Hay una fotografía que ilustra este reportaje donde se puede ver a Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé con sus tres hijos: Miguel, el mayor, Lucía, la mediana, y Paola, la menor, en brazos de su padre. Es una imagen muy tierna, de una familia ... aparentemente feliz, pero la realidad era bastante distinta. Las continuas infidelidades del torero hicieron sufrir muchísimo a su mujer, y finalmente se separaron. Paola cuenta además que su padre, a pesar de lo que pueda parecer por la fotografía, no estaba presente en sus vidas y fue su madre, y sobre todo su tata, quien les dieron una educación, en un ambiente muy distinto al que había en las familias españolas, con mucha libertad y rodeados de artistas, como Picasso, con quien veraneaban en la Costa Azul.
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Avancemos unos cuantos años, hasta un poco antes de la pandemia. En la casa donde vivía Lucía Bosé, en un pueblo segoviano llamado Brieva, se reunía una buena parte de la numerosa familia de la que fuera Miss Italia en 1947, hijos, nietos y bisnietos. La última vez fue en Navidad. «Lo pasábamos genial, nos disfrazábamos y siempre había muy buen ambiente». Los cuatro hijos de Lucía Dominguín, Bimba y Olfo, los dos que tuvo con un ingeniero italiano, Alessandro Salvatore, y las dos menores, Palito -que triunfa en el mundo del arte- y Jara, hijas del actor Carlos Tristancho, con quien Lucía estuvo casada 26 años. Por allí también se dejaban ver los dos hijos de Paola Dominguín: el mayor, Nicolás, que nació de su relación con José Coronado y ha seguido los pasos de su padre en el mundo de la interpretación, con una vena muy espiritual como la familia materna, y Alma Villalta, una joven que todavía vive con su madre en su casa en el campo en Vilamarxant.
Quien hacía tiempo que no se dejaba ver por la casa de su madre era Miguel Bosé, que hace ya muchos años que se fue a vivir a México, y donde tuvo una relación de muchos años con Nacho Palau, que sólo salió a la luz pública cuando se separaron. En el tiempo en el que estuvieron juntos, Miguel y Nacho se convirtieron en padres por gestación subrogada -como ahora ha hecho Ana Obregón-. Y repitieron. Nacieron los gemelos Diego y Tadeo, y ocho meses después, también por medio de un vientre de alquiler, Ivo y Telmo. Los dos primeros viven con su padre, Miguel, en México. Los menores lo hacen con Nacho Palau en la casa familiar de Chelva, donde ha estado seis meses alejado de los focos; una semana después de la final de Supervivientes, donde quedó tercero, anunció que le habían detectado un cáncer de pulmón. Durante este tiempo ha estado recuperándose y la pasada semana anunció en redes sociales que estaba curado. Paola y Lucía han mantenido contacto con Nacho Palau en estos años. En realidad, apenas distan unos cincuenta kilómetros de Vilamarxant a Chelva. Lucía Bosé también visitó a los que siempre ha considerado sus nietos, a pesar de los problemas judiciales que ha tenido la expareja por la filiación de unos niños nacidos por un método no reconocido en España.
La familia Dominguín Bosé ha estado marcada por una vena artista que les ha llevado a triunfar, en la moda, la música o el cine, y la tragedia de la muerte prematura de Bimba Bosé, la mayor de las nietas de Luis Miguel y Lucía, y quien tuvo a su vez dos hijas, Dora y June, con el músico Diego Postigo. El recuerdo de Bimba sigue muy presente en la familia. «No me podía levantar», decía su madre, Lucía, después de su muerte. Desde que murió en 2017 por un cáncer de mama Lucía seguía viviendo en Vilamarxant con su hermana, hasta que recientemente se ha ido a vivir con sus hijas menores. La vida de la hija mediana de los Dominguín no ha sido fácil: el padre de sus dos hijos mayores se los llevó a Estados Unidos y le impidió verlos durante un año y medio, y después se encontró con que la rechazaban. También los problemas económicos la han acuciado, sobre todo cuando la aventura empresarial que emprendió con su segundo marido, un hotel en Extremadura, no pudo superar la bajada de visitantes debido a la crisis.
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Ya no se repetirán las imágenes de toda la familia unida con Lucía Bosé como pegamento, aunque la relación sigue siendo buena. «Hemos sido muy libres y cada uno ha ido por su lado», explica Paola. «La misma educación de libertad que me dieron a mí les he intentado dar a mis hijos». Ahora la tercera generación intenta abrirse paso.
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