Enrique Fayos, en el patio de butacas del Teatro Olympia jesús signes

La diana de Enrique Fayos

Empresario cultural, tiene un gran compromiso con el teatro y el cine. Es amigo de muchos de los actores que pasan por el teatro Olympia, la joya de la corona, como Josema Yuste o el Tricicle. Su mujer le ha apoyado incluso en los malos momentos

Sábado, 19 de junio 2021, 17:58

El día que Enrique Fayos se casó con su novia de toda la vida, Leonor de Arizón Trénor, Arturo Fernández les dijo: «chatines, ¿no teníais otro día para casaros que cuando yo estreno?». A lo largo de los años, Enrique Fayos ha trabado una relación de amistad con muchos de los actores que han pasado por el Olympia. No solo Arturo Fernández, también Moncho Borrajo, el Tricicle, Lina Morgan o Josema Yuste. Todos ellos han formado parte de la vida de este empresario cultural que si no lo tenía fácil antes de 2020, mucho menos a partir del mes en que nos encerraron. Decía mi compañero Ramón Palomar cuando le entrevistó hace ya seis años que convertir la cultura en un negocio y vivir de ella se le antojaba un milagro. Imaginemos la misma ecuación en pandemia, con meses de teatros cerrados, sumados a otros meses más de restricciones leoninas que hacían casi imposible levantar el telón. Pero Enrique Fayos es una persona muy perseverante. Y, sobre todo, le encanta la cultura, le apasiona el teatro y disfruta con ello. «La cultura da satisfacciones más allá de lo económico, si alguien antepone el dinero como motor lo tiene muy complicado», decía en aquella entrevista.

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La vida profesional de Enrique Fayos no se explica sin su padre, que fue quien emprendió en el negocio de las salas de cine. «Durante la Guerra Civil, tenía diez o doce años cuando pasaba por delante del cine Goya para ir a trabajar a un horno». Y allí delante quedaba extasiado. El cine Goya acabó siendo suyo. Y no solo ese, llegó a tener dieciséis salas en Valencia y en el área metropolitana, y Enrique Fayos, con dieciocho años, ya programaba el cine Museo.

¿Por qué es noticia?

Al frente de los teatros Olympia y Talia, entre otros, Enrique Fayos ha apostado por mantener la programación cultural incluso con las restricciones más duras no por motivaciones económicas, sino «por responsabilidad»,

Pero llegó la crisis del cine con los Mundiales del 82, la universalización del vídeo y de la televisión en color. Y pensó que podía haber un futuro en el teatro. Matías Colsada fue su mentor, una de las personas que más le enseñó, quien le dio la oportunidad de gestionar el Olympia como teatro. Pero no ha sido fácil. Contaba su mujer en una entrevista en LAS PROVINCIAS cómo hubo épocas que Enrique Fayos volvía de Madrid el mismo día para ahorrarse el hotel y que si le entraba sueño paraba en el arcén y se dormía en el coche. «Yo sufría mucho, porque mi hermano había tenido un accidente de moto y lo había pasado muy mal», explicaba entonces Leonor de Arizón, hija de familias de la nobleza andaluza y valenciana que conoció en Benicàssim.



Con la pandemia, Enrique Fayos y su hermana, María Ángeles, que comparten el negocio familiar, lo han pasado mal. No pudieron, como el resto de empresas que cerraron sus puertas, mandar a todos sus empleados a un ERTE porque tenían que devolver el importe de 20.000 entradas anticipadas vendidas para espectáculos cancelados. En una entrevista el pasado año auguraba que iba a ser un año malo, y que incluso con las restricciones que había a finales de 2020 no valía la pena abrir por rentabilidad, «pero tenemos la obligación de hacerlo, por responsabilidad». Pero volver ha sido, en este tiempo, muy emocionante también. Todavía recuerda la emoción del público que asistió al estreno de 'La habitación de María' de Concha Velasco el pasado mes de marzo, con una actriz entregada, y que fue como las primeras veces en que un teatro levanta el telón. Enrique Fayos, gran admirador suyo, disfrutó como nadie porque, antes que empresario, es un gran amante del teatro.

Con el Olympia tuvo la oportunidad de celebrar el 100 aniversario hace unos años, aprovechando siempre el espacio que le han dado los medios para reclamar la bajada del IVA, criticar la competencia de los escenarios públicos para programar teatro comercial y para decir que cada día que se levanta el telón hay que agradecer al público que apuesta sentarse en una butaca.

Programador, gestor, productor, librero... Enrique Fayos es casi un 'rara avis' que todavía sigue apostando, por ejemplo, por una sala de reestreno, el cinestudio d'Or, que mantiene abierto más por romanticismo por el cine con bocata que por rentabilidad económica.

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Es, además, padre de tres hijos. Su mujer contaba cómo Leonor, su hija, había estado en Calcuta y Uganda ayudando a madres maltratadas y a niños con SIDA, quizás con ese romanticismo que ha heredado de su padre. Cómo ha sido «un compañero y un amigo» para su mujer, cuyas familias se entendieron enseguida porque «mi padre también era empresario, aunque él era más extrovertido y Enrique se come todos los problemas». Leonor reconocía los difíciles horarios de su marido, y que al mismo tiempo le había permitido tener amigos en el teatro y ser privilegiada testigo de acontecimientos y estrenos. «Y cuando las cosas se ponen mal, porque las relaciones hay que cuidarlas, nos vamos un fin de semana a Altea los dos solos», decía Leonor. «Mucho mejor que un abogado».

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