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La abogada Amparo Matíes, en la Alameda, en una entrevista tras ser reelegida presidenta del Club de Encuentro Manuel Broseta. IRENE MARSILLA

Amparo Matíes: «Necesitamos mujeres valientes que se atrevan a dar un paso adelante»

Repite los valores que propiciaron el nacimiento del Club de Encuentro Manuel Broseta: pluralidad, respeto, independencia y democracia, para seguir al frente de un foro de opinión que se creó hace ya cuarenta años. «He tenido el honor de conocer a personalidades de primer nivel y me ha enriquecido como persona», dice

Domingo, 28 de enero 2024, 00:28

Amparo Matíes acaba de salir ganadora de las primeras elecciones con dos candidaturas en los cuarenta años de historia del Club de Encuentro Manuel Broseta. Se la ve contenta por el triunfo; después de ocho años afronta un tercer mandato «con la misma ilusión del ... primer día» y con la convicción de luchar por conservar el espíritu de la institución más importante que la sociedad civil tiene en Valencia. También parece algo nerviosa, quizás porque quiere mirar hacia adelante después de que se vivieran momentos tensos en una institución que hasta ahora había consensuado a sus candidatos, y que vive en una encrucijada motivada por los nuevos lenguajes de comunicación de los jóvenes.

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-Enhorabuena por la victoria. Si tuviera que resumir en unas pocas palabras qué es lo que quiere que el Club de Encuentro sea en los próximos cuatro años, ¿cómo lo haría?

-Muchas gracias. Pluralidad, independencia, respeto y, sobre todo, democracia. Que no se nos olvide que son los valores del Club de Encuentro, los que permitieron que hace cuarenta años siete personas de la sociedad civil (periodistas, abogados, industriales) pusieran en marcha una institución que percibieron que era necesaria en la sociedad valenciana, una tribuna de opinión en la que dar voz a todas las sensibilidades. Es un valor que tenemos en Valencia, y debemos cuidarlo al máximo.

-¿Cree que el enfrentamiento de dos candidaturas ha podido debilitar a la entidad?

-Puede ser un discurso interesado, porque el Club de Encuentro no se puede debilitar si se mantienen los valores que nos han traído hasta aquí. La sociedad civil puede tener mucha fuerza si no emula comportamientos propios de otro ámbito, y el hecho de ser diferentes nos legitima para ser escuchados por la clase política. Si a nivel colectivo todos nos comportamos igual, con crispación y polarización, no aportamos nada.

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Amparo Matíes quiere que los valores del Club de Encuentro se mantengan, para que la sociedad civil tenga más fuerza de cara a las instituciones. IRENE MARSILLA

-A nivel personal, ¿qué le han dado estos años al frente de la institución?

-Me han dado muchas alegrías y muchos quebradores de cabeza porque hemos querido organizar muchas actividades con unos medios en general reducidos. Pero estas dificultades estimulan la imaginación y nos han permitido reinventarnos. Sin embargo, el mayor feedback que me ha dado la institución es tener el honor de conocer a personalidades de primer nivel y enriquecerme con lo que he escuchado. Es la misma satisfacción de muchos socios que después de una conferencia nos felicitan por ello, un reconocimiento con el que yo me siento comprometida.

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La abogada nos cita en el mismo hotel donde se celebra desde hace cuarenta años cada una de las reuniones y foros de opinión que organiza el Club de Encuentro Manuel Broseta, en la misma zona donde, antes de cada conferencia, el invitado, ya sea Pedro Sánchez, José María Aznar, Ximo Puig o Joan Ribó charla con el presidente de turno, ya fuera Manuel Broseta, Francisco Puchol-Quixal o ahora Amparo Matíes.

«Me considero una mujer hecha a mí misma, me he sacrificado mucho»

-¿Cree que acercar el Club de Encuentro a los jóvenes es uno de sus mayores desafíos?

-Las nuevas generaciones tienen otros medios de comunicación y de expresión, y mi objetivo es aunar tradición con modernidad, hasta lo que se pueda. En los últimos años no se ha fomentado la formación humanista y aunque estamos en la época de la ciencia y tecnología y a ella hemos de subirnos sin dejar a nadie atrás, tenemos la obligación de propiciar el pensamiento crítico porque de otro modo corremos el riesgo de ser manejados, de convertirnos en una sociedad que no decide qué quiere ser.

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-Ha dicho que el Club de Encuentro no debería ser un lobby, ¿por qué?

-Porque son dos cosas diferentes; el lobby tiene y promociona intereses concretos para influir en la formación de la agenda política, mientras que el Club de Encuentro es una asociación cuyo fin es fomentar la participación de los socios desde su propia ideología política con respeto a todas las personas mediante el diálogo. Y esa es su fortaleza.

El sueño de ser piloto

Cuando Amparo Matíes era joven su sueño era convertirse en piloto de aviones, pero tuvo que dejarlo aparcado por falta de medios. Hija de valenciano y nacida en México, se instaló con su familia a los nueve años a Valencia. Curiosa y siempre ávida de aprender, su última formación ha sido en geopolítica.

-¿Qué papel puede jugar la sociedad civil en esa necesidad de, como decía un editorial de LAS PROVINCIAS, mantenerse entre el chovinismo y el meninfotisme? Decía Vicente Blasco que la falta de implicación se debía a que se vivía muy bien aquí en Valencia...

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-Juega un papel indispensable, y de hecho considero que en lo que se refiere a Valencia o nuestra Comunidad lo está jugando porque está siendo promotora de actuaciones muy beneficiosas. Ahora bien, es muy importante que la clase política escuche a la sociedad civil. Y sí, se vive muy bien aquí, estoy muy de acuerdo con Vicente Blasco, padre de Eva Blasco, que está en nuestra junta directiva, que es una mujer comprometida y a la vez sencilla, porque creo que lo que hay que hacer es trabajar con sencillez y sin grandes algaradas.

Amparo Matíes ha tenido que practicar ese espíritu de concordia como abogada especialista en derecho de empresa y también administradora concursal. Pero, si mira atrás, no hubo una vocación clara por las leyes, sino que la empujaron unas circunstancias difíciles después de que a los trece años, y con dos hermanas pequeñas, se quedara sin padre. De hecho, sus años en la universidad los pasó trabajando en la radio, y guarda todavía hoy una querencia hacia la comunicación.

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-En alguna ocasión le he escuchado que las mujeres necesitan el pico y la pala. Como primera mujer en presidir el Club de Encuentro, ¿cómo le gustaría ser referente?

-Las mujeres, en el ámbito que sea, tienen que tener la valentía de propugnarse para lo que quieran hacer y dar un paso adelante. De intentar llevar a cabo su proyecto de vida y sus reivindicaciones como personas. Parece que las mujeres están muy a gusto sin van de segundas, y no pasa nada, pero hay un paso cualitativo que tiene que ver con esa valentía de ponerse al frente.

El valor de la marca Valencia

LAS PROVINCIAS ha iniciado un proyecto editorial, 'Somos más', para poner en valor la marca Valencia. ¿Qué reflexión le sugiere?

Valencia está de moda, cada día estoy más orgullosa de ella, y esta iniciativa Somos Más es necesaria para poner en valor sin complejos qué es Valencia. Ha habido una época en la que ha estado un poco denostada, y Somos Más puede revitalizar ese espíritu, porque los valencianos somos gente pionera, luchadora, alegre y acogedora.

-Dijo en una entrevista que relativizaba el éxito tal y como se conoce. ¿Qué significa para usted esa palabra?

-Es que yo me considero una persona y una mujer hecha a mí misma, que me he sacrificado mucho, y mi éxito personal puedo decir que lo he conseguido profesionalmente. Para algunos el éxito tiene que ver con conseguir un gran prestigio, recursos económicos. Yo me he mantenido siempre bien, vivo bien, los altibajos no se han producido y eso es para mí el éxito. Como decía Schopenhauer, la felicidad es la ausencia de infelicidad.

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-¿En cuánta proporción cree que le ha podido influir la suerte?

-No se puede negar que es un factor importante; ahora bien, uno tiene que poner de su parte, y no creo en la casualidad, sino en la causalidad. He tenido suerte, porque pienso que hay gente en peores condiciones y esa situación sí me afecta a mi corazón y a mi forma de pensar.

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