Pepe Remohí anda bastante satisfecho, después de que hace unos días se hiciera efectivo su nombramiento como académico de honor de la Real Academia de Medicina de Valencia, una institución muy valorada entre la profesión. ¿Es el colofón a una carrera brillante? Quizás se trate ... más de esas gratificaciones emocionales que le está dando toda una vida dedicada a la fertilidad. «No, no se trata de viejos profesores que quedan a tomar café», bromea Remohí, cofundador del Instituto Valenciano de Infertilidad junto a su amigo Antonio Pellicer, la empresa con la que han conseguido un indudable reconocimiento profesional, un lugar en la lista Forbes de las 200 personas más ricas de España y el honor de ser los 'padres' de más de doscientos cincuenta mil niños repartidos por todo el mundo.
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-Estos reconocimientos permiten echar la vista atrás. ¿Lo ha hecho estos días?
-Sí, y lo que me viene a la mente es el día en el que nombraron académicos a mis profesores, Bonilla y Tortajada, de cómo lo viví como un honor mucho más importante de lo que me parece ahora (ríe).
Pepe Remohí ocupa un pequeño despacho en la sede del IVI, donde apenas cabe su mesa y dos silloncitos. Cuando habla de Antonio Pellicer, la otra cabeza de la empresa, hace un gesto señalando al lado, aunque en realidad se ha ido a vivir a Italia tras un segundo matrimonio con Daniela Galliano. El ginecólogo habla con términos siempre elogiosos de Pellicer. «Nunca hemos discutido», repite. Los dos comparten una hiperactividad manifiesta y un humor socarrón, más acentuado en el caso de Pellicer, algo más discreto en Remohí.
-¿Cree que fue una suerte que se encontraran sus caminos?
-Totalmente. Lo conocí cuando él estaba en el último año de residencia y yo entré en primero en el Hospital Clínico. Él siempre dice una frase, que nosotros somos más que hermanos, y eso se ha convertido en una fortaleza de la empresa. No está dentro de la normalidad que haya dos presidentes, que haya dos cabezas, pero nunca nos hemos pisado.
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-¿Cuál cree que es el secreto para conseguirlo? ¿Respeto, entender al otro?
-Todo lo que pienses que hace falta, está.
-¿Le conoce más que a su mujer?
-Lo conozco más que su mujer a él (ríe).
-Le preguntaba si le había dado tiempo a pensar en su trayectoria.
-Sí, y pienso que soy una persona con mucha suerte, que he estado en el momento adecuado y me he subido a trenes que, más que cogerlos, me han atropellado y me han llevado. En realidad, he logrado mucho más de lo que pensaba, porque soy disléxico y eso me ha marcado mucho.
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-¿En qué sentido?
-Soy consciente de mis debilidades y de lo que me ha costado. Por ejemplo, para comprender una cosa la tengo que leer tres veces. El ser disléxico te pone muchas barreras, pero te hace al mismo tiempo ser creativo y buscarte la vida por otros lados. Esa es la riqueza de la dislexia, y todos los días lo hago, mirar atrás y ver la suerte que he tenido.
-Usted es médico, pero a la vez un empresario de éxito.
-Soy como doctor Jekill y Mr. Hide, por la mañana médico, por la tarde empresario (ríe). Son dos áreas muy antagónicas de la medicina, porque realmente los médicos saben muy poco de empresa, y los empresarios le tienen mucho miedo a la medicina, pero combinar los dos es un buen cóctel.
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-¿Cuál es la clave para convivir con esa dualidad?
-Yo siempre seré médico porque me encanta lo que hago, el trabajo clínico, solucionar los problemas, y si sé hacer alguna cosa es la medicina en mi área. Desgraciadamente, no es como antes que los médicos sabían mucho de Medicina; es cierto que tiene sus ventajas estar tan especializados, porque te permite crear vanguardia, pero de otras áreas de la Medicina sabe más ahora mi hija que está estudiando que yo. Y es una pena, pero es verdad. A veces me dan ganas de subirme a una ambulancia y aprender.
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-¿Y como empresario?
-Ahí siempre seré un aficionado, porque no tengo la formación. Últimamente me invitan a dar charlas de economía, a exponer el caso IVI, cómo ha evolucionado, los secretos, las debilidades. Yo siempre digo que soy un empresario amateur, que ni Toni Pellicer ni yo nos hemos preparado, pero nos ha salido muy bien, básicamente porque nos hemos rodeado de gente muy buena. Recuerdo que uno de los asistentes dijo: «hoy he descubierto que tenía que haber estudiado medicina para ser empresario». Pero en realidad muchas veces lo que hay que aplicar es el sentido común y no olvidar el factor humano, aunque IVI haya crecido mucho.
-Empresario, médico, profesor, investigador... ¿Cómo llega a todo?
-Y no olvide la familia. El secreto es rodearse de buena gente en el ámbito más amplio de la palabra, buenas personas, buenos profesionales, porque no se puede llegar a todos los sitios; no soy el Capitán Trueno ni Superman. Uno de los secretos es retener talento, y para hacerlo tienen que estar contentos, que tengan un desarrollo profesional. En nuestro grupo hay profesionales que cuentan con más reconocimiento internacional que Toni y yo. Bienvenidos. No existiría el IVI si a estos profesionales se les cortan las alas.
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-¿Cree que es importante el hecho de que sean buenas personas?
-Si eres tóxico contaminas y no fluye, si los valores son buenos ayuda muchísimo. Y cuando hemos fichado a médicos lo hemos hecho fundamentalmente porque eran buenas personas, porque de lo que tenían que saber ya nos íbamos a encargar nosotros de enseñarles.
-¿Hay talento en las facultades de Medicina? ¿Lo aprecia?
-Siempre ha habido talento, el problema es que se estudia muy mal. Es una opinión muy personal, pero creo que el estudiante de Medicina español es muy mediocre y la culpa la tiene el MIR. Toda la formación va enfocada a ello, y se desaprovecha una buena oportunidad de crear médicos. No hay forma de cambiarlo, porque si a mí me deja de importar el MIR y enfoco el aprendizaje desde otro punto de vista estoy muerto, porque cuando acaben ninguno de los míos se va a colocar. Es cierto, por otro lado, que la formación de especialista es mucho mejor en España, pero en Sudamérica los estudiantes de últimos años son capaces de hacer cien mil cosas. Aquí, por consecuencias jurídicas o legales, todo es a distancia.
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-¿Cómo ha sido trabajar en fertilidad con una pandemia?
-Ha sido muy difícil. Cerramos en marzo de 2020 todas las clínicas, excepto las de Estados Unidos, y aunque a las cinco semanas el Ministerio de Sanidad nos autorizó a volver a abrir, cuando cierras algo el problema es que ponerlo en marcha cuesta tres o cuatro meses. Lo que sí hicimos es ceder nuestros respiradores a la sanidad pública y donar material.
-¿Qué piensa un empresario al que le cierran las clínicas, con dos mil empleados?
-La cabeza se dispara. No olvidemos que la medicina es medicina, y es buena o mala, me da lo mismo que sea pública o privada, su sentido es la beneficiencia. Y todos los días ayudamos.
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-¿Y entre las pacientes?
-Era una tesitura difícil, disparó listas de espera. Hay un factor muy importante que es la edad de la mujer, y no perdona. Creó un poco de pánico, porque no se sabía cuánto tiempo iba a durar; es como hundirse en un pantano y nadie me echa una mano.
-Su hija estudia Medicina. ¿Le gustaría que optara por la Ginecología?
-No le hablo absolutamente nada de Ginecología, que haga lo que quiera. No quiero intervenir en su libertad de decisión. Porque ni siquiera yo sé por qué elegí esta especialidad, y en ese momento la decisión es más romántica que coherente. De lo que sí era consciente era de que, eligiera Oftalmología Ginecología o Cardiología, cuando dominas un área, la controlas, la aplicas y obtienes resultados que es curar, satisface, y te gusta. Al final es el objetivo de la Medicina. Hubiera terminado con el mismo grado de satisfacción si hubiera sido traumatólogo.
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-¿Ha llegado a conocer bien a las mujeres, a entenderlas, en la consulta y fuera de ella?
-Llevo cerca de 40 años trabajando en el campo de la mujer. Comprender a la mujer desde el punto de vista reproductivo, por supuesto. Porque tanto en la mujer como en el hombre, el sentimiento de maternidad/paternidad y la dificultad de conseguirlo les pone en una situación psicológica, emotiva, afectiva y personal y de pareja, muchas veces muy difícil. Si no tienes la sensibilidad y el conocimiento de que eso puede realmente destrozar a una mujer, un hombre o una pareja, no estás haciendo bien tu trabajo.
-¿Cree que se conoce la dimensión del IVI en Valencia?
-Somos famosos porque le preguntas a un taxista por el IVI y te lleva (ríe). Pero no saben el alcance de la empresa porque es de las más importantes en el mundo y es valenciana, de las que más casos de reproducción asistida hace en el mundo. Es una de las clínicas con mayor implantación y que sienta directrices en Estados Unidos.
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-Así y todo, nunca se han querido ir de Valencia. Podrían haberlo hecho.
-Valencia es la base. De hecho, nuestro nombre es valenciano, y es de esas cosas que nos da mucha satisfacción, porque hemos conseguido llevar el nombre de nuestra ciudad a todos los sitios.
Quizás porque ha llegado un momento en que esos detalles suman. Como cuando cuenta la satisfacción que produce que incluso mujeres que no consiguen ser madres le den las gracias....
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