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Zdenka Lara, en el salón de su casa. La cómoda amarilla es una pieza de anticuario comprada en Madrid a la que la interiorista ha dado una tercera vida pintándola de amarillo.

La casa de Zdenka Lara, una lámpara de la Guerra Fría o una puerta antigua como mesa

La interiorista se considera «una talibana de las mezclas», así que en su vivienda hay piezas de anticuario restauradas, muebles contemporáneos y muchos objetos que tienen que ver con la historia de esta mujer, que comenzó su vida profesional como abogada

Jueves, 23 de febrero 2023, 00:53

Un día, Zdenka Lara se cansó y dejó la abogacía. Lo hizo después de tener claro que se iba a ganar la vida como interiorista porque desde pequeña ha tenido una imaginación desbordante que ha dejado entrever en su creatividad. Primero fue su casa, luego ... la de su familia, de sus hermanos, de sus amigos... hasta que se dio cuenta de que perfectamente podía vivir de ello. Metida en mil proyectos, ahora apostando por la sostenibilidad en los hoteles, la casa de Zdenka Lara es un reflejo de su identidad como interiorista. «No creo en el minimalismo ni en los ambientes lujosos y soy una talibana de las mezclas», explica la interiorista, que cuenta cómo una de sus máximas es recuperar y restaurar muebles, darles una segunda, o tercera vida, a las cosas. «Es la base de la sostenibilidad», asegura.

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En su casa hay piezas contemporáneas, pero también otras antiguas, recicladas, de diferentes estilos, que han ido acompañando a Zdenka a lo largo de las ciudades y casas en las que ha vivido. En la actualidad reside en un piso en el centro de Valencia, donde ha conseguido reflejar con coherencia el estilo que ella misma aplica en sus proyectos. Un ejemplo es la cómoda amarilla que encontró hace más de veinte años en un anticuario de Madrid, y que una empresa de restauración llamada la Retrovisora, y con quienes colabora la interiorista, ha renovado de nuevo, ahora en amarillo. O la puerta de tres metros de larga que se ha reconvertido en mesa de comedor.

También tiene historia la lámpara ubicada en la cocina, llamada Sputnik, que data de los años de la Guerra Fría, y que recrea aquella conquista del espacio en la que se enzarzaron la antigua URSS y Estados Unidos. «La he querido ubicar en una cocina completamente contemporánea», añade esta mujer, que agradece a su padre que le recomendara estudiar Derecho. «La creatividad no es el único elemento necesario para tener un estudio de interiorismo. Hay que llevar una empresa, y lo he conseguido gracias a mis estudios».

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