Extranjeros en Valencia: Nadine Blaser

Nadine Blaser nació en Basilea (Suiza) y vivió hasta los treinta años en Lucerna. Allí creció, se licenció en Marketing, Comunicación y Eventos y desarrolló una carrera profesional estimulante en el departamento de comunicación de una importante firma relojera. Desde pequeña tuvo contacto con España, pues sus tíos tenían una finca en Inca (Mallorca) y sus primos en Alaró. Pero fue en 2005 cuando conoció Xàbia, un lugar que ha marcado su vida para siempre. «Pasé tres meses con una amiga para aprender español. Fue una experiencia muy divertida, por las mañanas íbamos a Dénia a clase de español y por las tardes hacíamos los deberes en 'La Siesta'», recuerda.

Fue precisamente en este local, ubicado junto a la orilla en el primer montañar, el lugar donde dos años después conoció a su marido, José Luís Martínez Ridaura, y junto a él, ese mismo fin de semana, visitó por primera vez Valencia. Tras dos años y medio de relación a distancia, Nadine decidió dejar su trabajo y su casa en Suiza e instalarse en la ciudad del Turia.

El cambio al principio fue difícil, era el momento álgido de la crisis, no hablaba bien castellano y tenía por delante el reto de hacer amistades. «El carácter aquí es muy diferente, allí si te dice una amiga «nos vemos la semana que viene» sabes que la vas a ver pero aquí eso no le compromete a nada. Ahora me he adaptado y me llega a molestar el exceso de formalidad de Suiza; mi marido me dice incluso que he cogido las malas costumbres de España», bromea.

Una década después, Nadine se ha convertido en una auténtica enamorada de la vida en Valencia, una ciudad que le parece ideal para vivir con niños y de la que destaca la temperatura, la luz, la apertura de sus gentes y la cantidad de eventos que hay para todas las edades. «En general, me gusta el estilo de vida mediterráneo. Mi familia viene mucho a visitarme, conocían Madrid y Barcelona pero Valencia es el gran descubrimiento para ellos; se ha puesto de moda allí, amigos de amigos me llaman para que les haga una ruta cuando vienen».

Nadine cree que en los últimos años, Valencia ha cambiado mucho en distintos aspectos. Cuenta que cuando llegó no encontraba casi locales bonitos o acogedores y que ahora se invierte mucho más en diseño. También cree que hay muchos emprendedores y que la ciudad está muy activa y conectada a nivel internacional. Además de hablar a sus dos hijos en suizo, Nadine mantiene algunas costumbres de su país, como la corona navideña con cuatro velas que se va encendiendo cada domingo, el calendario de Adviento, los huevos pintados a mano en Pascua o la raclette que prepara para cenar cuando llega el frío. Y si tiene que destacar algo que dejó atrás en su país natal y que se traería ya mismo, son las floristerías a cada esquina. «En Suiza es costumbre tener siempre flores frescas en casa, aunque entiendo que es algo que tiene que ver con el clima».

Pese a que aún no aprendido a cocinar paella, labor que le deja a su suegra y su marido, disfruta mucho de las Fallas, del chocolate con churros y de la gastronomía autóctona. «En Suiza nadie comparte la comida cuando sale a un restaurante, es genial la costumbre de pedir varios platos al centro de la mesa. Allí a las siete de la tarde estás cenando, aquí los días parecen más largos, el sol a diario es un lujo, se siente la alegría de vivir de los valencianos».