![Elísabet Benavent: «No quiero ser madre y la gente piensa que soy egoísta por ello»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202104/25/media/cortadas/Foto%20Elisabet%20Benavent%201%20@Andrea%20Comas-RfhKyL9GZfgh6IbhkZno2LI-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
![Elísabet Benavent: «No quiero ser madre y la gente piensa que soy egoísta por ello»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202104/25/media/cortadas/Foto%20Elisabet%20Benavent%201%20@Andrea%20Comas-RfhKyL9GZfgh6IbhkZno2LI-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Elísabet Benaventnt confiesa que no se toma demasiado en serio, que la vida es muy corta para no disfrutarla, aunque pertenezca a esa generación que encadena crisis tras crisis y que algunas veces los dramas aparecen en su día a día para amenazar sueños que se cumplen. ¿No la conoce? Es una chica valenciana que un día decidió tintarse el pelo de azul, que abrió un Instagram para desahogarse y ahora suma más de trescientos mil seguidores. La misma que guardaba bajo una capa de polvo virtual tantas páginas escritas y que un día decidió que aquello saliera a la luz mientras trabajaba en una multinacional a la que llamaba 'mordor'. Una veintena de libros después, Elísabet suma más de tres millones de lectores, va por la segunda temporada de Netflix con 'Valeria', mientras tiene pendiente el estreno de 'Fuimos canciones', adaptación de otra de sus novelas, y que protagonizan María Valverde y Álex González. «Soy una plagiadora de historias», confiesa Elísabet Benavent, que toma prestadas de sus amigas anécdotas, ocurrencias y tragedias del primer mundo. Con ellas, va construyendo la comedia romántica en la que se ha convertido en toda una experta.
-Supongo que sin pandemia esta entrevista no sería por teléfono...
-Es que sin estas circunstancias ahora estaríamos en cualquier lugar que no fuera Madrid, haciendo entrevistas por la mañana y firmando libros por la tarde.
-Pero para un escritor, que pasa tiempo en casa, podría parecer, en teoría, que no es tan distinto.
-En el confinamiento mi vida me cambió al doscientos por cien, porque mis padres siempre dicen que si se cae mi casa que no me busquen entre los escombros porque no me van a encontrar. Soy una persona que siempre está en la calle. Y no poder hacerlo me afectó en el proceso creativo, ya no tenía de qué alimentarme, y me sequé, y hasta que no pude salir no pude comenzar a escribir. Es que estábamos viviendo una distopía en donde la realidad estaba pidiendo tantísima atención que era imposible meterse en un mundo de fantasía.
Noticia Relacionada
-Si volvemos atrás, es consciente de qué quería hacer en su vida?
-Toda la vida me ha gustado escribir; yo era adolescente y ya escribía historietas para mis amigas. Pero sí que es verdad que el sector, desde fuera, me parecía muy complicado, pensaba que no lo iba a conseguir nunca y no me lo planteé en serio. Autopubliqué para demostrar que no iba a pasar nada. Y sí pasó, pero no dejé el trabajo hasta que no publiqué mi séptimo libro. Me daba mucho miedo.
-Vive tan poca gente de la literatura…
-Por una parte me siento muy afortunada, y por otro lado me da cierto vértigo porque hoy sé dónde estoy, pero no sé dónde estaré mañana, y hay que ser muy consciente de que quizás en el futuro tocará reinventarse, pero creo que entra en el juego.
-¿Ha encontrado la clave del éxito?
-Qué va. Haces camino al andar, como decía Machado, pero nada más. Ayer hablaba con un colega de profesión, y le decía que cuando termino un libro siempre tengo la sensación de estar completamente perdida, de no saber lo que he hecho, de si es bueno o malo. Sí es cierto que le he puesto todas mis ganas, que entrego mi vida durante unos meses, pero yo soy la primera sorprendida.
-¿Le viene la presión de fuera o se la pone usted misma?
-Desde fuera es una presión positiva, consecuencia de todo lo bueno que me está pasando, y con cierta sensación de no querer meter la pata ahora, no decepcionar a los lectores que han leído mis libros. Y ahí me provoco una espiral de autoexigencia bastante heavy, aunque ya de normal soy una persona bastante autoexigente.
-¿Es difícil convivir con la autoexigencia?
-A veces la consecuencia es el bloqueo; cuando parece que he quemado todas las naves me encuentro con toda la presión y todo el agobio que me he puesto a mí misma y no sé por dónde salir. Pero yo tengo la suerte de estar rodeada de personas maravillosas en mi vida personal, y la profesional también, que suelen tener la clave para sacarme de ahí. Mi editora me tiene cogida la medida y me dice: «venga, tranquilízate, aléjate del texto durante unos días». Me pide que quede con mis amigos, que salga, que escuche música… y me desbloqueo enseguida, porque cuando te relajas todo vuelve a salir.
-Dicen además que las ideas por la noche tienen vida propia. ¿Les pasa a las suyas?
-Yo escribo muchísimo mejor por las noches; cuando todo está en calma me meto dentro de la historia. En la oscuridad hay una cierta magia y las ideas se asientan de una manera más consciente. Además, muchas veces me acuesto porque no me da más el cerebro, y a la media hora me vuelvo a levantar porque se me acaba de ocurrir algo y si no lo apunto al día siguiente no me acuerdo.
Noticia Relacionada
-Sus personajes tienen mucho de su generación, ¿se ha planteado que crezcan, que tengan familia, que se hagan mayores?
-A mí me gustaría que mis personajes siguieran como están. No me veo haciendo otras cosas. La comedia romántica es un género con unas ciertas características en las que siempre me he sentido cómoda. También es cierto que lo dice una persona que no quiere ser madre. No me sentiría cómoda incorporando una madre a una protagonista porque no tendría ni idea de qué estoy hablando.
-No es fácil decir: «no quiero ser madre». Aunque parece que las cosas están cambiando, la sociedad ejerce presión en ese sentido. ¿Cómo lo vive en su caso?
-Las mujeres que no queremos ser madres y lo decimos estamos acostumbradas a una cierta mirada de condescendencia. Cuando era más joven el comentario más habitual era: «ya cambiarás de opinión». Ahora es: «te vas a arrepentir». A mí me gusta enfocarlo de esta forma: «no nacemos con un código genético en el que tenemos que ser obligatoriamente madres. Creo que es una elección». Y no quiere decir que la de los demás sea equivocada, a mí me encantan los niños, pero no quiero tenerlos yo. Mucha gente lo asocia a que soy una egoísta, que tengo el síndrome de Peter Pan, y en realidad va mucho más allá. Es una elección y no significa que soy egoísta ni que me haya quedado en los dieciséis años. No quiero tener hijos. Punto.
-Nos exponemos mucho y, en redes sociales, donde es muy activa, más todavía. ¿Se siente juzgada?
-Yo tengo mucha suerte porque estoy en una comunidad en la que prácticamente todas las críticas están hechas con una intención constructiva y buenas palabras. ¿Si alguna vez me he sentido juzgada por mostrar o no mostrar? Yo siempre he dicho que toda persona tenemos una parte privada en la que no queremos que la gente entre.
-Es de Gandia… En Madrid le deben decir a menudo: «ahí yo, o mi primo, tiene un apartamento».
-Nací en Gandia, pero tengo que aclarar que me fui a Valencia con tres días, así que cuando me dicen que veranean allí les contesto que yo nunca lo he hecho (ríe).
-Hace años que vive en Madrid. ¿Cuánto hay de vínculo emocional con la tierra?
-Tantos años en Madrid, tengo una sed de mar que me muero. Y después de tanto secano aquí lo que me apetece es perderme allí.
-No es la primera persona que habla de esa necesidad... ¿Es verdad que se echa tanto de menos el mar cuando se vive en una zona de interior?
-Es una sensación rarísima porque te tira de las tripas la necesidad de mar. Y eso que cuando vivía en Valencia podía pasarme meses sin verlo, pero sí, se echa muchísimo de menos. Creo que de alguna manera es una metáfora que engloba todo lo que dejamos a sus orillas. Para mí el mar es ver a mis padres, el contacto con mis sobrinos, pasar tiempo con mi hermana, con mis amigas… Lo aúna todo.
-Si sus padres son lectores, supongo que estarán orgullosos por partida doble...
-Están muy orgullosos; mi madre va regalando libros míos a las vecinas, a todo el mundo le tiene que decir que su hija es escritora y me colorea la cara en los restaurantes (ríe). Están muy contentos, porque ellos sabían que a mí me encantaba escribir, y bromeaba mucho con aquello de: «con todo lo que tengo guardado en el ordenador, ¿te imaginas?». Para ellos es un sueño que su hija ha podido cumplir y por eso están muy felices.
Más sobre Revista de Valencia
Elena Meléndez
Begoña Clérigues
Elena Meléndez
-El premio a veces lo tenemos en ver el orgullo en los demás, en las personas que queremos.
-Disfruto sobre todo el día que vienen a alguna presentación, cuando los miro y veo que a mi padre se le escapa alguna lagrimilla y a mi madre una sonrisa. Ahí es cuando me doy cuenta de que, jo, esto es muy guay.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.