![Las fincas de la burguesía valenciana que sobreviven gracias al negocio de las bodas](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202205/28/media/cortadas/Catering%20cinco%20patricia%20garcia%20fotografia-RVkDFxoxMzmQgXwW56IAY1J-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Es complicado que este año no esté usted invitado a una boda, porque en 2022 parece que todo el mundo se va a casar. Quien esperaba tiempos mejores tras la pandemia, quien ya lo tenía previsto e, incluso, quien no había hecho planes de casarse, ... pero oye, que después de confinamientos y restricciones nos hemos dado cuenta de que nos gusta la fiesta. Y mucho. Así que toca pasar por caja, más allá de trajes y peluquerías, para que los novios no entren en su nueva etapa de casados con una deuda con el banco como si se hubieran comprado una casa. Según los datos que maneja Alica Gimeno, directora del certamen Fiesta y Boda que se celebra en Feria Valencia cada mes de octubre, los novios valencianos se gastarán una media de 20.000 euros este año.
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El montante más importante de la boda, está claro, se la lleva la celebración, pero además, es el salón el que va a marcar el calendario, porque la realidad es que están a punto de colgar el cartel de completo.
María de Miguel, de Catering Cinco, se reafirma en esa sensación de que, sobre todo tras la pandemia, lo que más nos importa es la celebración. La boda como excusa para juntar a familia y amigos. Este año 2022 tienen casi todos sus espacios llenos, aunque abre el melón sobre la rentabilidad, que en la situación actual se ha reducido mucho. «La subida del coste de las materias primas no se ha repercutido en el precio de los menús. No podemos», dice María, que destaca además los perjuicios de la reforma laboral en un sector donde la temporalidad es protagonista y donde han tenido que recurrir a la modalidad de fijos discontinuos. Miguel Martí, de El Tela de Miguel Martí, también apuntaba en ese sentido que el alza de precios ha sido muy importante, y que están intentando contener los precios para evitar alzas en el coste para los novios.
Javier Puigmoltó, que se encarga de explotar la Finca Torrefiel, en Fontanars dels Alforins, apunta a las expectativas creadas en un año donde ya no existe el miedo. «Lo hemos pasado muy mal porque es difícil mantener una infraestructura, con los gastos que conlleva, cuando los ingresos bajaron de una forma tan drástica», explica, y destaca el compromiso con un patrimonio heredado desde los primeros condes de Torrefiel. También la familia Casanova heredó Campo Aníbal de sus antepasados. «Mi abuelo compró a principios del siglo XX esta finca», dice Eduardo Casanova, que la explota directamente como lugar de eventos, y donde hay que reinvertir sin parar para poder mantener unas edificaciones que en el mejor de los casos tienen más de un siglo de antigüedad.
Claro, la exclusividad manda, y si no que se lo digan a los novios que pisan los salones de la Vallesa de Mandor, en manos de la familia Trénor, los Gadea en Casa Santonja o los Noguera en la Masía del Carmen. En estos casos ceden la explotación de sus espacios a empresas de celebración de eventos, como la mencionada Catering Cinco o Gourmet Catering. Otros, como la familia Aliño, gestionan directamente varios espacios, algunos familiares, y todos coinciden en que este año ha sido el de la recuperación. El de la vuelta. «Si quieres casarte este año tendrá que ser un viernes, o un domingo. Y no todos los viernes y domingos», dice Eduardo Casanova, que también va rellenando fechas de 2023 a gran velocidad.
Tanto se está moviendo el negocio de los enlaces que quienes llegan nuevos al sector no lo tienen fácil. Es el caso, por ejemplo, de Ferrero Events, ubicado en el Ferrero Boutique Hotel, en Bocairent, propiedad del extenista Juan Carlos Ferrero. «Nos está costando encontrar, por ejemplo, dj's que pinchen música, porque todos están con muchísimo trabajo», explica una portavoz.
Los efectos de la pandemia todavía se siguen notando en que se opta por espacios al aire libre como preferencia, o en que el número de invitados parece ser menor, aunque aquí hay versiones distintas. Sí es una tendencia generalizada el hecho de que los novios quieren hacer una boda distinta, única, que sea 'instagrameable', y donde los espacios y la decoración esté cuidada hasta el último detalle, donde la comida parece estar en un segundo plano e importa más la fiesta.
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Blanca Sánchez Cremades
Jose Gil, del Huerto de Santa María, dice que este año va a ser un año fuera de lo normal, y que atrás ha quedado la incertidumbre, las agendas vacías o, peor, llenas de cancelaciones. «Además, no queríamos contribuir a ser fuente de contagios, así que la situación era todavía más complicada», explica Jose, que pese a todas las dificultades cree que la gente seguirá casándose y celebrando. «Estamos en el sector de la felicidad».
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