Casa de los siete jardines, ubicada en Sotogrande. LP

Cómo serán las casas en el futuro, según los mejores arquitectos valencianos

La sostenibilidad vista desde un punto de vista medioambiental y también de bienestar será uno de los grandes desafíos de los arquitectos que proyecten viviendas en el futuro, en un contexto de un clima extremo y con el grave problema de acceso a la vivienda, que provocará nuevos usos y formas de habitar

Domingo, 2 de febrero 2025, 01:02

Dice el filósofo del lujo, el francés Gilles Lipovetsky, que el materialismo de la primera sociedad de consumo ha pasado de moda. Que ahora «el ... hiperconsumidor es un demandante exponencial de confort psíquico, de armonía interior y plenitud subjetiva». En un momento en que ya no hay un tipo de familia, sino muchos diferentes y cambiantes, que lo personal se mezcla con lo profesional, que ya no se entiende la edificación sin hablar de eficiencia, que el acceso a la vivienda se plantea como uno de los grandes problemas de la sociedad actual, una mirada hacia el futuro del sector es, como mínimo, apasionante. Hemos preguntado a varios arquitectos valencianos cómo serán las casas del futuro, y los cambios que vienen pasan, según el arquitecto Ramón Esteve, por «la doble necesidad de resolver los problemas estructurales actuales del acceso a la vivienda y, al mismo tiempo, proyectar un modelo que equilibre sostenibilidad, calidad y diseño». Así, Esteve cree que uno de los primeros pasos sería «abordar, con medidas concretas, las limitaciones actuales del mercado inmobiliario, como la escasez de suelo, los altos costes de construcción y las trabas administrativas».

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Tanto Ramón Esteve como Fran Silvestre y Rubén Muedra apuntan, además, a la necesidad de apostar por la industrialización de la construcción. «La prefabricación puede optimizar tiempos y reducir costes, permitiendo producir viviendas de calidad a gran escala», explica Ramón, el primero de los grandes arquitectos que puso a Valencia y el estilo mediterráneo en el mapa. «La sostenibilidad es esencial, desde la construcción sistematizada, pasando por la eficiencia energética para reducir la huella de carbono, hemos conseguido diseñar la primera arquitectura seca, que no necesita suministro de agua», explica Fran Silvestre, que creó una urbanización en Campolivar donde hay casas, pero no vecinos, porque ha conseguido con NIU Houses industrializar el proceso de construcción de una vivienda. Rubén Muedra también coincide en la industrialización como una de las patas sobre las que ya trabajan los arquitectos. «Creemos que la combinación de técnicas tradicionales con procesos industrializados es la clave para ofrecer inmuebles de alta calidad».

Fran Silvestre, convertido en uno de los grandes innovadores de la arquitectura a nivel internacional, trabaja ahora en un proyecto en Canadá que busca ser autosuficiente desde el punto de vista de la alimentación, «un proyecto de un fragmento de ciudad de diez mil viviendas que produce con un sistema avanzado el número de calorías que necesitan sus habitantes». La sostenibilidad llevada hasta límites todavía por explorar. «Ahí es donde tenemos que trabajar, en hacer casas cada vez más eficientes», asegura Malek Murad, que habla además de un concepto que pasa a primer plano, la confortabilidad de las viviendas. Rubén Muedra también habla en este sentido de la optimización de recursos. «Es imperativo adoptar prácticas que minimicen el desperdicio y maximicen el uso de materiales y energía».

A la sostenibilidad se le suman otras variables, porque no sólo se habla de ser sostenible a nivel medioambiental, también en un sentido mucho más humano que tiene que ver con el bienestar, incluso la salud. Pero, ¿cómo se definen estos conceptos en una vivienda? Se llama neurobioarquitectura, y ya hay muchos profesionales que lo están explorando. «Se trata de una disciplina emergente que estudia cómo los entornos construidos afectan el cerebro y el comportamiento. Así, el ser humano se convierte en el punto de partida de cualquier proyecto», explica uno de los arquitectos más prometedores del ecosistema valenciano, Rubén Muedra. «Al integrar principios de neurobioarquitectura, diseñamos espacios que no sólo son funcionales y estéticamente agradables, sino que también promueven el bienestar y la salud de sus ocupantes». Fran Silvestre reafirma esta idea. «En el futuro se pondrá de manifiesto la creciente relación entre arquitectura y salud porque las viviendas deberán incorporar elementos que mejoren la calidad de vida, como la iluminación circadiana, la biofilia y todas las mejoras que los estudios serios de neuroarquitectura aportan a nuestra actividad». Sonia Rayos lo resume con una frase, conseguir que se respire paz en una vivienda.

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Arriba, Casa de la Duna de Ramón Esteve. A la izquierda, Casa Montera, de Rubén Muedra. A la derecha, viviendas en un edificio de alquiler de Sonia Rayos. M.A./E.R.M./LP

La sostenibilidad va de la mano de la innovación, y Rubén Muedra habla de cómo se está trabajando con mucha más precisión gracias a sistemas innovadores, o con la posibilidad de ver los proyectos de forma inmersiva gracias a la realidad virtual. No sólo en el proceso de construcción, también en la vivienda acabada. «La tecnología va a tomar cada vez mayor protagonismo», asegura Murad.

La arquitecta Sonia Rayos apunta, por otro lado, cómo la forma de ocupar el espacio doméstico ha cambiado. «La foto de familia en el sofá, alrededor de la tele, es ahora un álbum de instantáneas donde cada uno de los miembros de la familia realiza una actividad diferente». Por ejemplo, en ese mismo salón una mujer frente a un ordenador trabaja online, otra lee junto a la ventana y unos niños trastean sobre la alfombra con juguetes o ven Netflix en la pequeña pantalla de su iPad. «El modelo de unidad familiar es hoy en día mucho más dispar y las actividades cotidianas difieren de las que realizaban nuestros abuelos. Esto implica que la distribución de las viviendas debe adaptarse a estos nuevos modos de habitar, lo que requiere espacios que permitan la conciliación, más flexibles, eficientes, sostenibles y prácticos».

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De hecho, los usos de las viviendas, también influido por las dificultades para acceder a una propiedad, permiten explorar otras formas de vivir las casas. Por ejemplo, gracias a pisos compartidos, en fincas con zonas comunes, edificios en régimen de alquiler o incluso específicamente diseñados para personas mayores, que puedan mantener su independencia mientras disponen de servicios compartidos.

Arriba, el arquitecto Rubén Muedra. A la izquierda, Ramón Esteve y a su lado, Fran Silvestre. D.TORRES/A.MONTAÑANA/J.SIGNES

El clima en Valencia también juega un papel cada vez más protagonista en el diseño de las viviendas, y que enlaza además con el concepto de sostenibilidad. «Tras la pandemia la gente busca espacios que cuenten con terrazas, balcones, con pequeños pulmones dentro de cada vivienda, con ventilaciones cruzadas y bien iluminadas».

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Ramón Esteve habla, en este sentido, de que el diseño no sólo debe responder a estándares de confort, sino también a valores estéticos y culturales. «La arquitectura debe incorporar la sabiduría del Mediterráneo: uso eficiente de la luz, conexión con la naturaleza y respeto por el entorno». Y añade: «El diseño de calidad no es un lujo, sino una necesidad que puede aportar un gran valor al mercado inmobiliario, generando viviendas más deseadas y accesibles». Esteve cree en ese sentido que los arquitectos valencianos «tienen la oportunidad de liderar un cambio que combine la sensibilidad local con un enfoque global. Valencia, con su riqueza cultural y climática, puede ser un laboratorio de innovación para soluciones que respondan a problemas universales como el acceso a la vivienda, la sostenibilidad y el diseño industrializado».

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