La arquitecta de Moraira que abre las casas al mar

La planta baja de la vivienda, donde se recogen los usos de día -cocina, salón, comedor, despacho y baño de cortesía- se ha proyectado como un cubo de vidrio transparente con grandes correderas, lo que permite fusionar el interior con el exterior. Así, se amplían las zonas habitables y se disfruta del aire libre incluso dentro de la casa.

La planta primera se materializa como un volumen de hormigón visto macizo que se cierra en todas sus orientaciones, buscando únicamente aperturas hacia el mar. Los usos que se desarrollan en esta planta son los dormitorios y baños privados de la vivienda. Ambas plantas juegan a los opuestos: abajo se muestra y disfruta del exterior, mientras que la superior invita a refugiarse para poder descansar, como aquella idea primaria de cueva o refugio.

La vivienda también dispone de una planta sótano que adquiere el mismo protagonismo que el resto, puesto que un gran patio le da la iluminación y ventilación necesarias para poder ser habitado, y donde se ha ubicado una gran sala multiusos, una lavandería, un baño y un garaje doble, además de un patio interior para disfrutar del aire libre en un entorno más protegido.

Los espacios exteriores cuentan además con una gran terraza descubierta que permite extender la zona de día abriendo las grandes correderas, una piscina infinity y un jardín mediterráneo. Este proyecto de Moraira define muy bien cómo entiende la arquitectura y los espacios Dalia Alba, que bebe de maestros como Alvaro Siza y que desde pequeña estuvo rodeada de creatividad, que potenció en ella una pasión por el diseño que ha convertido en su profesión.