Revista de Valencia
Martes, 8 de octubre 2024, 01:40
Si existe algo en el mundo capaz de mover a más gente que una 'influencer' es el armario de una 'influencer'. Ni los viajes a destinos paradisíacos, ni las estancias en lujosos hoteles, ni siquiera las cenas en restaurantes de alta cocina. Lo que verdaderamente ... envidiamos todas son las colecciones casi infinitas de ropa repletos de prendas exclusivas, únicas y a veces inalcanzables para la mayoría. La visibilidad y credibilidad que las instagramers otorgan a las marcas a través de sus publicaciones es lo que las colma de regalos y experiencias exclusivas.
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Las marcas saben que una mención en sus redes sociales puede ser sinónimo de viralidad, lo que explica por qué las visten y las llenan de obsequios. Aunque como es bien sabido, una creadora de contenido se debe siempre a su comunidad, de ahí que la mejor manera de disfrutar su éxito sea compartirlo. Algunas lo hacen de la forma más clásica, con un sorteo para agradecer haber alcanzado hitos, como por ejemplo un millón de seguidores; otras eligen celebraciones más grandes como un festival de música, que por supuesto lleve su nombre, véase el Dulceweekend o Lola Lolita Land; y otras eligen algo más sencillo y cercano como es hacer un mercadillo de ropa. Si juntamos entonces los envidiables armarios, con la ilusión de conocer a algunas de tus referentes en carne y hueso, solo puede dar buen resultado.
La dinámica es la siguiente: una o más influencers hacen limpieza en sus armarios, ropa que ya no se ponen, alguna otra sin estrenar, prendas que las marcas envían y no encajan con sus estilos, o incluso alguna talla equivocada. Buscan un espacio, fijan una fecha y una hora y convocan -cómo no- a través de sus perfiles a su gran comunidad.
Así, el pasado fin de semana, más de diez perfiles valencianos se reunían en un centro comercial de la ciudad para darle una segunda vida a la ropa que no usan, y por supuesto, para conocer a muchas de sus seguidoras. La primera edición de un evento que ha sido un éxito rotundo, lo cual era de esperar, teniendo en cuenta el poder de convocatoria de las asistentes, entre las que se encontraban L-Karen González (@karenxgs), Marina Cerezo (@marinamcerezo), Blanca Caffarena (@blancacaffa), Blanca Millet (@blancamillet), Celia (@ceaddict), Macarena Gea (@macarenagea), Ana (@anastatebeauty), Rebeca Santana (@rebeca_santana.g), Eva (@evscer), Nuria Parre (@nuriaparre) o Lau Closet (@lau_closet). No eran ni siquiera las dos de la tarde del sábado, cuando los stands estaban a rebosar de gente.
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«Me ha parecido muy sorprendente la acogida de la gente, cuando he visto la cola que había antes de abrir me he quedado alucinada», contaba la instagramer Macarena Gea durante el evento el sábado por la mañana. «No todo es consumir a la antigua usanza. La gente en España ya no tiene tanto rechazo a comprar segunda mano, éramos un país que hasta hace poco íbamos mucho más atrás que otros países de Europa y creo que eso está cambiando», añadía.
Marina Cerezo, por su parte, se mostraba igual de sorprendida. «Traía más de 150 prendas en cinco cajas y queda solo una caja y media, no me lo puedo creer», y eso que el reloj todavía no marcaba ni la 1 de la tarde. «Hay muchas prendas nuevas que no utilizamos y que están en perfecto estado», comentaba la 'influencer', que acumula más de 390 mil seguidores en su perfil de Instagram.
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Aunque este fenómeno impulsado por las redes no es algo nuevo en la ciudad. Un ejemplo claro, y a mayor escala, ocurrió hace ya dos años en el market navideño que la tiktoker valenciana Aitana Soriano compartió con Lola Martínez y Valentina. Durante el evento, se paralizó por completo la calle Barcelonina un viernes de invierno. Adolescentes, en su mayoría chicas de entre 15 y 18 años, hicieron cola por más de tres horas antes de la apertura del espacio, ansiosas por entrar.
Tan solo dos horas después de haber subido la persiana, Aitana se vio obligada a salir para pedir disculpas públicamente ante la multitud. «Ha sido un error nuestro y lamentamos de corazón lo sucedido, pero jamás habríamos imaginado que iba a venir tanta gente. Nos hemos quedado sin ropa para vender», lamentaba la 'influencer' el 23 de diciembre. Este inesperado contratiempo no impidió que Aitana continuara la jornada dedicándose a sus seguidoras. Pese a haberse quedado sin ropa para vender, la creadora de contenido pasó el resto de la tarde haciéndose fotos con sus fans y conociéndolas en persona. Muchas de ellas cumplían, entre sonrisas y emociones, el sueño de poder conocer a su ídola en carne y hueso.
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Y manteniendo el contenido, pero con un continente algo distinto, el Vestidor Vintage, una tienda de piezas vintage y de segunda mano de lujo en Gran Vía Germanias, 14, lleva desde 2018 apostando por este formato con creadores de contenido valencianos. En sus mercados efímeros han participado influencers de la talla de Marta Handrich (@martahandrich), Miren Alós (@mirenalos), Nuel Puig (@nuelpuig), Ángela Huete (@angelahuete_), Enol Blasco (@enolblasco), Minerva Portillo (@minervaportillo), Borja Silgado (@borjasilgado) o Amparo Angoso (@amparoangoso).
«Es una forma fantástica de darle una nueva vida a la ropa y explorar maneras de consumo alternativas. Además, es una oportunidad perfecta para encontrar productos de lujo a precios mucho más asequibles», comenta Marta Handrich.
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Otra de las principales razones del éxito de estos mercadillos son los precios accesibles, que permiten que muchas personas accedan a prendas de alta calidad sin necesidad de gastar grandes sumas de dinero, además de la posibilidad de encontrar piezas únicas, y en algunos casos, ¡hasta con la etiqueta original!
Eventos que también ejercen de democratizadores de la moda, destruyendo muros digitales y humanizando la parte más fría de las redes sociales. Porque mercadillos han existido siempre, pero sacarlas del armario de las famosas que en el siglo XXI arrastran a la generación Z y darles una segunda vida se ha convertido en un mundo todavía por explorar. Que ofrece un nuevo enfoque hacia el consumo consciente y sostenible, en el que los jóvenes están mucho más concienciados. Además, se convierte en una posibilidad de poder desvirtualizar las caras más conocidas de las redes. Nada nuevo, sólo que las generaciones anteriores tenían como ídolos a modelos o personajes de la televisión o el cine.
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