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Ivana Gasulla subió al escenario, nerviosa. El protocolo decía que tenía que saludar a la Reina Letizia con un apretón de manos, mirar hacia el ... fotógrafo para la posteridad y abandonar rápido el lugar. Pero la investigadora se encontró con una mano en el hombro y una pregunta, mientras la miraba a los ojos: ¿Cómo estáis en Benetússer?», que desembocó en una charla tras la entrega de premios con motivo del Día Mundial de la Niña en la Ciencia entre la monarca, Ivana y sus padres. «Voy a guardar para siempre el recuerdo de la preocupación y la cercanía de la Reina», admitía una mujer que acaba de recibir el premio al joven talento científico femenino, un galardón que, reconoce, la cogió por sorpresa.
De la mano del premio Jaume I José Campmany, que lidera un grupo de investigación en la Universidad Politécnica de Valencia llamado en inglés Photonics Research Lab, Ivana Gasulla lleva años investigando la fotónica, la ciencia que estudia la luz, y que ha permitido que en la actualidad tengamos Internet de alta velocidad y otras prestaciones inimaginables cuando esta científica decidió, tras aquel proyecto fin de carrera sobre los fotones, seguir vinculada a la universidad.
Fue una de las exitosas paradas en el camino elegido de tantos que se le abrían paso cuando estuvo dudando qué grado estudiar. «De pequeña me gustaba todo lo que tenía que ver con la ciencia y la tecnología, y no sabía si quería ser física, astrofísica, elegir alguna rama de la medicina... Al final opté por Ingeniería en Telecomunicaciones porque me parecía que era donde se podía avanzar más; en aquel momento ya existía Internet pero en un estado muy primitivo». 25 años después, lo ratifica. Las mejoras han sido espectaculares, y todavía queda mucho por descubrir. «Mi trabajo está ahora centrado en desarrollar unos nuevos tipos de fibra óptica que se llaman multinúcleo, y que permiten transmitir varios rayos de luz en paralelo y de una forma independiente dentro de una misma fibra óptica, lo que permitirá mayor potencia, mayor velocidad de transmisión y mayores prestaciones».
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En el evento de entrega de premios tuvo la suerte de estar sentada al lado de la astronauta Sara García, y en ese momento pensó: «Qué buen referente habría sido cuando yo era una niña». Por eso lamenta que cada vez haya menos jóvenes en femenino que deciden elegir una carrera de las llamadas STEM, que ojalá alguna de estas niñas que ahora son curiosas por naturaleza, que les apasiona la ciencia o la tecnología, no vean frustrados sus sueños. «Muchas veces los límites nos lo ponemos las propias mujeres, y a veces pensamos que qué vamos a hacer en un lugar donde todo son hombres. Yo les diría a aquellas que empiezan que crean en sí mismas, que se rodeen de personas que las impulsen y que sueñen en grande. Y que, sobre todo, le dediquen tiempo a aquello que les apasione».
De Jose Campmany sólo tiene palabras de agradecimiento. «Es un generador constante de ideas, una persona muy perseverante y también muy generoso porque le gusta compartir su trabajo con los demás y ayudar a que quien esté a su lado crezca». Cuando le concedieron el premio, «me dio un consejo: 'Date el tiempo para saborearlo, porque la carrera de un investigador está llena de momentos duros'».
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