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El álbum de la infancia de Amado Ortells

Domingo, 3 de noviembre 2019, 01:03

El diseñador de pieles Amado Ortells fue un hijo muy esperado. Después de tener cuatro niñas, sus padres anhelaban la llegada de un chico con mucha ilusión por lo que, nada más nacer, se convirtió en el centro de atención de la familia. Sus primeros años los pasó en Onda, donde por el día iba a un colegio de monjas y por las tardes escuchaba música con su madre, a la que le encantan las zarzuelas. «Mi madre me decía ‘tú observa mucho y habla poco, así aprenderás de todo’. Otra de las cosas que más le gustaba era ir con sus hermanas a la modista. Allí, entre patrones y tejidos, se forjó dentro de él el germen de su pasión por la belleza, el lujo y el glamur. También dejó huella en él la época dorada del cine en Hollywood. Cuando cumplió diez años, sus padres decidieron que lo mejor para que continuara su educación era internarlo en un colegio de Valencia. Al final de cada curso se iban unos días al balneario en Montanejos y luego a la playa del Pinar de Castellón, donde tenían una casa. Amado todavía se estremece cuando recuerda el olor de Maderas de Oriente, un perfume de Myrurgia que olía a polvos de talco. «Era el aroma de mi abuela, ella siempre lucía impecable».

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
El diseñador de pieles Amado Ortells fue un hijo muy esperado. Después de tener cuatro niñas, sus padres anhelaban la llegada de un chico con mucha ilusión por lo que, nada más nacer, se convirtió en el centro de atención de la familia. Sus primeros años los pasó en Onda, donde por el día iba a un colegio de monjas y por las tardes escuchaba música con su madre, a la que le encantan las zarzuelas. «Mi madre me decía ‘tú observa mucho y habla poco, así aprenderás de todo’. Otra de las cosas que más le gustaba era ir con sus hermanas a la modista. Allí, entre patrones y tejidos, se forjó dentro de él el germen de su pasión por la belleza, el lujo y el glamur. También dejó huella en él la época dorada del cine en Hollywood. Cuando cumplió diez años, sus padres decidieron que lo mejor para que continuara su educación era internarlo en un colegio de Valencia. Al final de cada curso se iban unos días al balneario en Montanejos y luego a la playa del Pinar de Castellón, donde tenían una casa. Amado todavía se estremece cuando recuerda el olor de Maderas de Oriente, un perfume de Myrurgia que olía a polvos de talco. «Era el aroma de mi abuela, ella siempre lucía impecable».
El diseñador de pieles Amado Ortells fue un hijo muy esperado. Después de tener cuatro niñas, sus padres anhelaban la llegada de un chico con mucha ilusión por lo que, nada más nacer, se convirtió en el centro de atención de la familia. Sus primeros años los pasó en Onda, donde por el día iba a un colegio de monjas y por las tardes escuchaba música con su madre, a la que le encantan las zarzuelas. «Mi madre me decía ‘tú observa mucho y habla poco, así aprenderás de todo’. Otra de las cosas que más le gustaba era ir con sus hermanas a la modista. Allí, entre patrones y tejidos, se forjó dentro de él el germen de su pasión por la belleza, el lujo y el glamur. También dejó huella en él la época dorada del cine en Hollywood. Cuando cumplió diez años, sus padres decidieron que lo mejor para que continuara su educación era internarlo en un colegio de Valencia. Al final de cada curso se iban unos días al balneario en Montanejos y luego a la playa del Pinar de Castellón, donde tenían una casa. Amado todavía se estremece cuando recuerda el olor de Maderas de Oriente, un perfume de Myrurgia que olía a polvos de talco. «Era el aroma de mi abuela, ella siempre lucía impecable».

Colegio. En el colegio de Onda con su hermana Rosa al inicio del curso escolar.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Colegio. En el colegio de Onda con su hermana Rosa al inicio del curso escolar.
Colegio. En el colegio de Onda con su hermana Rosa al inicio del curso escolar.

Primera comunión. El día de su Primera Comunión, con chaqueta de terciopelo negro y camisa de cuello rígido.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Primera comunión. El día de su Primera Comunión, con chaqueta de terciopelo negro y camisa de cuello rígido.
Primera comunión. El día de su Primera Comunión, con chaqueta de terciopelo negro y camisa de cuello rígido.

Fiestas de Onda. Con dos amigos en las fiestas de Onda. «Me encantaba ser protagonista, siempre estaba en el centro de las cosas», afirma.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Fiestas de Onda. Con dos amigos en las fiestas de Onda. «Me encantaba ser protagonista, siempre estaba en el centro de las cosas», afirma.
Fiestas de Onda. Con dos amigos en las fiestas de Onda. «Me encantaba ser protagonista, siempre estaba en el centro de las cosas», afirma.

Escuela de Peletería. Foto de inscripción en la Escuela de Peletería de Barcelona.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Escuela de Peletería. Foto de inscripción en la Escuela de Peletería de Barcelona.
Escuela de Peletería. Foto de inscripción en la Escuela de Peletería de Barcelona.

Fiestas en el campo junto junto a una amiga.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Fiestas en el campo junto junto a una amiga.
Fiestas en el campo junto junto a una amiga.

Vacaciones de verano. Con su gran amigo Ricardo Maneu y Pascual un día de vacaciones de verano.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Vacaciones de verano. Con su gran amigo Ricardo Maneu y Pascual un día de vacaciones de verano.
Vacaciones de verano. Con su gran amigo Ricardo Maneu y Pascual un día de vacaciones de verano.

Antiguos bocetos de su cuaderno de trabajo.

Texto: Elena Meléndez | Fotos: Irene Marsilla
Antiguos bocetos de su cuaderno de trabajo.
Antiguos bocetos de su cuaderno de trabajo.

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