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«No cuentes mucho de Xàbia, ¡que no venga nadie más!», me decía un veraneante de los de toda la vida. Muchos tienen allí su paraíso y temen al verano por el exceso de turistas. Aun así, Xàbia sigue siendo una joyita, con sus calas de aguas transparentes y un casco antiguo con encanto.
Para empezar el día me iría a desayunar a Cala Clemence, rodeada del mar y con la isla del Portixol enfrente. Hay que ir en cuanto abren a las nueve porque en verano más tarde se llena de gente», dice Pilar Carbonell, que vive en Xàbia y se conoce al dedillo la zona. Otro sitio para desayunar sería un clásico, La Siesta.
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Después, lo suyo es darse un baño en alguna de las calas como la Sardinera, la Granadella o El Portitxol. Si tienes la suerte de conocer a alguien con barco, es una maravilla fondear en alguna. Todos los veranos, el barquito Don Pepito sirve mojitos y cócteles a los barcos en la zona de la Sardinera y este año el recién abierto Sushitio, de Juan Carlos Gómez-Pantoja Jr, te lleva el sushi hasta donde estés. «Yo lo que haría es subir andando al Montgó -dice Pantoja- y luego descansar en Cala Ambolo».
En Xàbia hay que ir a ver y dejarse ver. Es el lugar donde se traslada la vida social, donde ir a lugares de moda desde la mañana hasta la medianoche.
En Xàbia hay una buena oferta gastronómica. El Restaurante El Cabo en el Cabo de la Nao viendo en los días claros la silueta de Ibiza y Formentera, el clásico Masena, o ya en la zona más turística del Puerto La Cantina, para comer pescado de la Lonja.
Para picotear Piripiri y la Esquina, en el paseo marítimo. El restaurante del Club Náutico es otro clásico con ambiente muy marinero. Y en la cala de El Pope no podemos dejar de visitar El Tangó, donde casi tocas el mar con la mano.
Por el interior se puede cenar en Baccus, con excelente carne y fondue; y en Masena con una carta muy selecta, además de Ca Aleix con excelentes arroces y ambiente y Bon Amb, el único restaurante de Xàbia con dos estrellas michelín.
En La Granadella hay varios restaurantes, el más conocido Sur o la Bandideta. En la playa del Arenal hay muchos sitios donde cenar bien, entre ellos Tula, con una estrella Michelín.
La novedad de este año es Oasis, pegado al Tosalet, cocina mediterránea y servicio inmejorable.
Para tomar algo, un clásico, Montgo di Bongo.
Hoteles
Las últimas aperturas son el Hotel Ritual –antes El Rodat-, un clásico renovado y Nomad, con una cuidada decoración entre bohemia y mediterránea. Nomad es de los mismos dueños que The Beach House, en un antiguo edificio portuario. Además, han abierto un par de bed and breakfast de lo más coquetos, Villa Dora y Quinta La Sal, decorados por Zdenka Lara.
Tiendas
Nakuti, en el Arenal
Bello Horizonte (decoración)
Hinédito (concept store, junto a la Iglesia)
Este verano hay muchos sitios nuevos que descubrir. «Lo más novedoso -dice Begoña Mortes, que veranea allí desde pequeña- además de Cala Clemence, son Thalassa, en el II Montañar y la terraza de Cala Bandida en el puerto». También ha reabierto Terra, un local de copas muy famoso en los noventa. «Terra era un clásico, ponían muy buena música, era parte de la ruta habitual después de la Siesta y La Sal y antes de la discoteca Hacienda. Nos trae muchos recuerdos», cuenta Ana Ferret, otra de las veraneantes de siempre.
En Xàbia hay mil planes. Por la noche puedes ir al bullicio del Arenal o perderte en el pueblo, por sus calles encantadas. Es la Xàbia más genuina, frente al diseño de revista. Allí puedes cenar en la calle en Mi Lola, La Trastienda, la Rebotica o Casa Grau, sin olvidar el tradicional El Trinquete. Junto a la iglesia, recién rehabilitada, Víctor Nebot acaba de abrir Hinédito, una concept store con decoración y ropa en un palacete del siglo XV. Para tomar copas, los clásicos: La Siesta, Achill en el Arenal y El Molí, con música en directo, sin olvidar la terraza del Parador, Mediterráneo 233.
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