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Doña Sofía, entonces princesa heredera al trono español, entrega los trofeos de un concurso en la Hípica. CASINO DE AGRICULTURA

Los apellidos valencianos vinculados a la Hípica, la cantera de grandes jinetes

La nobleza y la burguesía de mitad del siglo XX vivió el esplendor de unas instalaciones , que se convirtieron en el centro neurálgico de la sociedad del momento

Martes, 6 de agosto 2024, 01:38

Hay mucha nostalgia en las historias narradas por los protagonistas de un reportaje que pretende rescatar los apellidos que estuvieron vinculados a la Hípica de Valencia, unas instalaciones en la calle Jaca, junto a los Viveros, que durante varias décadas fueron punto de encuentro de ... la nobleza y la burguesía valenciana y que ahora cerrarán de forma definitiva tras la prohibición de estabular caballos en la ciudad y la caducidad de la concesión.

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De sus campos de entrenamiento, donde reinaba José Jordá, un profesor «muy bueno y con un mal genio tremendo», salieron cuatro jinetes olímpicos. Quien lo recuerda es uno de ellos, José Miguel Rosillo, que pudo competir a nivel internacional junto a los hermanos Juan y Enrique Martínez de Vallejo Manglano, marqués de Rubalcava, y Eduardo Amorós. «Hubo además otros jinetes como Juan Antonio de Wit, Eugenio Corell, Ángel Mompó, Javier Selva, Curro Guich...». Tanto Rosillo como Selva destacan de qué manera la Hípica contribuyó a que Valencia fuera una potencia en este deporte, y que acogiera prestigiosos campeonatos que atraían a personalidades como los príncipes herederos entonces de la Monarquía española, don Juan Carlos y doña Sofía de Borbón.

Menchu Trenor recuerda cómo de pequeña aprendió a montar porque su padre, José María Trenor y Arróspide, fue uno de los fundadores de la institución deportiva, que en los años sesenta se incorporó al Casino de Agricultura. Como tantos otros chicos bien de la época, la Hípica se convirtió en el lugar donde crecieron, viendo cómo sus padres participaban en fiestas y donde comenzaban su vida social en fines de año en los que estrenaban trajes largos y descorchaban botellas de cava. «Las mejores fiestas de Nochevieja de varias generaciones se celebraron en la Hípica», recuerda Juan Valero de Palma.

Así, la alta sociedad valenciana, como ya hacía en otros países, se unió alrededor del deporte: los caballos, el tenis o el golf. Todavía recuerda Menchu las celebraciones del día de San Antón, cuando se bendecían los caballos y daban un paseo hasta la playa de la Malvarrosa. Maca Alegre también se acuerda de su infancia en la Hípica, porque no había fin de semana en el que no se juntaran las familias, que desde su adhesión a la Sociedad Valenciana de Agricultura -se añadió Deportes entonces al nombre de la institución- estuvo abierta a los socios del Casino. Cuando llegaba el buen tiempo era habitual juntarse los fines de semana para disfrutar de la piscina antes de trasladarse a los lugares de veraneo, y las cenas y bailes del mes de junio eran obligadas para esa sociedad que todavía se reúne en clubes como el de tenis o el golf. «Había muchos militares que montaban a caballo vinculados a la Hípica», recuerda Valero de Palma. Además, participaban jinetes de toda España en los concursos hípicos que se celebraban en verano.

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Entre los apellidos que estuvieron vinculados a la Hípica, la familia Manglano, los Alonso, los Alegre, los Igual o los Mompó. También los Gómez-Torres y los Vargas, los Sánchez de León y los Peris, que fueron quienes se quedaron con la concesión del restaurante a partir de 1997 a través de la empresa Fila Cero, cuando la gestión volvió al Ayuntamiento de Valencia. El cierre de la Hípica, no por menos esperada, ha entristecido a quienes recuerdan el esplendor de una época que ya no volverá.

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