, a preguntas del fiscal, se le cuestionó sobre la cita en el hotel Wellington de Madrid con Fernando Belhot. Zaplana precisó que el abogado uruguayo le hablaba de un negocio en Zaragoza y el expresidente le respondió: «Si yo tuviera cinco millones, que no los tengo...» Pero insistió en que nunca le pedía dinero.

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Zaplana admitió que le regalaron dos cruceros. «Me invitaron a dos cruceros durante seis días». No había tenido nunca relación con este empresario, Carlos Gutiérrez, en mi etapa en la Administración. «Teníamos relación por alguna gestión que había hecho». El expresidente expuso su historia. Asunto diferente es que sea creíble para el tribunal. El juicio es largo. Zaplana salió airoso de su cita. Puede que hoy comience a complicarse su futuro.

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