La multitudinaria fiesta de cumpleaños de los Goerlich (con invitados ilustres)

Cristina y Andrés, con esa felicidad que aportan los años bien llevados, estuvieron acompañados de sus hijas, su nieta, su yerno Víctor y los hermanos de Cristina Buch, con Amparo Agrasot y Miguel Ángel Sánchez, rodeados de todos los amigos que desplazados desde distintos lugares de España compartieron este emotivo fin de semana.

Desde Valencia, se desplazaron los amigos de juventud de la pareja, casi todos abogados, Alfredo Serratosa, Quique Prat, Juan Antonio Abad, Lourdes Mulet, Juan Moleres, Carla García, Juan Carlos Valero, Natalia del Moral, Pablo Royo, Manina Tormo, José Vicente Santamaría, Inma Molina, David Sánchez, Mar Ruiz, David Ortega y Pilu Orón. Así como el doctor Fernando Mulas con Carmen Más y Sunsi Sanchís.

De Madrid acudieron Álvaro Migoya y Mercedes Tejedor, Joaquín González Ducay y Asunción García de la Riva, Javier Sela y Lola Solano, Eduardo Albors y Adela Cano, el doctor Palacios con Charo Castaño y también Desampa Gil y Vicente Cholbi.

De Ciudad Real, entre otros invitados, estaban los hermanos Molina, los Ciudad, Leoncio Ureña, Pedro Imedio, Agustín Palomino y Lola Merino (portavoz del PP en las Cortes de Castilla-La Mancha) así como también Ramón Laguna.

Desde Xàbia acudieron Julio Sela y Mayi Fluxá, el doctor Fiestas Hummler con su mujer Pilar y Paco Sánchez con la procuradora María José Soler, también los farmacéuticos Paco Belloch y Tere Pérez-Narbón. Entre el centenar de invitados, llegaron incluso de Portugal Vicente Lluch y Nicola Seyda. «Fue una fiesta muy emotiva y divertida, un fin de semana en el Campo de Calatrava que no olvidaremos», cuenta Andrés Goerlich.

La finca familiar viene de la época en la que el abuelo de Goerlich, médico, se fue a Calzada de Calatrava a trabajar. Entonces era un pueblo de doce mil habitantes y no había asistencia sanitaria. Su abuelo -contaba el cónsul de Hungría en una entrevista- puso en práctica el higienismo, esa corriente que se desarrolló a principios del siglo XX y que también aplicó su hermano Javier en la arquitectura -alcantarillado, canalización de agua potable, lavado de manos y heridas-. «Con el tiempo conoció a mi abuela, que era la hija del farmacéutico, y decidieron quedarse a vivir. Venían a Valencia de vacaciones pero él en el Campo de Calatrava era feliz, y nosotros seguimos yendo», contaba Goerlich.